OPINIÓN

Hemos visto la peli del Capitán América... y es una mierda

Hemos visto la peli del Capitán América... y es una mierda
Hemos visto la peli del Capitán América... y es una mierda
Hemos visto la peli del Capitán América... y es una mierda

Sí, la hemos visto… ¡pero la de 1990! Ya les avisé en nuestra primera entrega de que, en la mejor de las tradiciones Grindhouse, les íbamos a tomar un poco el pelo con nuestros titulares. Pero ahora que andamos todos dando vueltas a cómo será la película de Chris Evans, que mejor momento para recordar como fue aquella primera intentona cinematográfica. Lo podemos resumir en una palabra: FAIL.

Tras la disolución de la hoy legendaria Cannon Films, los dos primos Golan y Globus formaron productoras independientes. Menahem Golan fundó la 21st Century Film Corporation y se dispuso a producir su primera película. Durante la última época de la Cannon había podido iniciar un número de proyectos con Stan Lee y la Marvel. De aquella sociedad solo salió aquella película de The Punisher, y se quedó por el camino una supuesta adaptación de Spider-Man que tras pasar por muchas manos parecía que rodaría el tremebundo Albert Pyun, con un presupuesto de apenas 2 millones de dólares. Para arrancar su nueva empresa con un proyecto interesante, Golan tiró de aquellos contactos, y trató de sacar adelante en 1990 un film sobre el mismísimo Capitán América.

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Al señor Pyun, le tienen bien controlado los más videoclubérrimos: un currante medio filipino cuyo cine garbancero siempre se ha caracterizado por no cumplir con las expectativas generadas. Ahí estaba aquel Cyborg de Van Damme con algunas de las peleas peor rodadas de los 80, o su obra magna, Nemesis, aquella con la que se supone se lanzaría la carrera del kickboxer francés Oliver Gruner, que no pasó de héroe segundón de videoclub. El por qué el hombre hacía tantas películas de acción cuando nunca fue especialmente rodándola o montándola es un misterio superior al del éxito de Manolo García.

Precisamente fue él que tuvo la suerte, o mejor dicho, el que se vio en el marrón de tener que encargarse de este Capitán América hecha con cuatro duros. La combinación del descuido habitual de Pyun y el poco dinero disponible da lugar, como no podía ser de otra forma, a una peli sosa y desangelada, por momentos ridícula, y con muy poquito que ver ni con los peores momentos de los cómics del personaje.

El argumento es el siguiente: en 1936, El Eje crea mediante un proceso secreto a Cráneo Rojo, un supersoldado nazi. Horrorizada, la científica responsable del proyecto huye a los EEUU y ayuda a crear a una contrapartida: el Capitán América. En el transcurso de su primera misión, salvando Washington, el Capitán termina congelado en Alaska. 50 años después, a principios de los 90, el Capitán es descongelado y tendrá que intentar adaptarse al mundo moderno. Su reaparición no podría ser más oportuna: Cráneo Rojo sigue en activo y planea secuestrar y lavar el cerebro al presidente de los EEUU. El Capitán tendrá que tomar cartas en el asunto.

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No suena mal, ¿no? Bastante comiquero, en principio, ¿no? No. El film es un petardo considerable. Es lento, ramplón e incapaz de resultar mínimamente emocionante, una especie de película proto-Asylum en cuanto a nivel de sopor y realización mediocre se refiere. Y repleto, me van a perdonar, de gilipolleces y chapuzas. Al menos este desfile detallitos megachorras es bastante elevado, lo que hace que sea un buen material si tienen una página de reseñas de infracine. ¡Anda, como yo! Les voy a contar mis partes favoritas.

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Cráneo Rojo es Italiano:

Los fascistas secuestran a un niño italiano muy listo (aunque su talento parece limitado a tocar el piano). Le inyectan la fórmula de marras y, siete años después, se convierte en… ¡Cráneo Rojo! Como lo leen. Cráneo Rojo es italiano y no alemán. Un gravísimo error que despoja de todo interés a un personaje que se supone encarna la crueldad nazi. Pero claro, la Yugoslavia donde se rodó la película pasa mejor por Italia que por Alemania. Ah, y además, en esos 7 años pasa de ser un niño de 11 a un tío de treinta y tantos y de ser un buen chico a un auténtico hijo de puta. Imaginaos cuando hagan la quedada de reunión de su clase del cole por Facebook, el susto que se van a llevar sus compis.

El cutre proceso de creación de los Supersoldados:

Algo que debían haberse saltado o como mínimo, mostrado de otra manera. El concepto original de una fórmula en plan Zumosol era elegante y funcional. Aquí tenemos un montón de chispas, luces y un ruido infernal que hacen que se su cuerpo crezca y se hinche de músculos. Igual pasa lo mismo en las discotecas y por eso hay tanto mazao. Una vez concluido, un nazi le pega un tiro a la doctora. Bien podría habérselo pegado ANTES de iniciar el experimento, pero no: no es cuestión de robarle el protagonismo a nadie. Todos tenemos derechos a nuestro ratito de fama

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El traje del Capitán América:

El pobre Salinger parece embutido en un traje de hombre rana azul, asemejándose dándole cierto parecido a otro gran héroe: el Boomer de los chicles (¿para cuando la película.. No sólo eso: el agujero para sacar las orejas molestaba al actor por el roce, así que cerraron esa parte de la máscara… ¡y pusieron orejas de goma encima! Y encima, la careta aplasta la nariz del actor, dándole un cierto aspecto de Tortuga Ninja. Según el guión, el traje es especial y las orejas tienen poderes.

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Cráneo Rojo es gilipollas:

¿Recuerdan que he dicho que Cráneo Rojo era, supuestamente, un niño prodigio? Pues no se lo pierdan: con el Capitán atado a un misil, este cae en el viejo truco de “te voy a decir algo al oído”, recibe el mencionado cabezazo y el capi le coje de la mano. Bien, pues librarse, opta por CORTARSE LA MANO CON UN CUCHILLO. No, nada de pinchar la mano del Capi para que le suelte, no. Prefiere cortarse la mano. Y éste es un superdotado. Normal que veamos al final que tiene un piano en la azotea del castillo.

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La tecnología nazi da asco:

En serio. Da muchísimo asco. Cuando el mencionado misil en el que va atado el Capi está a punto de llegar a la Casa Blanca, al Capi se le ocurre dar unas patadas al misil. Y con esa medida tan tonta consigue desviarlo hasta Alaska, donde se estrellan. No; la mierda misil no explota y el Capitán pasa 50 años congelado, hasta que el destino, en forma de reporteros de noticias del mundo, le devolverá a la vida en la América de los 90.

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El Capitán América no sale nada:

Ni Capitán… ni América. Una vez despertado en nuestro tiempo, nuestro héroe se pasa la película en plan trotamundos, yendo por Canadá y apenas recalando un ratito California para acabar, de nuevo, en Italia. Todo esto, como no, de paisano. El traje no vuelve a aparecer hasta el final del film (por motivos obvios). Y con Cráneo, otros tantos de lo mismo: en el mundo moderno se ha sometido a cantidad de operaciones de cirugía y parece más el Cara de pasa de Dick Tracy (¿se acuerdan?) que el malo de los tebeos. Normal que el espectador se siente algo estafado. Aunque ahora que lo pienso, en la del Caballero Oscuro tampoco salía nada Batman y el personal alucinando…Igual le tenían que haber dado ronquera.

La lamentable banda sonora.

Compuesta a golpe de teclado y con una total y absoluta desgana se trata una de las más ratoneras de la historia del cine. En serio. Como tema, una balada a cargo del peor imitador del Springsteen 80’s que os podéis imaginar. De verdad que cualquier tipo de música de archivo hubiera sido preferible a esto.

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El Capitán se quiere trajinar a la hija de su novia

Tras vagar por California, el Capi encuentra la casa de su ex novia, que aún vive en el mismo sitio, 40 años después. Como ella es ahora una viejecita que reconstruyó su vida junto a otro hombre, el capi escoge a su hija peliteñida como compañera de aventuras. Ya se sabe que con la adrenalina corriendo por las venas es más fácil triunfar: ¿por qué se creen que se ven tantas parejitas viendo pelis de acción?

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El propio escudo del Capitán América.

Sí, es evidente que canta muchísimo a plástico. Pero eso no es lo peor. La mayoría de las veces, el Capitán lanza y recupera su famoso accesorio con un par de cortes y sacando y metiendo la mano del encuadre. Una opción barata y decepcionante, pero apañadita. Y preferible vista la alternativa: al principio de la película vemos como el escudo rompe una torre de vigía y vuelve a su mano por arte de magia, sin rebotar en ningún lado. En los tebeos puede colar. Aquí no. Para que no lo confundamos con el martillo de Thor, vuela de manera absurda, como si fuera un avión teledirigido a una velocidad tortuguesca. Por si fuera poco, en una escena, el escudo sale volando y corta una pistola por la mitad, pero en ningún otro momento parece que sea tan afilada. ¿En que quedamos? De remate, el escudo no le protege en ningún momento de nada peor que una bala y el tipo lo lanza como el que lanza piedras a su primo en el campo.

El Capi no sabe luchar y es un tramposo y un cobarde.

No, en serio. No sabe. El tipo no puede con tres civiles montados en moto. En otra escena, cráneo le parte la cara no en una sino en dos ocasiones. Y en buena lid. De hecho, el que acostumbra a utilizar triquilueñas es el Capitán: principalmente, cabezazos a traición y engañar a viejos y mujeres para robarles el coche (¡en serio!). Desde luego, representa bien los valores de esa gran nación.

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Los periódicos rotantes dan cosica

Vean como está escrito Springfield. Y lloren. Además, si se fijan, las noticias que acompañan al titular son siempre las mismas. Para colmo, la música que acompaña a los periódicos de las diferentes décadas está mal elegida: la de los 70 parece más bien un tema new wave a lo Duran Duran, y la de los 80 es 100% peli porno. Todo esto nos da la que es, desde ya, la peor escena de periódicos rotantes ever.

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Las lamentable escenas de acción.

Lo normal en una peli de Albert Pyun: escenas confusas, mal rodadas y con una acción digna de un combate de parapléjicos. Y cuando el Capi intentar hacer gala de sus habilidades acrobáticas es aún peor.

No le negaremos algún acierto. Por ejemplo, los malvados están capitaneados por la mismísima hija de Cráneo. ¡Que gran idea! Tener hijos para convertirlos en tu propio ejército de sicarios. La idea, por cierto, acabaría apareciendo mucho más tarde en los tebeos del Capitán América de Ed Brubaker, así que hay que reconocerles algún mérito.

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Por otro lado, Matt Salinger, el Capitán, no lo hace mal del todo. Vale que tiene unos ojos de besugo horripilantes, pero parece un buen tipo. Y ese tiene que ser parte del encanto del Capitán. Que transmita confianza. Lo contrario pasa con el presidente de los EEUU. Nada más y nada menos que Ronny Cox. Un actor competente de extensísimo currículum, pero al que muchos tenemos encasillado como Dick Jones, el miserable chupatintas (valga la redundancia) malo malísimo de Robocop. Para compensar esta mala imagen, se pasa la peli en vaqueros. Vaqueros presidenciales, claro.

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Por lo que podemos intuir, el presupuesto de la película fue empleado casi en su totalidad en los 15 primeros minutos ambientados en la Italia de Mussolini, quedando bastante resultones. A partir de ahí, el film desciende en picado, haciendo gala de diálogos insulsos, efectos especiales lamentables, peleas mal resueltas y una acuciante falta de personal. Ay, esas fortalezas enemigas casi desérticas… Pyun cuenta en alguna entrevista como los productores del film viajaban por Europa tratando de encontrar nuevos inversores que aportaran algo de dinero, buscando completarlo desesperadamente y como se tenían que reescribir escenas enteras para adaptarlo a los escasísimos medios disponibles..

Lo curioso es que al terminarse, Stan Lee se mostró entusiasmado con la película y la labor de Pyun, de igual manera que Ibáñez salía dando el sello de aprobación a los engendros sobre Mortadela que rodaron hace unos años. Eso sí: dicen las malas lenguas que el padre de Spiderman iba exigiendo por los despachos que se volvieran a rodas muchas partes. La mala acogida en los primeros screentest confirmó que, efectivamente, la peli no gustaba a nadie. Así, su estreno se fue postergando, y no llegó a aparecer hasta 1993 y directamente a vídeo. Roger Corman tuvo más vergüenza y no se atrevió a lanzar aquel mamotreto sobre Los Cuatro Fantásticos, pero imaginamos que la 21st CEntury andaba un poquito más acuchada económicamente y nececistaba el dinero.

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El propio director lleva años intentando crear su “montaje del director”, que respete el formato original de la obra (35mm) y sea más fiel a “su visión”. Aunque puedo imaginar que la cosa mejore dejando atrás el “pan & scan” tan espantoso utilizado en las versiones del mundo entero, hay cosas que no tienen solución por más que se empeñe. Albert, olvídate del asunto y haznos una nueva de Némesis o de Cromwell, El Rey de los Bárbaros. Y ya veremos como acaba siendo la de Pine. Quién sabe si en 20 años alguien escribirá sobre ella en un blog de cine malo.

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