Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

Promoción Iniesta

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Promoción Iniesta

Casi como el que no quiere la cosa, al estilo Andrés Iniesta, la película Promoción Fantasma [aquí unos cuantos spoilers] ha hecho fácil lo difícil. Cierto es que es sencillo caer rendidos al talento de Raúl Arévalo y Alexandra Jiménez (cómo me gusta esta actriz, incluso aunque se haya quedado en los huesos), pero es que además hemos visto cómo ha rescatado el cine de instituto de los ochenta con dos de pipas. Ahí están los guiños a El club de los cinco, a Wham!, a la orilla pija de la movida madrileña y sus cerezas de Pachá, todo ello con sutiles ecos de la dirección artística del cine los hermanos Calatrava, y olor a comedor de colegio concertado y a primera borrachera de fiesta de fin de curso. Si hasta dan ganas de repasar la lista de poetas de la Generación del 27 y releer en voz alta a Manuel Altolaguirre después de verla.

Pero hay más, lluvia de balones (y un par de tetas al aire) aparte. Hay un momento en el que la película alcanza un emocionado cénit futbolerocinéfilo. Promoción fantasma recuerda el golazo de Iniesta a Holanda y con ello rinde un sentido homenaje a toda una generación de treintañeros que malgastaron su juventud (sí, aunque busquemos alargarla por todos los medios posibles, los que nacimos bien entrados los 70 ya somos gente madura) esperando que la selección española de fútbol pasara de cuartos en un Mundial. En realidad, ese grupo de fantasmas ochenteros en el limbo de la película somos todos aquellos que tardamos más de 30 años en ser campeones del mundo. Va por nosotros, generación perdida.

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