OPINIÓN

'Magical Girl' y la Generación Picnic

'Magical Girl' y la Generación Picnic
'Magical Girl' y la Generación Picnic
'Magical Girl' y la Generación Picnic

Extraído de la Enciclopedia del Cine y de la Televisión. 16ºedición. 2068. Madrid

… Picnic bar, Picnic cafetería-bar o El Picnic, como fue más comúnmente conocido entre la variopinta fauna que pululó por su barra en la segunda década de nuestro siglo, fue un local situado en el número 1 de la calle Minas. Su fama internacional se debe a que allí nació, en algún momento indeterminado entre 2009 y 2014 la generación más gloriosa del cine y la televisión española, la llamada Generación PicNic.

No se sabe con certeza quién fue el acuñador del citado término. Algunos autores, en concreto Fernando Calonge en su tesis doctoral Hagamos un corto. Historia de una tragedia. La saturación del pequeño formato en la España de principios de siglo, plantean la posibilidad de que el primero que utilizó dicha expresión fue @GatitaPodrida, una chica (o chico) que en su perfil de twitter se refirió a Borja Cobeaga, Manuel Bartual, Carlos Vermut, Nacho Vigalondo y a otros como “esos flipaos que van al Picnic”. Aquí comenzó una larga serie de tuits, recontratuits, favs, retuits y blocks hasta llegar, dos minutos más tarde, tras muchos insultos y amenazas de muerte, a la gestación del concepto Generación Picnic. (Para aquellos que no sepan lo que es twitter les recomendamos leer la entrada “Twitter, Instagram y otras aplicaciones desaparecidas al descubrir que provocaban cáncer”. A mediados de siglo también se descubrió que el running, las bicicletas, los muffins, seguir a tuitstars, acariciar el pelo a Pablo Iglesias y los cachopos también provocaban cáncer).

Otros autores, como Felipe de Borbón, convertido en destacado blogger de cine tras abdicar del trono en 2020 al descubrirse que en realidad medía 1´94 y no 1´97 como siempre nos habían hecho creer, apunta a que el concepto nació un poco “por casualidad”, sin que pueda atribuirse su autoría a nadie en concreto. Nus Cuevas, compositora, camarera del Picnic en su época más gloriosa y testigo fidedigno de primera mano, es de la misma opinión. En su última entrevista, concedida a The New York Times en 2039 antes de desaparecer en la jungla camboyana cuándo intentaba grabar el canto del último tigre blanco con el objeto de incorporarlo a su última sinfonía, planteaba la posibilidad de que el primero en utilizar el término Generación Picnic fuera el dictador de Corea del Norte Kim Jong-un.

Según Nus, Kim, tras fracturarse los tobillos en 2014 por llevar tacones y tener que pasar varias semanas en cama, pidió para entretenerse “películas españolas”. El Ministerio de Cultura, siempre solícito con las peticiones de dictadores jamesbondianos, le mandó por valija diplomática un paquete con las tres o cuatro películas que más estaban pegando, entre ellas Magical Girl de Carlos Vermut. A Kim, según siempre Nus, le cautivó la extraña belleza de la película y pidió saber todo sobre ese “grupito de simpáticos cineastas” que se juntaban en ese “simpático bar” de Malasaña.

¿Verdad o mentira? Nunca se sabrá, ya que de la comitiva que viajó a Corea del Norte para entrevistarse con el dictador, entre los que se encontraban Manuel Bartual, Alberto González Vázquez, Raúl Navarro o Gareth Bale, no volvió ninguno.

Se suele citar el Festival de San Sebastián de 2014 como el detonante de la explosión “Picnic”. Lo que hasta ese momento solo había sido un bar de copas más de Malasaña, conocido sobre todo por las partidas de “Lobos” que se realizaban en su planta de abajo, se convirtió en el Meca y Santuario de jóvenes cineastas que empezaron a acudir en peregrinación desde todos los rincones de España. Allí podían codearse con sus ídolos, ya embriagados por el éxito de sus propuestas cinematográficas pero todavía no ensoberbecidos por el descomunal éxito de crítica y público que estaba por llegar.

Entre los miembros más destacados de la Generación Picnic se encuentran Borja Cobeaga, coguionista junto con Diego San José y Günter Grass (no acreditado en créditos) de las exitosas Ocho apellidos vascos, Ocho apellidos catalanes, Ocho apellidos gallegos, Ocho apellidos vascos 2, Ocho apellidos vascos 3, Ocho apellidos catalanes 2, Ocho apellidos vascos y catalanes, ¡el despiporre! 1 y 2 o el remake de Tuno negro, quizás su película más experimental. El inexplicable fracaso de esta en taquilla le abocó a una espiral de drogas, alcohol y puritos Reig del que no salió hasta que su amigo y también miembro de la Generación Picnic Nacho Vigalondo le financió la que sería su última y tal vez más bella película: otro remake de Tuno negro que, inexplicablemente, tampoco funcionó. No fue hasta 2030 cuándo Cobeaga (también llamado por sus amigos Korbe, Kobe o Mr Jinks) salió del profundo bache artístico y emocional en el que le había sumido el fracaso del remake del remake de Tuno negro. Lo hizo con la adaptación para el cine de la carta de vinos del restaurante Mugaritz.

Nacho Vigalondo sería otro de los miembros destacados de la Generación Picnic. Sus primeras ochenta y siete películas resultaron ser una bocanada de aire fresco en el enrarecido ambiente del cine español, dominado hasta entonces por la llamada Generación José Alfredo. Sin embargo, tras su sorprendente, y muy publicitado, matrimonio en Bali con la ex alcaldesa Ana Botella, Vigalondo fue abandonando el cine poco a poco. O como le gustaba decir a él en sus últimos años “él me fue abandonando a mí”. Su última película (o “experimento teluricoforme” como le gustaba llamarlo a él en sus últimos años, años de demencia provocados por su afición a la ingesta de sardinas Cuca en mal estado) fue la fallida pero interesante ¡Surrealismus!. La película, un único plano fijo del logo de Windows 10 que duraba doscientos setenta y cinco minutos, no fue entendido en su momento. Hoy se considera su obra cumbre.

La sorprendente y para nadie esperada vuelta del cine mudo acabó con la carrera de la gran mayoría de los cineastas de la Generación Picnic. El nuevo paradigma les cogió por sorpresa. Ellos, que habían sido la vanguardia, se encontraron de repente superados por las nuevas generaciones que consideraban su cine caduco y trasnochado. Cobeaga, Vigalondo, Vermut, Adolfo Valor… empezaron a ser vistos como viejos dinosaurios por la autodenominada Nueva Guardia Del Cine Español.

Una nueva época había comenzado.

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