OPINIÓN

Las mejores series de terror: de Hitchcock a Hannibal

Las mejores series de terror: de Hitchcock a Hannibal
Las mejores series de terror: de Hitchcock a Hannibal
Las mejores series de terror: de Hitchcock a Hannibal

Echo de menos en las series de terror el toque simpático y sexy, por ejemplo, de Historias de la cripta. Recuerdo ese episodio (La mimada, 3x13) en el que una talifan de las telenovelas (ríete tú de Jane the Virgin) se lo monta con el antenista que le arregla el televisor, todo trufado de diálogos ambiguos. “Quiero tener más canales, estoy lista para el cable”, dice ella. “Tienes la recepción, sólo falta que te la enchufe”, responde él.

El misterio cincelado a golpe de cachondeo fue la combinación perfecta también en la mayoría de los filmes de terror de los 80. Y nos encantaban. Además de Historias de la cripta o En los límites de la realidad, estaba el pueblo de Royston Vasey de la británica The League of Gentlemen (Psychoville fue lo siguiente) que daba tanto miedo (y risa) como ver a Jane Fonda en la pasada alfombra roja de los Grammy.

La culpa de todo la tuvo un inglés tan orondo como retorcido. Alfred Hitchcock presenta… (1955-62) iba precedido de un comentario socarrón del flemático director y rematado en su final con una suerte de moraleja, con la que advertía, normalmente, de los peligros de tomarse la justicia por su mano y que servía, además, a efectos publicitarios: el espectador se tragaba los anuncios, esperando esta breve acotación.

“Existencia es igual a pesadilla”, que diría Thomas Ligotti. La tele supo aprovechar nuestros miedos y estas historias de misterio crearon escuela. La dimensión desconocida (The Twilight Zone, 1959-64) y la más ci-fi Rumbo a lo desconocido (1963-65) serían el germen de los cuentos de la Hammer, La casa del terror (1980), como la británica Kolchak (1974-75), lo fue de Expediente X (1993-2002), que pronto volverá con seis nuevos episodios.

En los 80, seguirían triunfando estos relatos, como Cuentos desde la oscuridad (1983-88) y Las pesadillas de Freddy (1988-90), cuyo piloto funcionó como precuela de la peli. Otras Pesadillas, las de R. L. Stine (1995-98), compartieron parrilla con un revival en los 90: los vampiros. El lado salvaje del deseo (The Hunger, 1997-2000) y Ultraviolet (1998) coincidieron en el tiempo con el fenómeno Buffy, cazavampiros (1997-2003), que contaría con un spin-off, Angel (1999-2004). Por no hablar de los demonios de Millennium (1996-99) y los de Apparitions (2008). En los últimos 15 años, hemos disfrutado de joyas como Masters of Horror (2005-07), Fringe (2008-13) y otras tantas apuestas…

Poco o nada queda de la broma ochentera en la tele actual. Como mucho, la mujer troll y el Hitler resucitado de Man Seeking Woman, una joyita que no debería pasar desapercibida. Pero si hablamos de terror del bueno, del que alimenta las pesadillas, los fans del género no nos podemos quejar. La competencia entre los monstruos de American Horror Story, Hemlock Grove o Penny Dreadful (por decir algunos) ha parido engendros televisivos dignos del mejor cine.

Dos series han roto esquemas (al menos en mi termómetro estomacal, el de la náusea), por subir el listón de lo televisivamente permitido (y no me refiero a True Blood, que también). No he podido continuar más allá de la cesárea de The Knick, que no es precisamente una serie de terror, y qué decir de la pierna estofada de una serie que se emite en abierto en Estados Unidos, Hannibal, haute cuisine!

Ojo con el siguiente vídeo, no apto para todos los estómagos. Warning.

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