OPINIÓN

El Batman coreano contra Mazinger V: el crossover imposible

El Batman coreano contra Mazinger V: el crossover imposible
El Batman coreano contra Mazinger V: el crossover imposible
El Batman coreano contra Mazinger V: el crossover imposible

Durante los 70 y los 80, Corea del Sur tenía una relación más que tirante con Japón, boicoteando el consumo de sus productos… incluyendo los culturales, y comenzando por el anime. Así, se creó una pequeña industria autóctona para abastecer a sus críos de dibujos animados, que robaba ideas y personajes a los nipones y los pasaban por el anti-filtro coreano. En lugar de depurarlos, los transformaban en algo más  bizarro, en unas películas con una animación infrahumana y argumentos gilipollescos al 100%.

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Así, el Mazinger Z (uno de los poquísimos que sí pudieron ver) inspiró a otro robot que hacía twekwondo, los seriales tipo Bioman dieron lugar a la saga Ureme, y personajes como Batman, los Transformers o Ultraman también tuvieron sus versiones. Para 1990, la cosa había cambiado, las leyes anti-japonesas se habían relajado y los dibujos de mierda a lo Tres Mosqueteros del Espacio ya no eran suficientes. ¿Cuál era el remedio? ¡Juntar a dos personajes con tirón seguro! ¿Qué tal Batman y Mazinger? Dos iconos pop, uno americano, el otro japonés, que seguían gustando a los críos y aseguraban la taquilla.

La taquilla, para los productores, los llantos, a los críos, y el cabreo, a los padres que pagaban la entrada.

Así nació este Super Batman & Mazinger (1990, Yeon Han Kim), que es secuela de una película de dibujos animados de 1988 llamada Star Zangga de escasa calidad pero que no debió de funcionar mal. El resultado: un festival de disfraces cutres, animación reutilizada, humor mongólico y, sobre todo, bastante aburrimiento. Y por supuesto, ni el auténtico Batman ni nada que se parezca a Mazinger Z hacen acto de aparición, faltaría más. Cuando ya el póster copia un dibujo del Comando G, sabes dónde te estás metiendo.

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Como siempre en estas pelis, comenzamos con alguna canción de algún equivalente coreano a Raulito antes de pasar a la acción. Veamos: en algún lugar del espacio está el Castillo de Greyskyull (¿?????), lugar donde las fuerzas del mal vivían encerradas… hasta ahora. La reina del mal, la Rita Repulsa Coreana, consigue liberarse y sus esbirros empiezan a atacar la Tierra.

El primer ciudadano en sufrir sus ataques es nuestro protagonista el gordo del salacoff, al que llamaremos Dalas, por ponerle un nombre. Este personaje se inscribe en la larga tradición de “adultos que hacen de niños” que tan buenos resultados nos proporcionó en clásicos como El chavo del ocho o El hormiguero.

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Dalas anda por ahí pasando el día, comiéndose una barra de pan e intentando animar a una niña perdida a base de bailar la Lambada o algo de break dance. La tranquilidad durará poco: los monstruos atacan por sorpresa a los dos niños… que les dan para el pelo. Su falta de fiereza hace que los masillas parecieran luchadores de UFC. Disfrazados con máscaras de gato de fiesta de fin de curso de 2º de Primaria, la escena fija bien el tono del film, la mezcla perfecta entre Cats, los Power Rangers y los TeleTubbies.

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Por ahí pasa también un coche con tres ocupantes:  un padre gilipollas y sus dos hijos, el pijo y el… niño especial. Cuando los monstruos (un tipo en camiseta de maltratador y careta de mono) atacan, el coreano pijo se convierte en… ¿Batman? ¿De amarillo? ¿Será el mítico Golden Bat de mierda de los dibujos? ¡En realidad al que más se parece es a Argoman, de la película italiana Asalto a la corona de Inglaterra! Vamos, un Batman de mierda que podemos jugar a llamar Betaman, que se parece al del superhéroe pero tiene simpáticas referencias a la cultura del videoclub.

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Betaman, por supuesto, le da pal pelo al gorila malo, utilizando, entre otras cosas, una piedra de goma.

Cuando todo se calma, Gangar les cuenta su historia, que es narrada a modo de flashback… ¡en dibujos animados! ¡Y reutilizando metraje de la película anterior, la Star Zangga aquella! Investigando, descubrí que Zangga era el nombre que recibía por allá la serie Astro Gangar, un anime de súper robot que en se vio en España en los videoclubs. Con lo cual en lugar de Batman vs Mazinger esto tendría que llamarse Betaman vs Astro Gangar, pero claro: la pela es la pela.  Y total, tampoco se parece a ese bicho.

El caso es que el gordi era antes el piloto del Mazinger… Gangar… lo que sea, y lo perdió al huir a la tierra. Así que deciden ir todos a buscar al súper robot al campo. Porque sí, porque normalmente las máquinas de guerra gigantes y alienígenas acaban siendo camufladas en un parque de Móstoles. Los villanos intentan detenerles lanzando rocas de cartón-piedra, pero Batman… Betaman…  cómo sea les protege.

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Es el momento estrella de la película. Como cualquier héroe, Betaman… Argoman… tiene que sufrir su descenso a los infiernos, para después regresar renacido y victorioso. Aunque este Batman vuela y es superfuerte, es derribado por… ¡unos murciélagos! ¡Su único punto débil!

Así, caerá en una cueva donde será atacada por arañas gigantes y esqueletos de dibujos, no especialmente animados: la secuencia podéis verla en el vídeo de ahí arriba, y es semejante a filmar una fotonovela, o las cosas locas que salían en la genial Hausu. Realmente se pasa un poco mal viendo como los pobres productores buscan alguna manera de sacar adelante la historia. Cabe preguntarse:  si no tienes ni un puto duro para hacer ni siguiera UN ESQUELETO DE GOMA…  ¿por qué te pones a rodar una película de batallas galácticas y robots?

Ni para un esqueleto de goma, amigos.

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Por fin, los buenos encuentran al dichoso robot, que ni es ni Mazinger, ni Gangar ni na: en realidad se parece más a MindWipe, de los Transformers, con alas de murciélago incluidas. El monguer del espacio comienza a pilotarlo y, para el desenlace, se enfrentar con uno de los monstruos malos, que también se trasforma en robot gigante (¡) y luego en pantera, también gigante (¡!). Al lado de esto, que Mazinger Gangar se transforme en tanque nos parece poca cosa.

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Como siempre, ganarán los buenos, y Mazi..Gang… el robot de los cojones volverá a su planeta, como Poochie, para alegría de todos, puesto que significa que la película ha terminado por fin.  En los créditos, para rematar, descubrimos el film está producido por… Hyundai, que ya entonces se apunta a patrocinar… cualquier cosa. Les prestarían el coche que sale y poco más, porque hay más dinero en las vueltas de una bolsa de fritos que en esta película.

El loquísimo título que hemos terminado por aceptar en occidente de esta película nos promete un festival de risas y locuras que nunca llega. En su lugar, y como bien saben los lectores de esta santa columna, tenemos mucha, mucha cháchara, mucho humor imbécil coreano de gordos haciendo el gilipollas y mucho pasear por bosques y descampados. El protagonista, Kim Hyun Gong, era un cómico famosísimo en Corea del Sur, una especie de Pedro Ruiz, famoso por sus imitaciones de políticos. Y aquí, pues ya le ven, haciendo de crío aniñado con una presencia  más tóxica que todos tus amigos del Facebook juntos.

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Super Batman & Mazinger V contó con cierto éxito en su país de origen, el suficiente como para inspirar algo de merchandising y ser reivindicada allí por los mitoplastas de turno. Poco recorrido le quedaba a estos productos: la situación política mejoró y las televisiones comenzaron a emitir más anime japonés. Perdimos una manera única de hacer cine, pero ganamos en cordura.

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