Cinemanía nº 212

Leonardo DiCaprio y Carey Mulligan (El gran Gatsby), lujo, fiestas y glamour en los felices años 20.
Cinemanía nº 212
Cinemanía nº 212
Cinemanía nº 212

Leonardo DiCaprio y Carey Mulligan (El gran Gatsby), lujo, fiestas y glamour en los felices años 20.  

Director´s Cut: Ese luminoso objeto de deseo

1. LOS MITOS DEL MITO. Y así fue como me quedé sin contarle que éste de mayo iba a ser el número del glamour, que reuniríamos a una pléyade inolvidable de actores españoles para recrear carteles míticos, que echaríamos el resto con los iconos que han marcado estilo en la historia del cine. Seguro que me habría soplado varios nombres imprescindibles de èsos que sólo le sonaban a él, mártires del cine de los años 30 o 40, renglones torcidos de su enciclopédica y privilegiada memoria cinematográfica. Curiosamente, al maestro del cine de abecedario (de la serie B a la Z, del cine S al X) le fascinaba eso que nunca aparecía en aquella mezcla de terror, sexo, caspa y frenesí que acababa convirtiendo en películas no se sabe muy bien cómo. El glamour le volvía loco. Esa mezcla de belleza y de fascinación con que nos seducen las estrellas que han marcado el cine y con él nuestra existencia, todavía le hacía saltar de su sillón. Exactamente igual que a todos nosotros, rendidos ante los mitos. Entendía el cine como espectáculo para animar los espíritus y hacerlos más fuertes ante los golpes de la vida, tal y como tantas veces dejó escrito en su serie de Clásicos en la revista. Echaré mucho de menos las conversaciones por teléfono con Jess Franco de todos los meses.

2. JESS, BIGAS, SARA. Jess solía llamar el día que mandaba su artículo por correo electrónico y siempre me pillaba distraído, a mi rollo, con mis cosas del curro. Hasta que colgábamos: entonces me dejaba turulato googleando nombres y títulos de películas que habían surgido en alguna de sus historias. Pocos como él hubiesen disfrutado tanto de esta revista que rezuma encanto por sus páginas, aunque su elegancia consistiese en entregar a tiempo sus artículos todos los meses con esa llamada en la que siempre dejaba claro que esta vez sí, que de una vez por todas iba a hablarme de la actriz, el director o la película definitiva. Aquella semana previa al cierre de la revista, la vida se llenó de repente de ausencias en el cine, la redacción empezó a recordar y se puso triste y la suerte de la revista se oscureció por un instante, plagada de muertes. Pero no tiene por qué ser casualidad que todas estas pérdidas, la de Jesús Franco, la de Bigas Luna, la de Sara Montiel, coincidan con nuestro especial dedicado al estilo. A su manera, estas tres historias de amor al cine hechas carne de provocación, eran puros iconos de pasión por ese luminoso objeto de deseo que nos une a los cinemaníacos.

3. EXTRAÑA FORMA DE VIDA. Los cines se mueren igual que seres queridos, y dejan un vacío muy jodido de llenar. Todos tenemos un local maldito al que nunca entraremos por despecho, porque allí mismo cerraron la sala de nuestros mejores recuerdos. La comparación sería insoportable. En Barcelona ya no tengo mis cines Renoir Les Corts y ya viviendo en Madrid me llega otro palo con el cierre de Alta Films y de muchas de sus pantallas. Éstos son mis cines de barrio, y ahora que están en riesgo, y con ellos el concepto de asistir a una sala, me doy cuenta del valor de una buena programación, de la importancia de una opción de cine en versión original y de la incomparable sensación que todavía produce ir a un cine a compartir, ni que sea con uno mismo y su circunstancia, una buena película. Ir al cine como forma de vida, como experiencia que todavía podemos compartir. Somos muchos. Hagámonos oír.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento