OPINIÓN

Eliminators: el olvidado grupo de superhéroes de los 80

Eliminators: el olvidado grupo de superhéroes de los 80
Eliminators: el olvidado grupo de superhéroes de los 80
Eliminators: el olvidado grupo de superhéroes de los 80

¿Hay alguien que siga yendo al cine, o comprando un DVD únicamente por el cartel? El cine ha cambiado mucho en los últimos 30 años, pero en general, el público ya no se deja engañar por un cartel espectacular que esconde una chapucilla. Estoy seguro de que, en pleno 1986, el cartel de Eliminators (Peter Manoogian) engañó a más de un joven flipado con los superhéroes, convencido de que, por fin, iba a poder ver un film sobre un grupo de personajes con superpoderes. Lo sé porque yo fui uno de ellos.

Eliminators

Eliminators comienza contándonos que un científico loco y exnazi,  el profesor Reeves, ha  creado le fusión perfecta entre hombre, máquina y tanqueta: el Mandroide. Como parece que es un cyborg imparable, le manda a través del tiempo (¡!), en un par de pruebas en las que demuestra su letalidad. El profesor descubre que la parte humana del Mandroide, un piloto que casi muere estrellado, no quiere utilizar sus poderes para el mal, y pide a su ayudante que lo desmantele.

Pero el ayudante, con algo de humanidad y conciencia, prefiere ayudar al Mandroide a escapar a la jungla de México, donde debe buscar ayuda. De manera que en breve, el cyborg acaba en otro laboratorio secreto (manda narices), donde conoce a otra científica, la doctora Nora (Denise Crosby), especialista robótica, que le ayudará a encontrar a otros reclutas para acabar con Reeves.

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Así que se van a la jungla, o sea, al Pantano de San Juan, aka “la playa de Madrid”, donde encuentran al resto de su súper equipo. Por un lado tenemosa  un mercenario sinvergüenza llamado Harry Fontana (Andrew Pine): por otro, a Koji (el gran Conan Lee),  un ninja que anda por ahí cerca también. Hay quien sale a cazar Pokémon por el barrio y hay quien sale a reclutar miembros para un equipo de superhéroes. Todo es válido siempre que se respete al prójimo.

Por el camino luchan contra mercenarios malvados, se encuentran a unos trogloditas y se ríen con un pequeño robot mascota que les acompaña. Que no falte esa odiosa, pero ochenterísima, figura del bichillo gracioso y hostiable al 100%. Imagino que la idea era hacer una suerte de R2-D2, pero SPOT, el robotillo, a veces recuerda más a Orko, el que iba con He-Man: también lo queremos matar.

Finalmente, consiguen infiltrarse en la base del maligno, listos para pararlos pies de Reeves, que está a punto de conseguir su plan: regresar a la antigua Roma y hacerse dueño del mundo. Para ello ha estado robando piezas de soldados de la época: cascos, un placa de armadura… si quieres dominar la antigua Roma, lo primero va a ser disimular que no eres de ese tiempo, no sea que te pillen sin la ropa adecuada y no te dejen pasar a sus selectos clubs.

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Por algún motivo, la Empire de Charles Band, productora de la cinta, decidió rodar buena parte del film en Madrid, en el mencionado pantano, para hacerla pasar por una jungla sudamericana. Parte del equipo es hispano, he incluso hay pequeños papeles de actores españoles. La más mítica, la breve aparición de joven Gabino Diego haciendo de despistado guarda de seguridad. El director se quejó ante lo canijo del actor, que no daba el papel de policía y cavaron poniéndole hombreras para aparentar más masa. Por desgracia, Gabino tiene la mala suerte de compartir plano con un ordenador Amstrad CPC 6128, cuya presencia eclipsa la del aún inexperto caricato.

Eliminators es una serie B de videoclub de las de toda la vida. Y de las relativamente buenas. Lo tipos apenas salen de la jungla, pero hay tantos elementos presentes que uno no se llega a aburrir. Tiroteos, explosiones, algo de kung fu, una pelea con lanchas en un lago, chascarrillos… que toman como referencias obras como Star Wars, Terminator, Indiana Jones, las pelis de ninjas, los tebeos de la época. Y claro, también hay mucha cháchara y gente andando claro. Aquí no hay CGI ni nada que se le parezca, y hay que estirar el dinero como se pueda hasta llenar la fatídica hora y media.

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La mayor parte del presupuesto se fue a crear el traje del Mandroide, que no luce mal, pero que es evidentemente inestable. Hay un par de planos en los que uno tema que el protagonista se salga del asiento y acabe estampándose en el suelo. Estoy convencido de que en el programa Súper Juegos, que emitieron en Antena 3 en 1993, habían visto la película, porque el aspecto del ciborg que aparecía ahí es CLAVADICO. Pero como aquí ya imitaban un poco a Terminator, pues tampoco se iban a poner estupendos. Y atención, que el papel de cutre-robocop con orugas es lo mejor a lo que optó el pobre actor Patrick Reynolds.

El guión de la película, claro está, tenía que venir de la mano de dos flipaos como Paul De Meo y Danny Bilson, que más tarde se encargarían de producir la primera serie de TV de Flash (1990) o la siempre reinvindicable Rocketeer (1990, Joe Johnston) Estaba claro que a los tipos les encantaban los cómics. Y estoy seguro de que darían un brazo por haber nacido 20 años después y poder haber escrito algo para Marvel o DC antes de que su currículo se llenara de secuelas de Trancers y videojuegos de James Bond.

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Eliminators tiene ya 30 años, y si ya en su día no era gran cosa, imaginad ahora. Aun así creo que hay que ser un poco miserable para colgarle el san Benito de “tan mala que te ríes”. El resultado es un film entretenidillo, tan honesto como barato, una serie B para chavales, cuando no había manera de hacer un concepto como esto en un gran estudio. Dentro de lo que cabe, al menos Manoogian se las apañó para hacer un subproducto simpático. Y, sobre todo, tuvo el acierto de encargar ese portadón. Incluso si no os interesa la película, os recomiendo que paséis un ratito mirando el dibujo. Y que vuestra mente rellene los huecos, como con el montaje de la nueva Cazafantasmas.

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