OPINIÓN

Qué frío hace en la cima

Qué frío hace en la cima
Qué frío hace en la cima
Qué frío hace en la cima

NOTA DEL AUTOR: Al final de esta colaboración contaré qué me pasó en una fiesta con Julio Medem.

Hola. Soy una persona brillante y no puedo hacer gran cosa por evitarlo. ¡De verdad! No sé hacer nada mal ni aunque lo intente adrede. A parte, soy atractivo, tengo buena planta y una poderosa zancada, además de un gran fondo de armario.

Y sé que la gente lo nota. Saben que soy genial. Se acercan. Quieren estar conmigo. Cualquier cosa que les ofrezca les vale y me sonríen y se sienten agradecidos. Si no todo el mundo, gran

parte desde luego.

Pero tener talento, pero TALENTO en mayúsculas, puede ser una carga. En el fondo sientes que tienes una misión en la vida, algo poderoso que guía tus pasos. En mi caso es hacer reír. El Dios de la comedia me tocó con su dedo. Me eligió a mí y a mis compinches (aunque a ellos en menor medida, claro) para que llevásemos la felicidad a las gentes con nuestras patochadas.

Y aunque nos llenen los bolsillos con dinero, lo haríamos gratis. Porque es que además somos filántropos, y nosotros con la sonrisa de un niño, nos sentimos pagados.

¡Qué bonito cometido!

Bien, pues atención que tengo que advertiros de algo terrible: ¡HAY GENTE POR AHÍ QUE NO QUIERE QUE LO CONSIGAMOS!

Sí, así es. Y tienen blogs, hablan mal de nosotros, nos critican sin fuste, dicen que nos hemos quedado sin ideas, y que antes sí pero que ahora no, que hay que bajarnos los humos, y que ¡oh, là, là! y que olemos a caldofrán. No podemos permitírselo. Hay que tener los ojos bien abiertos. Localizarlos, apresarlos, untarlos en brea y emplumarlos.Para que aprendan. Y ya

está. Cuento con vosotros.

Y ahora es el turno de la anécdota que protagonicé junto a Julio Medem. En una ocasión tuve la oportunidad de que me presentaran al genial cineasta. Pero a la hora de saludarlo empecé a dudar si estrecharle la mano, abrazarle o besarle en la mejilla. Al fi nal, termine dándole un pico.

Aun así, por difícil que pueda costar creerlo, no me ha llamado para trabajar con él. Todavía.

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