A El mundo perdido (1997) se le suelen criticar muchas pegas exageradas –sus ramalazos de remake (¿otra isla?), un exceso de humor bobalicón, el final en San Diego– pasando por alto que es una de las películas mejor dirigidas de Spielberg y su homenaje particular a ¡Hatari! (1962)., , Lo que no tiene perdón posible es cuando la hija de Jeff Goldblum se libra de un Velociraptor con un ejercicio de gimnasia, por muy sedimentada que estuviera esa habilidad en su personaje.
Lo que todo el mundo se pregunta cuando ve El mundo perdido (1997): ¿cómo demonios se merendó el T-Rex a toda la tripulación del barco que acaba encallado en San Diego si iba encerrado en la zona de carga? ¿Volvió a su celda diligentemente a hacer la digestión? ¿Y cómo llegó a quienes estaban en habitáculos donde claramente no podría haber entrado por su tamaño?, , La explicación es sencilla: en el guion estaba contemplado un cargamento de Velociraptor que quedaban libres y realizaban la escabechina principal del barco. ¿Problema? Esas escenas nunca se llegaron a rodar y el resto se dejó igual.
La Parque Jurásico III (2001) de Joe Johnston estuvo a punto de conseguir que la saga se extinguiera para siempre con decisiones tan disparatadas como este sueño del Dr. Alan Grant (Sam Neill) en pleno vuelo camino de la isla Sorna donde un Velociraptor le llama por su nombre: "¡Alan!"., , Si tan solo la cosa hubiera quedado en este momento, más propio de Gremlins 2 que de una secuela supuestamente seria, podríamos quedarnos con su impacto absurdo, pero lo peor es que intenta tener sentido predictivo dentro del guion.
Lo que no imaginábamos es que Parque Jurásico III iba a tener la forma de comunicación de los Velociraptor como un componente fundamental de su argumento. Hasta el punto de que Alan termina hablando con ellos mediante una flauta con forma de cámara de resonancia., , Como los silbatos para pájaros, pero distinto. No, espera. Exactamente igual que los silbatos para pájaros.
Se ha hablado tanto de esto, y en la mayoría de las ocasiones de manera tan exagerada y risible, que hasta sienta mal destacar algo tan nimio de una película plagada de problemas estructurales y de concepto como Jurassic World (2015)., , Pero sí, lo de las carreras en tacones de Bryce Dallas Howard intentando salvar su vida cuando la persiguen decenas de dinosaurios hambrientos es muy ridículo. Lo que es peor: el director Colin Trevorrow se recrea (¿fetichismo?) en ello bastante más de lo que recordábamos del cine. Normal que a tanta gente le chocara.
Dícese de la aparición repentina de un Mosasaurus que vence en el momento más oportuno para la acción cualquier medida de seguridad que pudiera existir en su tanque simplemente para resolver el conflicto de la película. Y tomarse un buen pintxo de Indominus rex, claro.
Hay dos aspectos biológicos de los dinosaurios con los que hemos tenido que aprender a convivir dentro de la saga Parque Jurásico para no cargarnos toda suspensión de credibilidad: a pesar de su tamaño descomunal que destroza vegetación y paisaje en general a su paso pueden llegar y sorprenderte por la espalda; y, a pesar del desarrolladísimo olfato de los Velociraptor, también se les puede hacer la pirula., , Pero el colmo es cómo al principio de Jurassic World: El reino caído se insiste un par de veces en el buenísimo olfato de Blue, la Raptor favorita de Chris Pratt. A pesar de ello, la emboscada que le tienden no tiene ninguna complicación para acercarse a ella.
Si pasamos por alto el hecho de que en Jurassic World: El reino caído se traslada por aire y tierra a un buen número de dinosaurios (!) sin llamar la atención de ninguna autoridad y es factible ocultarlos en el sótano de una mansión (!!) mientras se sacan a subasta multitudinaria sin que los inquilinos de la casa se percaten (!!!), nos queda cuestionar si una de las habilidades incorporadas al Indoraptor es el cambio de tamaño a voluntad, porque solo así podríamos explicarnos sus garbeos de habitación en habitación y por el tejado.