OPINIÓN

El amuleto de Simoneta

El amuleto de Simoneta
El amuleto de Simoneta
El amuleto de Simoneta

De un tiempo a esta parte vengo observando que la otrora cálida luz de la fortuna que me acompañaba ha dejado de iluminar mi camino.

¿Cómo es eso?

¡Ese personaje era mío! ¡El cásting fue genial! Es verdad que me sudaban un poco las manos y que no me acordé muy bien del papel pero hice unos tics muy graciosos y la voz que puse era de mear y no echar gota. Puse tanta energía en mi interpretación, tanta verdad, que casi no le dejaba decir sus réplicas a mi partenaire.

¡Pude ver admiración en la cara de la gente!

Entonces, ¿por qué no me llamaron después? Why?

(Flashback)

Hace unos años acudí a un rastrillo benéfico que se celebraba en el barrio de Salamanca, en Madrid. Señoras con el pelo cardado y muchas ganas de hacer el bien al prójimo pululaban por aquí y por allá. Yo me acababa de comprar un abrigo de astracán cuando vi cómo a Simoneta Gómez Acebo, en un descuido, se le caía una cosa. La recogí, pero cuando miré en derredor Simoneta había desaparecido.

Ese objeto lo guardé conmigo y desde ese momento, aunque no lo creáis, produjo un extraño influjo en mí. Por primera vez me tomaban en cuenta, me metían dinero en los bolsillos, me otorgaban premios, la fama caminaba a mi lado guiñándome un ojo, todos los papeles llevaban mi nombre, incluso mi torso se tonificó de una forma sorprendente.

Pero un día, durante un rodaje, mi amuleto desapareció.

Lo tenía en mi rulot, en una cajita forrada de raso. Y desde entonces… como mierda río abajo, si me permitís la expresión.

Alguien me lo robó. Alguien a quien vi salir a hurtadillas de mi rulot, ¡joder!

¡No soy un paranoico! Y ahora esa persona se está beneficiando de su mágico poder.

¡Mario Casas! ¡Devuélveme mi amuleto! ¡Devuélveme el ticket de la zona azul de Simoneta!

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