OPINIÓN

El inevitable declive

El inevitable declive
El inevitable declive
El inevitable declive

El otro día, después de comerme un arroz con caracoles y un pan de Calatrava, comencé a pensar en todo lo que había conseguido como actor, en todos los premios que me habían otorgado, en las buenas críticas que había cosechado y en la admiración que despertaba, y tras ese medio minuto de feliz reflexión caí en la cuenta de que había llegado el momento de algo que más tarde o más temprano es inevitable. Y no, no me estoy refiriendo al culo carpeta sino al DECLIVE.

Es duro llegar a esta conclusión pero si me tenía que cargar mi carrera mejor comenzar cuanto antes, y esa misma tarde empecé con la tarea.

Sin tiempo para echarme la siesta, me fui a robar al H&M. Lo hice sin disimulo como un grito de ayuda. Cogí corbatas, jerseys, pantalones, gorros que no me cabían en la almendra y me parece que algún pijama también, todo por valor de 24,95 euros. Por supuesto que me pillaron y llamaron a mi mujer. Ya no había vuelta atrás. Después quedé con un primo mío y nos fuimos a unos recreativos a buscar pelea lo que pasa es que estaban cerrados y pasamos a lo siguiente que era quedar con unas amigas suyas e irnos a un NH a inhalar helio y a beber ponche con Coca-Cola. La noche fue muy larga y todo está confuso en mi mente. Me parece que mi primo y sus amigas se fueron pronto porque tenían que trabajar, pero yo me quedé en la habitación tirando las toallas al suelo, sin haberlas usado, sólo para que las lavaran, desintonizando los canales de la televisión y llamando a otras habitaciones para colgar al instante.

Al día siguiente tenía que grabar y llegué 15 minutos tarde y sin duchar. En mis tomas balbuceé y fingí que no me sabía el texto. Estuve horrible. Al final me derrumbé, paré el rodaje y pedí perdón,

pero me dijeron que nadie había notado nada extraño y que si no me importaba podíamos continuar.

Ahora estoy planeando mi resurgimiento.

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