OPINIÓN

'The Exorcist': sorpresa con el remake del clásico y una Geena Davis, desesperada

'The Exorcist': sorpresa con el remake del clásico y una Geena Davis, desesperada
'The Exorcist': sorpresa con el remake del clásico y una Geena Davis, desesperada
'The Exorcist': sorpresa con el remake del clásico y una Geena Davis, desesperada

Entre la avalancha de remakes que se avecina, The Exorcist (El exorcista), de FOX es la que mejor pinta tenía. Visto el piloto surgen las dudas. No porque no esté a la altura de las expectativas, si no porque no sabemos por dónde puede ir la cosa. Tampoco lo pone fácil el creador Jeremy Slater, guionista de El efecto Lázaro (deudora ya de El exorcista) y Cuatro fantásticos (aquí, silencio). The Exorcist no tiene nada que ver con Outcast, que, muy a nuestro pesar, ya hacía aguas desde el comienzo. El exorcista se inspira en la novela setentera de William Blatty y aspira a respetar el clásico (el guiño de pasada en el piloto al padre Karras es muy freak). Comienza con la imagen icónica del exorcista de negro con sombrero de ala ancha y en un momento clave del piloto se oye la musiquilla de órgano ésa que te ponía los pelos de punta. La serie está cuidada, llena de aciertos, de esos detalles que te hacen mirar con otros ojos la propuesta. Por ejemplo, se huye del viejo truco de elevar el volumen. Los sustos llegan porque uno se los espera. Cuando al poseído (en otra de esas imágenes ya populares del cine de terror) le da vueltas la cabeza, se le rompe el cuello. Que sería lo más lógico y lo que cualquier sacerdote en medio del fregado temería. Que es como decir: fenómenos sobrenaturales los justos. Tampoco es que haya muchos momentos como éste, sólo un par de ellos, pero qué bien llevados, especialmente con el que se cierra el episodio muy al estilo REC. No empieza en todo lo alto como Outcast, por seguir con uno de los últimos ejemplos de serie sobre posesiones demoniacas.

exorcist

El exorcista respira el suspense por otras vías más originales o, al menos, menos utilizadas. Tenemos a dos curas que dudan, un acierto de primeras. Uno, hispano, al que su hermana pone en duda su vocación. Se justifica que quiera apoyar a la familia en apuros porque necesita creer que Dios existe y que puede ayudarle en contra del Mal. El otro, un experto exorcista al que vemos enfrentarse al diablo con sus propios códigos alejados de la Iglesia, pero que ha decidido colgar los hábitos (nunca mejor dicho). Que estos dos se encuentren se debe a una escena que, en un principio, pensé que iba a ser al estilo Sense8 (el padre Tomás es Alfonso Herrera, el novio de Miguel Ángel Silvestre en la serie de los Wachowski). Esto es, que estos dos personajes pudieran “viajar” en el espacio. Pero no. Una pesadilla (que no deja de ser algo maligno) los encuentra y así es como, se supone, comenzará su colaboración. Digo se supone porque esto ya es parte de la historia del segundo episodio que aún no hemos visto. En el piloto, la idea central es presentar a los personajes y a esa familia atípica atrapada en una casa “encantada”. Si muchos han visto una sobreactuación de Winona Ryder en Stranger Things habrá que prepararse para coger las palomitas y disfrutar con la nueva reina del grito Geena Davis. Es su hija la supuesta poseída y como madre como única responsable de su seguridad, hará lo que sea por defenderla (el padre está catatónico –que, sí, puede llegar a ser otro tipo de posesión–, algo que le da más posibilidades a la trama). Lo interesante de esta revisión del clásico que dirigió William Friedkin no es sólo ese pedazo giro al final del episodio, un twist absolutamente inesperado y muy bien llevado (deja a Shyamalan en bragas), si no la sensación de que aquí el Mal es otra cosa, que va mucho más allá de atrapar las almas de los más débiles. Lo cual, intriga, y mucho. Destacaría la interpretación de ambos sacerdotes, en especial Ben Daniels (el padre Marcus) igual de inquietante que en la fantástica Flesh and Bone. Y con ganas de escuchar los gritos de Geena Davis, para qué engañarnos. Resulta un tanto chocante que, de primeras, su personaje intuya que sufren una posesión, pero qué demonios, ojalá se guarden un as en la manga con ella también y la veamos vomitar cual Regan.

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