Todo el mundo insulta a Tarantino

Desde directores míticos a críticos de excepción: los policías de Nueva York no son los primeros que la toman con el director de 'Pulp Fiction'.
Todo el mundo insulta a Tarantino
Todo el mundo insulta a Tarantino
Todo el mundo insulta a Tarantino

Cuando nos enteramos de que la policía de Nueva York la había tomado con Quentin Tarantino, invitando a boicotear el estreno de The Hateful Eight, nuestra primera reacción fue de supino cabreo: como ciudadano de a pie, el director de Pulp Fiction tenía todo el derecho del mundo de asistir a una manifestación, así como de pronunciarse a título personal acerca de los recientes casos de brutalidad cometidos en EE UU por agentes del orden. Por otra parte, la noticia nos hizo suspirar profundamente y pensar algo así como "venga, otro más". Porque, desde el ya lejano estreno de Reservoir Dogs en 1992, cuando críticos incontables acusaban a ese filme de ser poco menos que un festín de torturas y un canto a la violencia, el genio de la gran mandíbula se ha ganado enemigos de todo pelaje y condición. Desde directores míticos a periodistas de cine cuya firma vale su peso en oro, aquellos que han hecho a Quentin objeto de sus dardos y sus invectivas, cuando no de sus insultos, han sido multitud. Aquí te ofrecemos una antología de insultos anti-tarantinianos.

Michael Haneke

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Seguramente, una de las arremetidas más famosas contra el amigo Quentin fue la que le dedicó su colega austriaco tras ver Pulp Fiction. La parte más amplia de dicha diatriba tuvo forma de película, se tituló Funny Games y es probable que la hayas visto (o tal vez sería mejor decir "sufrido"), pero el director de Amour La cinta blanca no sólo se despachó contra Quentin en imágenes: también le dedicó frases tales que: "Recuerdo que vi Pulp Fiction en una sesión matinal llena de gente joven. La famosa escena en la que le vuelan la cabeza a un chico causó un terremoto en el cine: el público pensó que era genial, y se partió de risa". Pero, claro, Haneke no le vio la gracia: "Me enfadé, porque eso es una irresponsabilidad. No soporto la violencia. Soy alérgico a cualquier forma de violencia física. Me pone enfermo. Y convertirla en un producto de consumo haciéndola divertida está mal".

Spike Lee

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Tratándose de dos grandes aficionados al hip hop, nos parece adecuado decir que lo de Lee contra Tarantino es un beef en toda la regla que, además, se prolonga desde hace casi 20 años. En 1997, cuando Jackie Brown llegó a los cines, el neoyorquino expresó sus quejas contra una película que violaba el sagrado principio según el cual sólo un nigga (epíteto extremadamente racista y ofensivo, derivado de "nigger" -"negrata"-) puede llamar nigga a otro nigga. "Quentin parece enamorado de esa palabra", dijo Lee. "¿Qué espera, que le nombremos negro honorario?". Tarantino respondió airadamente ("Decir que mis personajes no pueden usar tal o cual palabra porque yo soy blanco es racista", primero, y "si Spike quisiera besarme el culo, tendría que subirse a un taburete", después), Spike replicó con un sencillo "ese tío es idiota", y, por el momento, la cosa quedó allí... para reavivarse espectacularmente en 2012 con el estreno de Django desencadenado. Spike Lee no podía quedarse impasible ante un filme en el cual la palabra que empieza por "n" se pronuncia 110 veces, y así lo hizo saber: "La esclavitud en EE UU no fue un spaghetti western de Sergio Leone: fue un holocausto", adelantó en su Twitter, para después echar sal en la herida: "No pienso ver esa película, porque es una falta de respeto a mis antepasados".

Jonathan Rosenbaum

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¿Cuál ha sido la crítica más carnicera, a la par que elegante, jamás sufrida por una película de Tarantino? Pues, seguramente, aquella que le dispensó Rosenbaum cuando se estrenó Pulp Fiction. El crítico del Chicago Reader, una de las voces más respetadas de la prensa de cine en EE UU, se despachó contra el filme de esta manera: tras tildarla de "una película que se alimenta de otras películas como un parásito", Rosenbaum la comparaba con las entonces recientes Forrest Gump, Asesinos natos (elaborada a partir de un guion de Tarantino) y Ed Wood: "Son películas que deben su fama al hecho de que nos adulan y nos hacen sentir como expertos en los medios de masas. Y todas ellas son un timo, porque apuestan por hacernos sentir a la vez iguales a los personajes de la pantalla y superiores a ellos, ya que pillamos lo absurdos que son. A la postre, son filmes que dicen más de nosotros mismos que de sus directores. Y no dicen nada bueno".

Armond White

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El crítico de cine más bestia del mundo tenía que salir en esta lista, ¡faltaría más! Y tiene sobrados motivos para entrar en ella, porque White lleva poniendo cada nuevo estreno de Tarantino del color de la camiseta del Betis desde que, allá por 1995, fue a ver Pulp Fiction y le salió esta perla cultivada: "Pulp Fiction es un nombre inapropiado para esta película: debería haberse titulado Basura", afirmó el experto del New York Press. En 2003, cuando se estrenó la primera parte de Kill Bill, White aludió a la muerte de Vernita Green (Vivica A. Fox) para sentenciar que, apiolando a su enemiga, Uma Thurman le ponía la guinda a "un relato sin corazón que, a la postre, sólo continúa con las convenciones racistas de Hollywood". Y, tras ver Malditos bastardos en 2009, el bueno de Armond la describió como "la versión Tarantino de Abu Ghraib". Desde luego, el crítico debería darle las gracias a Quentin, aunque sólo fuera por proporcionarle la ocasión de escribir invectivas así de biliosas.

Oliver Stone

Como sabemos, el director de Platoon alteró tanto la historia de Asesinos natos que Tarantino renunció a su crédito como guionista. Finalmente, la cosa acabó bien, pero hasta que las aguas volvieron a su cauce, ambos cineastas se dedicaron frases muy 'cariñosas'. Así, mientras Quentin soltaba exabruptos en su línea ("El problema de Stone es que su vulgaridad anula su energía, y su energía impulsa su vulgaridad"), su colega se mostraba muy, pero que muy condescendiente: "Cuando compré ese guion, no lo quería ni Dios: llevaba mucho tiempo circulando y lo había rechazado todo el mundo, así que no hubo mala intención por mi parte. Vi algo en él que podía ser la base de una película". Como dijimos antes, Stone y Tarantino acabaron haciendo las paces... pero este último sigue afirmando que no ha podido ver Asesinos natos entera ni una sola vez.

Nick Broomfield

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Al documentalista responsable de la estupenda La batalla de Hadiza (y también de la muy carroñera ¿Quién mató a Kurt Cobain?, que hay que decirlo todo) le debemos una de las descripciones más crueles del estilo tarantiniano jamás pronunciadas por un profesional del cine. "Ver una de sus películas es como ver la fantasía de sexo y violencia de un colegial: en circunstancias normales, Tarantino se estaría cascando una paja él solo en su dormitorio mientras su madre recalienta alubias en la cocina. Sólo que a él le respalda Harvey Weinstein y está en un millón de pantallas". Se puede decir más alto, pero no más claro.

Harmony Korine

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El director de Spring Breakers y guionista de Kids también se cuenta entre los antifans de Quentin, algo que dejó bien clarito durante una entrevista con el maestro Roger Ebert en Cannes 1995. "A Quentin Tarantino le preocupan demasiado otras películas. Es decir, apropiarse de otras películas, como metiéndolas en una batidora. Cuando estoy viendo lo suyo, es muy divertido, pero después me deja una sensación de vacío". "Sus referencias son planas, sólo cultura pop", prosiguió Korine, para después añadir que el visionado de las películas de Quentin le hacía sentir "como si estuviese viendo la tele".

Jean-Luc Godard

Como es bien sabido, el auteur franco-suizo es uno de los máximos ídolos de Tarantino, quien ha tomado de él muchas de las constantes de su cine. Entre ellas, la narración no consecutiva, el uso de referencias a granel, las secuencias y los diálogos estirados como chicle... y el nombre de su productora, A Band Apart, tomado del filme dirigido por Godard en 1964 y que en España se tituló Banda aparte. ¿Cómo se tomó el maestro la adoración de su discípulo? Dejemos que él mismo lo explique: "Tarantino le puso a su productora el nombre de una de mis películas. Preferiría que me hubiera dado dinero". Punto pelota.

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