OPINIÓN

Series de Mierda: 'Tattoed Teenage Alien Fighters', los cuñaos de los Power Rangers

Series de Mierda: 'Tattoed Teenage Alien Fighters', los cuñaos de los Power Rangers
Series de Mierda: 'Tattoed Teenage Alien Fighters', los cuñaos de los Power Rangers
Series de Mierda: 'Tattoed Teenage Alien Fighters', los cuñaos de los Power Rangers

Ahora que el ciclo de los revivals comienza a abarcar los 90, no tardarán voces en reivindicar a los Power Rangers. De hecho, existe un nuevo proyecto de película, para una franquicia que ha permanecido en antena durante casi 20 años. ¡Se dice pronto! Fue un pelotazo mundial como pocos, que provocó, como es natural, una oleada de imitadores. Desde los VR Troopers a Super Human Samurai, todos tenían algo en común: utilizaban diseños, vestuario y hasta metraje de una serie japonesa. Todas… menos una. Y anda que no se notaba….

Los Tatoo Teenage Alien Fighters from Beverly HIlls nacieron como una manera de seguir explotando la moda de los Power, pero de la manera más barata posible. Detrás de ella, la productora DIC, que lo había petado con series de dibujos como El inspector Gadget y buscaba ampliar sus operaciones al ámbito de la imagen real.

El título ya apesta a Teenage Mutant Ninja Turtles, sólo que aún más largo y complicado. Todo lo contrario que su acabado, con diferencia el más parco y cutre. Para esta segunda serie, la DIC  optó por utilizar el vídeo en lugar de en celuloide. Tradicionalmente, sólo hay dos tipos de producciones que utilicen el vídeo: las telecomedias de media hora y el porno.

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Y efectivamente, la serie parece la pornoparodia de los Power Rangers. La propia naturaleza del vídeo lo hace poco recomendable para grabar exteriores, así que TODA la serie transcurría siempre en interiores. Siempre los mismos, por supuesto, con lo cual el acabado era bien parecido al de un episodio de El príncipe de Bel-Air en el que soñaba ser un superhéroe. Pero sin las risas. Sin las risas y sin la gracia.

El argumento de la serie es el que todos os habéis supuesto aunque no hayáis visto ni un maldito minuto: unos extraterrestres eligen a cuatro jóvenes americanos para otorgarles poderes y que defiendan la tierra. En lugar de un cabezón holográfico a lo Zordon, teníamos a una masa protoplásmica que les daba las instrucciones: efectivamente, a los Alien Fighter les mandaba un gargajo gigante.

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Los cuatro héroes, actores de 25 años haciéndose pasar por adolescentes, tenían cada uno el poder de una constelación:  Tauro, Escorpio , Centauro y… Apolo. Nada que ver, por tanto, con Saint Seiya. Noooo señoooorrrrr. Cada de uno de ellos quedaba marcado con un tatuaje, anticipando la moda cani de tatuarse ya en el instituto. Eso sí: en la serie los llevaban bien tapaditos, para no dar mal ejemplo, y sólo se hacían visibles en momentos de peligro. Es entonces cuando los utilizaban  para transformarse en unos… ¿súper monitores de gimnasio?

No hay otra manera de describir el “uniforme de combate” de sus alter ego:  ¿dónde han visto ustedes a un superhéroe con esa ropa?  Las caretas añaden un punto especialmente ridículo, pues que cuando luchan lo hacen siempre en el mismo lugar, una especie de paraje virtual donde se desarrolla la acción. Evidentemente están para disimular que los dobles cachas de nuestros personajes no se parecen demasiado a los jóvenes actores.

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Privados de metraje japonés y con muy poquito dinero, a los productores no les quedaba otra que pasarse por el arco del triunfo una de las convenciones del género sentai: las peleas con enemigos sin nombre, como los famosos masillas. Nada de eso. Sí que teníamos enemigos gigantes, que amenazaban el típico póster con un skyline que puedes encontrar en muchos restaurantes.  No quedó más remedio que fabricar diferentes trajes de monstruos, que variaban entre los aceptable y lo lamentable y para colmo, tuvieron que ser reutilizados en multitud de ocasiones. ¿Y qué hay del típico “robot” de los buenos? Pues, como siempre, era invocado por todos los héroes a una, y consistía en una especie de caballero metálico genérico, como salido de una carta del Magic de las primeras ediciones, y sin ninguna relación con el tema astrológico que tenían sus personajes.

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Sin exteriores, sin extras y con unos efectos especiales sonrrojantes,  es evidente que los guionistas tenían que hacer encaje de bolillos para sacar adelante los 42 (¡) episodios que tenían contratados. Y ojo: sin caer en la chanza o el convertir la serie en una parodia del género. Quizá esta opción la hubiera hecho más memorable e interesante, pero en el momento de la escritura de los libretos parece que no tenían mucha idea de las limitaciones con las que contarían. Como he mencionado al principio, el aspecto 100% sitcom de la serie pide a gritos más cachondeo. Y no lo he tenemos: de hecho, los personajes solían citar a filósofos, hablaban de historias y se psicoanalizaban en voz alta: se nota que era contemporánea a Dawson crece.

En España, la serie fue adquirida por Antena 3 y sus programadores, tras comprobar la “calidad” del producto, la relegaron a la primera hora de las mañanas de los fines de semana. ¿Qué chaval se iba a levantar a las 7 de la mañana para ver esto? No creo que muchos: yo apenas pillé algunos capítulos y no fue por madrugar, sino por trasnochar como solía hacer los fines de semana. Venga, me lanzo: reconozco que la “Alien Fighter” rubia, K. Jill Sorgen, me hacía tilín. La serie ha sido reeditada en DVD, con lo cual puede ser vista fácilmente por cualquier interesado. Que alguno habrá, ¿no? ¿Hola? Holaaaaa….

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