Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

El balón es el 'Macguffin' de 'Un día perfecto'

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Un balón para Nikola. En pleno avispero de los Balcanes, absolutamente lost in translation, desbordados por la falta de coordinación, carentes de medios (ni una mísera cuerda pueden conseguir), el heterogéneo (por decir algo) grupo de cooperantes que protagonizan Un día perfecto (la película escrita y dirigida por Fernando León, 5 años después de su último largo, Amador) se pone en manos de Nikola, un chaval aún más perdido que ellos. Todo por un cadáver atascado en un pozo clave abastecimiento de agua para la población civil, que se convierte en el centro de un conflicto diplomático internacional en el que una ONG, las fuerzas de los cascos azules de la ONU y las partes en conflicto (serbios, bosnios, serbobosnios y todas las variantes cruzadas con las religiones que profesan) se quedan con el culo al aire. El grupo que capitanea Mambrú (un descreidísimo Benicio del Toro, bien acompañado en su sarcasmo vital por Tim Robbins, Olga Kurylenko y –un poco menos maleada– Melanie Thierry) acaba convirtiendo la búsqueda de una cuerda (el macguffin número 1) en una obsesión.

La encontrarán (atada a un peligroso perro) en casa de Nikola, un chaval al que conocieron por un quítame allá esa pelota: unos chavales armados le chulearon (bullying le llaman ahora) delante del coche de nuestros cooperantes de cabecera, le dejaron sin pelota y Mambrú (ni rastro del Marlborough original de la cancioncilla) le prometió otra. Otro balón (macguffin número 2 de la peli) que, por supuesto, no conseguirá. Nikola, que no regresaba a su hogar desde que sus padres le dejaron en casa de sus abuelos por seguridad, lleva a sus nuevos amigos a su pueblo a por la cuerda, y no contento con quitársela a su perrazo, quiere entrar en su casa, abandonada ya desde que su familia huyó, para buscar un nuevo balón con el que seguir demostrando que todos los ex yugoslavos tienen condiciones innatas para el fútbol.

En la casa, por supuesto, además del esférico, nuestros protagonistas se van a encontrar con un suceso que va a marcar sus vidas (léase el final de la película). El balón era la excusa para volver atrás y encontrarse cara a cara con la respuesta a todo este sindiós.  Fútbol hasta en el infierno.

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