'The Wolfpack': El cine 'suecado' como forma de vida

Encerrados por su padre, los hermanos Angulo lo aprendieron todo viendo películas. El documental que cuenta su historia se proyecta hoy y mañana en Madrid.
'The Wolfpack': El cine 'suecado' como forma de vida
'The Wolfpack': El cine 'suecado' como forma de vida
'The Wolfpack': El cine 'suecado' como forma de vida

Imagina que hubieras pasado catorce años sin salir de casa. O, al menos, atado lo bastante en corto como para no conocer a tus vecinos, no haber pisado jamás un colegio o un instituto y no haber cruzado nunca más de cuatro palabras con una persona ajena a tu familia. Algo que no se debería a tu voluntad, sino a la de tus padres, ansiosos por resguardarte de la 'corrupción' del mundo exterior. Un escenario digno de Caninoante el cual la mayoría de los mortales reaccionaría volviéndose majara (y eso, en el mejor de los casos). Pero The Wolfpack, la película que se estrena esta noche en Madrid dentro del festival Rizoma 2015demuestra que el asidero para conservar la cordura en esas circunstancias puede ser uno que conocemos muy bien: el cine.

Ganadora del Gran Premio del Jurado en la última edición de Sundance, The Wolfpack nació en 2010, a resultas de un encuentro casual. Dando un paseo primaveral por Manhattan, una estudiante de cine llamada Crystal Moselle se cruzó con seis chicos que caminaban por la Primera Avenida. Seis chicos, conviene decirlo, vestidos exactamente igual que los protagonistas de Reservoir Dogs, con sus gafas oscuras y sus trajes, salvo un 'pequeño' detalle: todos ellos llevaban el pelo largo hasta la cintura, como si no se lo hubieran cortado jamás. Con un instinto para lo extraño muy encomiable en una ciudad como Nueva York, la futura cineasta decidió hablar con los chavales, y lo que descubrió fue más allá de todas sus expectativas. Se trataba de Bhagavan, Govinda, Narayana, Mukunda, Krisna, y Jagadesh Angulo. Efectivamente, eran fans de Quentin Tarantino, además de unos cinéfilos de aúpa: se llamaban a sí mismos 'la Manada', como los protagonistas de Resacón en Las Vegas. Eran hijos de una señora tirando a hippie llamada Susanne y de Óscar Angulo, un antiguo adepto del culto Hare Krishna nacido en Perú.  Y aquel era el primer año en el que salían de su casa con libertad.

Desde entonces, Moselle profundizó en las vidas de los hermanos Angulo (el mayor, nacido en 1990, y el menor en 1998), encontrándose con una historia concebida a medias entre Michael Haneke, Yorgos Lanthimos y el Michel Gondry de Rebobine, por favor. Durante la mayor parte de sus vidas, los Angulo habían sido confinados por su padre al domicilio familiar, un apartamento de cuatro habitaciones en el Lower East Side: como Óscar Angulo no quería que sus hijos tuvieran ningún contacto con el exterior, se aseguró de que la única llave del apartamento permaneciera siempre en su poder. Además, Susanne obtuvo una licencia municipal para educarlos en casa, con lo que tampoco contaban con la posibilidad de socializar en un centro de enseñanza. "Algunos años, salíamos nueve veces al exterior. Otros, no salíamos nunca", comenta uno de los hermanos.

Irónicamente,el hogar de los Angulo sí contaba con un aparato de dvd, así que (a falta de otras alternativas), los chavales se hincharon a ver películas. Muchas películas: su filmoteca particular se compone de unos 5.000 títulos, casi todos ellos comprados de segunda mano y revisados una vez tras otra. Tras haberse aprendido de memoria los filmes de Scorsese, Nolan, David Lynch y otros, los hermanos Angulo decidieron poner sus enseñanzas en práctica recreando sus escenas favoritas, usando guiones transcritos de oído y elaborando su vestuario y su atrezo con los materiales que tenían a mano. Cuando quisieron poner en escena un tiroteo, sin ir más lejos, usaron pistolas modeladas a partir de cajas de cereales. Y la cosa debió salirles muy bien, porque el domicilio familiar fue asaltado por un equipo SWAT: un vecino les había visto manejar sus armas de pega por la ventana, y les había denunciado pensando que tenían entre manos un arsenal. Aquel fue el primer tropiezo de la familia con la ley, y no sería el único.

El punto de giro en las vidas de los Angulo, aquel a partir del cual pudieron romper su aislamiento, tiene por primer causante a John Carpenter: a resultas de una disputa familiar, uno de los hermanos había salido de casa llevando la máscara de Michael Myers, el asesino de La noche de Halloween. Semejante homenaje a un clásico del terror terminó cuando fue arrestado por la policía. Y, tras los agentes de la ley, llegaron los de los servicios sociales. Por suerte o por desgracia, éstos últimos no hallaron nada en el domicilio que les hiciese intervenir: reclusión aparte, los chicos (además de Visnú, la hija mayor, aquejada por una discapacidad intelectual) estaban bien alimentados. Además, no presentaban secuelas graves, ni parecían tener ganas de mudarse. Desde entonces, eso sí, pudieron cruzar el umbral más a menudo.

Poco después de aquella escapada, los hermanos se dieron ese paseo tarantiniano que les puso en contacto con Crystal Moselle. Y, desde entonces, la futura directora de The Wolfpack se ganó el acceso a su mundo. Un mundo obsesivo, sí, pero que distaba de ser una casa de los horrores: aunque el patriarca Óscar Angulo (alcohólico, y preso de una desconfianza patológica hacia los extraños) estuviera obsesionado por "tener su propia tribu", y aunque su esposa fuera "la auténtica víctima de la historia", los vástagos demostraban una enorme fuerza de voluntad y una creatividad a prueba de bombas: échale un vistazo al vídeo de abajo, y les verás recreando al dedillo una pelea entre Christian Bale Tom Hardy en El caballero oscuro: La leyenda renace. Si eso no te impresiona, ten en cuenta que las únicas materias primas para el vestuario han sido cartón corrugado y alfombrillas de yoga. A ver lo que Christopher Nolan podría sacarse de la manga con ese mismo presupuesto...

Durante los cuatro años que duró la realización de su película, Crystal Moselle encontró algunos motivos para el espanto ("Podría haberme quedado a gusto con él", comentó al New York Times refiriéndose a Óscar Angulo), pero también otros para la esperanza: el rodaje rompió, hasta cierto punto, la claustrofobia imperante en la casa , animando a Susanne y a sus hijos a plantarle cara al padre y a redefinir sus dinámicas de poder. Además, gracias a él los hermanos tuvieron acceso a una cámara de vídeo, con lo que pudieron grabar sus películas suecadas y dejar constancia de su trabajo. Por otra parte, la 'Manada' disfrutó de lo lindo con su visita a Sundance, y varios de sus miembros han comenzado a estudiar cine, o a trabajar como meritorios en rodajes. Finalmente, la revista Vice les proporcionó los medios para rodar un cortometraje, titulado Mirror Heart, que se estrenó en YouTube el pasado miércoles, que puedes ver a continuación y que seguramente te dejará con la boca abierta.

Así pues, en la historia de The Wolfpack no sólo hay excentricidad, claustrofobia o tragedia: también hay talento. Y un talento que, según Cristal Moselle, se ha revelado de pura chiripa. Aunque encasillar a los Angulo como 'buenos salvajes' sería demasiado fácil (y ajeno a la realidad), la directora admite que "explotar su historia hubiera sido demasiado fácil". Ahora sólo queda cruzar los dedos porque este relato no tenga un final trágico, o varios, conforme los chavales vayan abriéndose camino en el mundo exterior. Y también plantearse qué hubiera sido de los hermanos si no hubieran tenido acceso a una pantalla, y a los estímulos que ésta puede traer consigo. Aunque tal vez esa pregunta sea mejor no hacérsela demasiado.

The Wolfpack se proyecta hoy (22.00) y mañana (13.00) en la Cineteca del Matadero de Madrid (Pza. Legazpi, 8)

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