OPINIÓN

A la contra

A la contra
A la contra
A la contra

Hablemos de los críticos cinematográficos. No lanzo piedras contra mi tejado porque nunca he alcanzado tal estatus (además, como no poseo techo propio, sólo podría lanzar tejas contras los guijarros). Existe una crítica constructiva, rigurosa, divulgativa o entretenida, frente a comentaristas impulsivos, incompletos, vehementes o prejuiciosos. Cada persona es un mundo, hay espectadores que encajan en cada uno de los adjetivos usados en la frase anterior, pero la diferencia entre público y crítica sólo es el altavoz de las tribunas en medios, sean convencionales o alumbrados por las nuevas tecnologías. Si tengo especial interés en una película, evito las opiniones antes de verla, pero después busco textos sobre ella, especialmente si no me ha gustado, porque rebozo mi ira en los elogios ajenos de las obras que detesto. No hay maldad, sólo mucho tiempo libre.

Es injusto calificar una película en medio folio. El trabajo que cada largometraje lleva detrás no se refleja en esa impresión subjetiva y puntual, por muy argumentada que se presente, pero al mismo tiempo, la sinergia entre críticos y cinéfilos acaba formando parte del fascinante ejercicio de disfrutar el cine. Incluso a la contra, también leyendo entre líneas.

Hace poco escuché una reseña sobre la película de David Cronenberg ambientada en la trastienda de Hollywood. Alababa la actuación de la protagonista, pero definía la mirada del director como “desganada y perezosa” para lamentar “el bajón” de sus últimos trabajos. Noté que me impregnaba esa visión negativa, pero justo en la frase final, escuché un halago a Birdman como buen ejemplo sobre el mismo tema. Ahí saltaron mis alarmas. Por pura oposición a la película de Iñárritu, al día siguiente acudí raudo a ver la de Cronenberg. Ahora quiero que la Academia le quite a Julianne Moore el Oscar por Siempre Alice para que se lo den por la magnífica Maps to the Stars.

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