Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

Willem Dafoe, siga a Pasolini por todo el campo. Y si va al banquillo a por agua, usted también

Willem Dafoe, siga a Pasolini por todo el campo. Y si va al banquillo a por agua, usted también
Willem Dafoe, siga a Pasolini por todo el campo. Y si va al banquillo a por agua, usted también
Willem Dafoe, siga a Pasolini por todo el campo. Y si va al banquillo a por agua, usted también

"El fútbol es la última representación sagrada de nuestro tiempo. Es el espectáculo que ha venido a sustituir al teatro".

Pier Paolo Pasolini (1922-1975) es el cineasta más futbolero que ha dado el cine. Podríamos decir incluso que no ha habido otro intelectual de talla universal con más conocimiento real del juego. Por eso los gacetilleros tirando a enteradillos corremos el peligro de llenar con sus citas sobre calcio cualquier artículo sobre el cineasta y su relación con el balompié. Craso error. Sí, determinó que el fútbol es un sistema de signos, una lengua; habló del vínculo entre poesía, prosa y balón ("El pichichi es siempre el mejor poeta del año"), y sostuvo que el gol es subversivo, ineluctable, fulgurante. Pero en realidad basta con verle jugar al balón.

Por eso me ha defraudado la secuencia futbolera de Pasolini, la película de Abel Ferrara (Teniente corrupto, El general, Adiction...) sobre PPP, filme que tampoco me acaba de convencer [leer crítica aquí]. Los ímprobos esfuerzos de Willem Dafoe por resultar creíble jugando al fútbol, aunque inspiran indulgencia, no son suficientes, y no porque el de Wisconsin no llegue a tocar el balón en ningún momento. Lo que me molesta no es exactamente la escena en sí; que también tiene cosas buenas: es el único momento del filme sobre los últimos días de Pasolini en el que le vemos feliz. Liberado, cuanto menos. De las imágenes se deduce, por si no se sabía, que el juego le daba la vida. Para ello Ferrara, que de fútbol debe de andar más bien tieso pese a su origen italiano, se ha preocupado sin embargo de buscar un referente visual interesante para plasmar la pachanga de marras. En las imágenes del filme hay algo de la atmósfera pasoliniana que desprende la célebre sesión de fotos de PPP jugando trajeado en un solar romano arrabalero:

Pasolini-by-Garolla
pasolini-garolla

El problema es que esta secuencia ha sido exactamente lo que esperábamos, lo que habría hecho cualquier cineasta sin más, insertar un partidito y fuera, casi para cubrir el expediente de esa ya manida afición de Pasolini por el fútbol. Pero su pasión, intelectualizada, extraña, como nos recuerda Yago García en esta pieza con un vídeo increíble del reggista con los jugadores del Bolonia, era más que eso, y ésta de la película de Ferrara es una secuencia de fútbol cualquiera que no está a la altura de lo mucho que representaba el fútbol para Pasolini. De la trascendencia vital que realmente tenía para él.

pasolini pasolini4pasolini2 pasolini3

Ahora que lo pienso, esta carencia me obliga a destacar aquella secuencia del final del capítulo In Vespa del Caro Diario de Nanni Moretti. La vespa roja llega cimbreante a la playa de Ostia, hasta el punto exacto en el que apareció asesinado Pasolini. Es justo detrás de la portería de un campo de fútbol, que linda con la orilla del mar, donde se levanta un extraño monumento en memoria del director. Sin pretenderlo quizá, pero Moretti, con su homenaje al cineasta, nos deja un detalle precioso sobre la presencia del fútbol en la existencia de Pasolini. Y lo eleva a una cuestión de vida y de muerte. O más incluso, Shankly mediante. Que esa portería pueda salir por una casualidad en la secuencia no la hace menos emocionante. Ni menos bella.

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