El día que conocí a CB

Hay cosas que en realidad no sucedieron jamás: Nunca gané un concurso de pintura rápida, nunca logré saltar el plinton y nunca me enrollé con una rubia misteriosa en verano. También lo que viene a continuación me lo he inventado, atended. Durante la promoción de Spanish Movie, pude por fin conocer al grandísimo y pedorro (llevaba una máquina de pedos escondida en la americana) Leslie Nilsen, con el que no llegué a coincidir durante el rodaje. En el espacio de un día y medio me lo llegaron a presentar cinco veces, en todas ellas me dijo: “Nice to meet you”. Bueno esto sí que es verdad, la ficción viene ahora.

En la proyección que se hace a la prensa de la película, me asomé un momento a ver cuál era la reacción de los entendidos en cine. Todos parecían divertirse, pero había uno que lo estaba pasando especialmente bien. Su sonrisa lo iluminaba todo.

Al terminar el pase, estaba compitiendo con Carlos Areces para ver quién era más ingenioso delante de un micrófono cuando alguien me tocó en el hombro. Me giré y era él. “¿Tú eres el que hace de fauno?”, me preguntó. “Depende de para qué”, le contesté. “Has estado soberbio”, me dijo. “Sí, soy yo”. Y no sé cómo pasó, pero empezamos una conversación larguísima. Me dijo que tenía luz y que a él con las personas, le pasaba como con las películas, que nunca se equivocaba. “Con sólo ver los primeros 10 minutos ya sé si es buena o mala”, prosiguió, a lo que yo contesté: “Yo a veces ha terminado el filme y no sé qué pensar”. “¡Díos mío! ¡Qué chocante eres! Tengo la tarde libre, ¿quieres venirte conmigo a pasarlo pipa?”, dijo.

Horas después, estábamos tirando globos de agua desde un balcón, llamando a varios interfonos y saliendo a la carrera y así. “Me tengo que ir a escribir mi colaboración para el periódico. Lo he pasado muy bien”, me dijo al final. “¿Cómo vas a poner la película?”, le pregunté. “Regular mal, adiós”. Y después se alejó. ¿No os he dicho su nombre? Carlos Boyero.