OPINIÓN

Los Cazafantasmas chinos

Los Cazafantasmas chinos
Los Cazafantasmas chinos
Los Cazafantasmas chinos

Los fans de la exploitation maldecimos que el éxito de Los Cazafantasmas no vino acompañado de un montón de imitaciones americanas o italianas. ¡Con las posibilidades que tenía! Es difícil acotar el motivo: los efectos especiales no impidieron que pasara lo mismo con Star Wars, ni la falta de cómicos de talento impidió que hubiera un montón de copias de los Albóndigas. Sea como fuere, no tuvimos Cazafantasmas españoles o italianos. Los que más cerca se quedaron de hacer unas buenas copias fueron… los chinos.

En 1985, el film de comedia sobrenatural Mr. Vampire reventó las taquillas de Hong Kong y, esta sí, propició decenas de imitaciones de menor calado. ¿Y si juntamos a los cazafantasmas americanos con los chinos y sus métodos taoistas? ¿Qué nos saldría? Pues nos saldría algo así como Ghost Chaser (1986), dirigida y guionizada por el zumbado de Wong Jing, uno de mis directores favoritos en esto del cine locuelo.

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El film de Jing también sucede en un moderno rascacielos, donde las presencias malignas comienzan a hacer aparición. De hecho, la primera escena de la película es similar a la abducción de Dana en la película de Harold Ramis, sustituyendo la nevera por una simple puerta, que acaba abduciendo a una pobre desgraciada.

Pronto conocemos a nuestros protagonistas: aquí  la investigación paranormal no corre a cargo de ningún equipo de científicos, si no de un simple guarda de seguridad (Stanley Fung), que será ayudado por… el mismo Wong Jing, un nerdaco debilucho de enormes gafas, cual Rick Moranis en el original.

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Los sucesos paranormales comienzan a sucederse. La televisión es un portal al mundo de los espíritus, como en Poltergeist, sólo que aquí, directamente, le salen patas y manos y hacen la puñeta a  Wong Jing. Por supuesto, al principio nadie cree a nuestro héroe…  pero por suerte, una investigadora de lo paranormal, morenaza con el pelo a lo Sigourney, se huele algo cuando ve el cielo negro negro sobre el edificio: tiene un feng shui muy malo, que atrae a los espíritus negativos.  No es “la torre de control de fantasmilandia”, pero claro.

Resulta que toda la familia de la chica tienen poderes: su madre y su hermana también saben magia, y tendrán que liderar este equipo mixto de cazafantasmas para detectar que sucede en esa casa. Aquí las mujeres llevan la voz cantante, y los chinos, tan panchos. Como no había Twitter…

No tardaremos en descubrir que los espíritus malvados no vienen de la dimensión de Gozer el Gozeriano, sino que son soldados japoneses de la 2ª guerra mundial que todavía hacen la puñeta a los humanos. Víctima a víctima, el malvado general japonés se acerca a su objetivo: volver a encarnarse en nuestro mundo para dominarlo en nombre del Japón imperial.

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A partir de ahí comienza una lucha entre los humanos y los espíritus. Nuestro lado utiliza métodos tradicionales del taoísmo, y los malvados, todo tipo de posesiones y transformaciones para dar miedo a los humanos. Alguno hasta se morirá de un infarto.  El más efectivo será un amuleto que lanza unos rayos para atrapar a los fantasmas y encerrarlos, no en una trampa, sino en un farolillo... rojo. Los poderes del puticlub unleashed.

Si habéis disfrutado de las típicas comedias de sobrenaturales de los 80 como Mr. Vampiro o Encuentros en el más allá, os lo podéis pasar bastante bien con este Ghost Snatchers. Cargado de folklore chino, humor físico y efectos especiales, es imposible no reírse con algunos de los gags y situaciones que propone la película. Destacaremos una delirante escena en la que tratan de evitar que los fantasmas hagan trampas en una partida al mahong, con un peluche malmetiendo entre los jugadores. Matar personas es una cosa… ¡pero hacer trampas en el mahong! ¡Eso nunca!

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Eso sí, no llega a estar entre lo más destacado del género debido a los descoyuntado del guión,  un sin dios que acumula gags y situaciones que poco aportan a la trama principal. No todo es comedia ojo, que hay algunos momentos gore bastante acusados, que recuerdan (de nuevo) al momento más repugnante de Poltergeist, con aquel tipo arrancándose la cara en el cuarto de baño, o una escena con zombis parlanchines en un cine porno al más puro estilo Un hombre lobo americano en Londres.

El clímax final, una batalla en el mundo de los espíritus con fantasmas, esqueletos voladores, rayos láser y explosiones te deja con un buen sabor de boca. Wong Jing repetiría en 1989 con GhostBusting presentando,  esta vez sí, un equipo completo de cazafantasmas femeninas y hechiceras. No: estas no llevaban mochilas de protones, pero su nivel de gilipolleces es inalcanzable por el cine americano. Con la posible excepción de Transformers 2, claro.

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