OPINIÓN

Periodistas cinematográficos

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Periodistas cinematográficos

El periodista cinematográfico entra en el hotel.

Ultimamente solo los pisa por trabajo. Con su sueldo no se puede permitir uno. Cuándo se va de vacaciones acaba en un hostal. Quizás en una pensión. Lo más probable en un albergue juvenil. Aunque tenga 47 años. Que cojones, lo normal es que no se vaya de vacaciones.

En el hotel le esperan los miembros de promoción de la película que viene a promocionar. Qué paradoja. Le ofrecen la oportunidad de promocionar una película pero luego no le dejan que promocione la película. Bueno, sí le dejan pero a su manera. A la manera de ellos, no a la del periodista. Enseguida las hordas de guardaespaldas, agentes de prensa, fotógrafos personales, hermanos del actor/actriz/director al que ha venido a entrevistar le rodean, como tábanos furiosos.

Vienen a marcar territorio.

Eh, tú, puto plumilla, no nos gustas.

No te lo dicen así, claro. Bueno, alguno sí. Pero lo normal es que no. Te sonríen, te cogen del brazo y te acompañan a la habitación dónde está el actor/actriz/director que has venido a entrevistar. ¿Cuántas veces has hecho esto? ¿80, 300, 1000 veces?

Da igual. Siempre sientes el mismo hormigueo cuándo abres la puerta y entras en la habitación dónde está esperando LA ESTRELLA. ¿Con qué pie se habrá levantado hoy? ¿Estará simpática? ¿Estará borde? ¿Querrá hablar? ¿Te despedirá en dos minutos?

Por suerte hoy toca actor americano. Sabes que con esos no hay problema. Son unos profesionales. Amables, educados, eficientes. Vienen a promocionar SU película. El cine es un negocio y lo saben. No te van a salir por las ramas. No te van a contestar a nada comprometido, eso sí. Te soltarán la misma chapa aburrida y robótica que llevan soltando los últimos tres meses desde Alabama a Hong Kong. Beberán agua con gas mientras hablan contigo de la revitalización de su carrera que supone esta película. Te ofrecerán un té helado mientras te dicen que oh, sí, les encanta España. Antonio Banderas, la paella, Gaudí, el Museo del Prado...

Qué simpático/a. No se le nota nada la resaca.

Al español sí.

Si te toca entrevistar a un actor/actriz/director español... mala suerte.

Llegará tarde. Y se espatarrará en la silla. Y no te mirara a los ojos. Y bostezara. Y pasará de tu culo. Y te soltará una sarta de obviedades. Y no se le entenderá lo que dice. Y te hará sentir que le molestas. Y lo que es peor: se le notará la resaca.

Ojo, no todos los actores/actrices/directores españoles son así. Solo los cuatrocientos o quinientos que el periodista cinematográfico ha conocido.

La gente se piensa que ser periodista cinematográfico está muy bien.

Error.

La vida del periodista cinematográfico no es vida. Sí, te invitan a los estrenos de las películas, y te mandan a festivales de cine con todos los gastos pagados. Pero a cambio tienes que hacer algo horrible: ver películas. Películas de festivales. Solo los que lo han hecho saben lo espantoso que es esto. Es algo que deja huella. Pocos recuperan la cordura después de estar dos semanas en un festival de cine. Hay muchos ejemplos. No voy a dar nombres. Sí, es ese que estáis pensando.

Seamos sinceros. ¿Quién no se volvería loco si fuera sometido a algo así?

Dos semanas viendo majaderías eslovacas-finesas-vietnamitas-tanzanas a las nueve de la mañana. Y las once. Y a la una. Y a las cinco. Y a las siete. Seis películas seguidas en sesión continua. Seis torturas. ¿Alguna comedia? Sí, los dramas iraníes. Pero lo normal es enfrentarse cada día a películas que hablan de violaciones, malos tratos, intentos de suicidio, discriminación racial, sida, ablación de clítoris...

Y aún hay algo peor: las comedias francesas.

Vamos a ver ¿cuántas películas puede ver al año un ser humano sin que esto afecte a sus habilidades psicomotrices? ¿Treinta, cuarenta, cien? Si las películas son españolas solo dos. Es broma, puedes ver más, puedes ver tres. Bajo tu responsabilidad, eso sí.

Y luego están las ruedas de prensa. Eternas, etéreas, estúpidas...

Los periodistas cinematográficos son los verdaderos héroes de nuestro tiempo.

Los radiofónicos, los de prensa, los de televisión, los de internet, los de los blogs... Ahora que lo pienso ¿hay muchos, no? No, es broma. Hay los que tiene que haber: 6499. Solo en España. Los justos. No sobra ninguno.

Los periodistas cinematográficos tienen que tratar cada día con actores/actrices/directores. Hablar con ellos. Ver sus películas. Escribir de ellas.

Aunque no todo es malo.

Las productoras les dan camisetas. Y pósters. Y algún día podrán contar a sus nietos que un día entrevistaron a Idris Elba. Y cómo Idris se les quiso follar. O cómo otro día entrevistaron a otro mito: Jordi Mollá.

Jordi Mollá: actor, director, escritor, pintor, artista, ser humano.

Otro día hablamos de los críticos.

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Alberto López (@alberto2) es guionista. Su película favorita es La fiera de mi niña. Odia a Damon Lindelof.

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