OPINIÓN

Kárate a muerte en Calcuta

Kárate a muerte en Calcuta
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Kárate a muerte en Calcuta

Al asomarse a una filmografía tan inmensa como la India uno descubre que no solo tiene un montón de obras maestras y taquillazos megapopulares: también tiene centenares de títulos menores y series B por descubrir. El público de la Monstrua de Cine Chungo pudo vibrar con uno de ellos: Karate a Muerte en Calcuta (Paayum Puli).

El atractivo de Bruce Lee y las artes marciales fue realmente universal. Y la india también produjo sus films de Kung Fu durante los años 70 y 80 (solían llegar tarde a todas las modas, los pobres). Paayum Puli es uno de los que tuvo más éxito: el protagonismo de uno de los dioses del cine, Rajinikanth ayudó en buena medida.

Rajinikanth fue una superestrella durante 30 años el sur de la India. En su día tenía una gran sonrisa, bigotazo, bailaba bien y tenía carisma. Eso sí: no era, ni mucho menos, un consumado artista marcial. De hecho, el tipo luce una prominente panza y no resulta especialmente convincente en sus lances. Nada que no solucione una mezcla de dobles, cámara rápida y un montaje alocadísimo. Y ese pelazo que tenía hipnotizado a las damas.

Kárate a muerte en Calcuta

La historia es tan simple como la de cualquier film clásico de kung fu. Un mafioso asesina a la hermana del protagonista por husmear demasiado. Nuestro héroe recibe una paliza casi mortal, pero es rescatado por un viejo maestro. Un poco porque sí, le anima a que se apunte al monasterio y sea su alumno: está la cosa muy malita para los gimnasios / templos Shaolin de barrio. Rajini decide aprender artes marciales para vengarse de los malvados.

En el templo, Rajini demostrará un talento innato para el kung fu, dominando su ataque especial: el cabezazo. Mientras haga las cosas con la cabeza, es casi indestructible. Por ejemplo: en lugar de esquivar los golpes apartándose, es mucho mejor si lo hace rodando con su cabeza por el suelo. Realmente inenarrable.

Una vez Rajini sale del templo, se pone a buscar trabajo, con tan buena suerte que en el hotel donde curra descubre al asesino de su hermana. Más casualidades que en una peli de Spiderman. En breve se dedicará a seguirle a su base, acabar con todos sus esbirros y darle pal pelo. La base tiene más pinta de discoteca de que cuartel general, y las pintas del malo, con su bigote teñido y choflas horrorosas están a altura.

Tampoco podemos olvidar al gran “León”, el esbirro más fiero y cruel del mafioso. Cruel con el espectador, al que tortura con la facha que lleva. El tipo tiene tanta altura como poca vergüenza: va vestido como un AUTÉNTICO MAMARRACHO. Le dejo el vídeo entero del combate para que flipéis y os animéis a verla.

Ah, y claro, se enamora de una joven y cantan canciones románticas juntos. Que no falten.

Paayum Puli es un film tremendamente divertido, con un ritmo muy acelerado, especialmente para el tradicionalmente algo lento cine indio. Quema etapas a gran velocidad y adorna su metraje con divertidísimas luchas, tan enérgicas como cutres. Es imposible no reírse con algunas de estas peleas. Y el carisma de su protagonista, el llamado “Tigre Saltarín” se impone a esta cutrez generalizada: al final, hasta el espectador más pesado y cínico acaba aclamando la búsqueda de venganza de su genial protagonista.

Tan solo las canciones lastran un poquito su metraje. Y ni eso, porque durante los últimos 40 minutos no tenemos ninguna: solo pelea tras pelea mientras Rajini se encarga de destruir el imperio del crimen del malvado. Todo se resuelve en algo más de dos horas de metraje, un logro para la filmografía del subcontinente.

Kárate a muerte en Calcuta

Rajini siguió encadenando éxitos durante el resto de décadas. En 2009 protagonizó Robot, la loquísima odisea de CGI cuyo tráiler se hizo viral incluso en occidente. Y que es un buen representante del mejor cine Tamil (sur de la india): loquísimo y entretenido, repleto de acción y en el que todo vale para hacer que el espectador lo pase bien.

En cuanto a Paayum Pooli, a pesar de funcionar muy bien en taquilla, no supuso más papeles de artista marcial para Rajini: sus limitadas habilidades son el punto flojo del film. Y aun así, os aseguramos que es una auténtica juerga. Un film tan válido como cualquier otro para empezar a ver cine indio y pasar un gran rato con los amigos. Para fans del kung fu… y del cine mundial.

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