OPINIÓN

Estáis fallando a vuestro director favorito

Estáis fallando a vuestro director favorito
Estáis fallando a vuestro director favorito
Estáis fallando a vuestro director favorito

Vuestro director favorito no entendía nada.

¿Qué coño estaba pasando? ¿Dónde estaban las multitudes que tenían que estar abarrotando las sesiones de su última película? ÁMAME+, joder. El título ya era la hostia. ¿Qué pasa, que no lo habían entendido? Pues estaba bastante claro. "Ámame más". Ahí estaba todo. ¿No habían entendido que + quería decir más? ¿Dónde estaba el puto problema? Era imposible que no les hubiera gustado.

El director se quedó mirando al vacío. Allí a lo lejos, posada en el cristal de la ventana había una mosca. Se frotaba las patitas. Interesante... Ahí había una película. El título ya lo tenía: “Mos ca”. La historia de una mosca con cáncer. Sí, joder, su próxima película, la puta nueva película de vueastro director favorito iría sobre una mosca con cáncer. Chúpate esa Amenábar. Una mosca con cáncer. Una jodida mosca con cáncer que se va a Formentera... Desechó la idea. Poco creíble. ¿De dónde iba a sacar una mosca el dinero para el ferry? El avión estaba descartado. Ahí no había poesía. Además, ¿qué coño pintaba una mosca en Formentera? Vamos a ver, ¿cuánto vive una mosca? Lo miró en la wikipedia. Averiguó que una mosca adulta vivía como máximo entre 15 y 20 días. Nada. No le valía. La mosca moriría antes de empezar a rodar. Apenas hubiera empezado la preproducción ¡hala, a tomar por culo la mosca! El ciclo de la vida le había jodido. Dios, Darwin, Alá… le estaban jodiendo pero bien. A tomar por culo. Podría utilizar varias moscas, claro, pero ¿era eso legítimo? No, no lo era. Si lo hacía estaría traicionando el espíritu de la mosca primigenia. Nada, nada. O rodaba la película con una sola mosca o no la hacía. ¿Y un saltamontes con cáncer…? No. El saltamontes, aunque grácil y bello, carecía de la inocencia primigenia de la mosca. El saltamontes, sin duda, le daría bellos momentos cinematográficos. Imaginó al saltamontes en Formentera, retozando en el barro, agitando sus deliciosas antenitas mientras nadaba en las turquesas aguas mediterráneas… Un momento ¿los saltamontes nadaban?

Vuestro director favorito echó hacia atrás la silla de Ikea en la que llevaba sentado tres horas y se levantó. Tenía hambre. Llevaba tres horas frente al ordenador. Tres horas mirando la taquilla, chequeando la opinión de los críticos, intentando hacer la compra online… Se le habían antojado unas sepias para la cena. La belleza de la sepia, pensó mientras caminaba hacia la cocina. La sepia como metáfora de la vida. Todos somos unas sepias ¿no? Ojo, que aquí había otra idea. La sepia. Todos somos sepias. ¿Qué tienen en común todos los seres humanos? La tinta. Todos disponemos de una pequeña vejiga situada detrás de la uretra que nos permite expulsar un chorreón de tinta cuando nos sentimos amenazados por los demás. La tinta era una metáfora, claro. ¿De qué? No lo tenía claro aún pero ahí, en la sepia, en el CHOCO había algo. Tuvo que apoyarse en el dintel de la puerta. Le había dado un vahído. Los conocía bien. Le daban siempre que en su mente se había formado ALGO. Algo BELLO. Algo POÉTICO.

Vuestro director favorito sonrió. Ya tenía la película en su cabeza. Una historia clásica: sepia conoce chica. Chica y sepia se enamoran. Sepia muere. Sí, joder. LO TENÍA. Esbozó el guión en su cabeza. El comienzo estaba claro. El Mediterráneo. Su luz. Su clima. Su belleza. Unas olas que se estrellan contra unas rocas. Y una sepia. Una sepia que sale del mar. En Caños de Meca, justo al lado del cabo Trafalgar. Una joven y vitalista sepia, un CHOCO hippy, valiente e idealista que se va a Caños de Meca para conocerse a sí mismo. O a sí misma. Porque ahí, en la dualidad sexual de la SEPIA/CHOCO estaba todo el meollo de la historia. El CHOCO/SEPIA llega a la playa. Allí está una joven actriz desconocida. Se miran a los ojos. Surge la chispa. Esta joven actriz desconocida es otra mujer fuerte, valiente e idealista. Se la folla. La sepia se folla a esta joven actriz desconocida. Le da por el culo. La sepia da por el culo a esta joven actriz que para entonces ya no es tan desconocida. Y luego ella, empoderada, da por el culo a la sepia. El choco es sodomizado por la nueva musa de vuestro director favorito. Belleza, joder. Esa escena estaba llena de belleza. Era carne de Oscar. ¿La entenderían los americanos?

Camino de la cocina se miró de reojo en un espejo. Seguía estando bueno, joder. Estaba potente. Estaba cañón. Más maduro. Más interesante. Ya no era un crío, eso estaba claro, pero seguía teniendo un polvazo. Mantenía el pelo. Eso era lo importante. El pelazo seguía ahí. Se miró de perfil. Tenía un polvo. Vaya sí lo tenía. ¿Qué coño pasaba? ¿Por qué no iban a ver la película? ¿Es que a la gente ya no les gustaba su cóctel de sexo, tragedia, humor y metafísica? ¿Ya no estaba bien visto? Pues se lo podían haber dicho antes ¿no? Los españoles podían haberse tomado la molestia, mientras él se partía los cuernos intentando sacar adelante la película, de acercarse a Los Ángeles y decirle que no tenían la menor intención de ir a verla.

Vuestro director favorito abrió el armarito de la cocina y sacó unas patatas Lays Campesinas. Cogió una patata y se la metió en la boca. ¿Y una patata con cáncer…? Escupió el snack. Las patatas estaban rancias. Estaba claro que cuando no estaba de dios que salieran las cosas… Tiró la bolsa a la basura y volvió al salón. Miró el móvil. Tenía un mensaje de su productora. No habían seleccionado la película para competir por los Oscars. Tuvo que leer el mensaje dos veces: NO había sido una de las tres películas seleccionadas por la Academia del Cine y de las Artes Cinematográficas Españolas para optar a los Oscars. Otra en la frente. Esto era el colmo. ¿Pero si era una  película sobre el cáncer, joder? Una película bella, poética, sensible. Y salían TETAS. ¡TETAS! No tantas como otras veces, vale. Bien que lo sentía él. Pero salían las suficientes. Salían las suficientes tetas para optar a los Oscars.

Vuestro director favorito volvió a fijar la vista en la mosca. Ahí seguía la hijaputa, ajena al DRAMA que estaba viviendo. Te hacía gracia ¿eh, puta mosca? ¿Te parecía divertido que su película no la estuviera viendo ni Dios? Te daba igual ¿no? Te la sudaba que me hubiera dado un hostión en la taquilla. Puta mosca sin sentimientos. Puta mosca de mierda…

Vuestro director favorito se quitó la zapatilla y se acercó con mucho cuidado hasta la ventana. Allí, la mosca, ajena a su presencia, seguía frotándose las patitas. Levantó la zapatilla, la mantuvo suspendida en el aire durante unos segundos y entonces… descargó el golpe. La mosca nunca tuvo ninguna oportunidad. Retiró la zapatilla. Miró el inerte cuerpecillo de la mosca. Estaba pegada en la suela. Totalmente espachurrada. Casi sin forma. Se acercó la zapatilla a los ojos. Había belleza en esa imagen…

Vuestro director favorito abrió la ventana y sacó la zapatilla. La sacudió con fuerza hasta que el inerte cuerpecillo de la mosca se desprendió de la suela y cayó.

Hala, a tomar por culo la puta mosca de los cojones, pensó mientras cerraba la ventana.

A reírte de tu padre.

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