OPINIÓN

Juanfran

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YO TENGO UN AMIGO QUE SE LLAMA JUANFRAN. Durante todo el colegio y gran parte del instituto me contó historias como las siguientes: una vez me dijo que había

saltado desde un segundo piso tumbado en una colchoneta de playa con forma de delfín, sin hacerse un solo rasguño. Otra vez me contó que tenía un tío en Canarias, en la isla de Tenerife más concretamente, que era capaz de manejar un avión teledirigido hasta la península, hasta Albacete más concretamente, y que entonces él se montaba en el artefacto y le llevaba de vuelta a las islas. De este mismo tío decía que era uno de los gladiadores que salían por detrás en la película Espartaco, el autor del discurso que leyó Cela cuando recibió el Nobel o que hablaba 50 idiomas, incluido el rarotongano. En otra ocasión nos soltó a toda la pandilla, que sus padres habían comprado en Andorra una televisión en la que se veían las imágenes en cuatro dimensiones.

Todas ellas me las creí a pies juntillas. Hace ya unos años me lo encontré y me contó que se había casado y que unos amigos de sus padres les habían regalado unas lámparas de mesilla horribles que guardaron en un altillo. Por lo visto meses después del enlace habían recibido una visita de, ni más ni menos, los autores del

presente. Su mujer y él repararon en el detalle y rápidamente cambiaron las lámparas habituales, por las feas. En un momento dado le dieron al interruptor para ver lo bonitas que quedaban y se encendieron unas luces debajo de la cama. Bueno pues ésta también me la tragué. Me juré que nunca mas le creería.

El caso es que el domingo pasado por la mañana recibo una llamadaperdida, llamo y era el Juanfran: –”¿Qué pasa, tío? ¿Te acuerdas que te dije que trabajaba en un NH al lado del Palacio de Congresos?”.

–”No sé de que estás hablando”.

–”Vale, pues soy el recepcionista. Y ahora atento, se acaba de suscribir un tío con el nombre de Roger O. Thornhill que es igual que Pedro Almódovar. Yo creo que viene de incógnito para los Goya. En media hora le tengo que subir un desayuno continental, si te vienes para acá corriendo…”.

Y ahí le colgué.

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