SXSW 2016 - Día 6: Un mundo lisérgico y lynchiano

En la ciudad, en general, de Michelle Obama. La primera dama de EE UU llegó a Austin, cinco días después que su marido, con la misma expectación pero con un show mucho más casual. Vino a hablar de música, de igualdad y de educación para niñas.

Entre los cinéfilos, que aún quedan por aquí, se hablaba de los ganadores, y cómo nos han pillado por sorpresa. Sausage Party todavía resuena también.

En tecnología, también hablan de los ganadores y de que ninguno de ellos parecía el nuevo Twitter; aunque si algo ha quedado claro de esta edición es que la realidad virtual es cada vez más el presente.

En música hablan de todo. Es el segundo día y los nervios y la excitación está a flor de piel. Ayer Chvrches arrancó en la fiesta de inauguración, mientras Iggy Pop tocaba a unas manzanas de allí. En cada esquina, bar, hotel de la ciudad hay un escenario y alguien actuando sobre él. Austin es una fiesta. Y lo será de aquí al domingo. Se supone que son menos acreditados, pero hacen mucho más ruido.

Orange Sunshine, la historia psicodélica de la Hermandad del amor eterno (Brotherhood of Eternal Love), un grupo de hippies californianos que se creyeron toda la felicidad del LSD y decidieron repartirla por el mundo, hasta convertirse en los mayores traficantes del ácido del mundo. Eran siete hombres y mujeres que vivían en una comuna feliz en un cañón, cerca del mar para hacer surf, pero en la montaña para sus viajes mentales. Eran la mafia hippie de Orange County. Se aprovecharon de la inocencia de los setenta y de las ganas de pasarlo bien para inventar mil maneras de mover drogas por el país. Por supuesto, eran pacifistas y anticapitalistas. El documental reconstruye la historia a través de entrevistas con los supervivientes, una gente entrañable a la que jamás tacharías de traficantes, y de reproducir lo que ocurrió en el pasado. Sólo por la historia merece la pena. El documental, además, se podrá ver en una versión de realidad virtual para experimentarlo como si estuvieras colocado.

My Beatiful Broken Brain, el documental que estrenará Netflix esta semana, y que ha producido el mismísimo David Lynch emocionado por la historia de la cineasta franco-holandes, Lotje Sodderland que sufrió un infarto cerebral a los 34 años. Ocho días después, aún con mucho por recuperar, contactó a otra directora, Sophie Robinson, y ambas empezaron a filmar el proceso de rehabilitación de ella. Su lucha por recuperar la memoria y el habla. Su intento de reaprender toda su vida. Un proceso lento, a veces doloroso, pero que ella nunca abandona y nos va sumergiendo en esa otra dimensión en la que ella dice sentirse a veces, en parte por un efecto que tiene en la vista, secuela también del infarto, que la hacer ver los colores y el mundo de una manera única. La fragilidad de nuestro cerebro asusta, pero la historia de Lotje y tal como la cuenta es emocionante y bonita.

Sing Street. Era la nueva película de John Carney o Michelle Obama, y como Sing Street se estrena en EE UU el 15 de abril, ganaron la primera dama y sus compañeras de escenario Queen Latifah, Missy Elliott, Diane Warren y Sophia Bush. Aunque ya podían haberse cantado algo. También se me escapó The Arbalest, la ganadora de ficción tan inesperada. Esa foto y esa premisa de promoción no anunciaban algo parecido.

Una tapa de paella. Gratis. En el pabellón montado por el ICEX en el que tocaban bandas españolas, servían paella, sangría y cerveza y vino. Muy bien. Aunque nos quedamos con hambre y con pocas películas estos días, dio tiempo para un sándwich de pollo con aguacate en un restaurante con una camarera más texana que Matthew McConaughey, y’all! Y de postre un helado gratis en el local de McDonadls durante el Festival.

Esta pregunta durante el SXSW debería rebautirzarse ¿Quién me ha hablado? Hay pocas entrevistas, pero muchas charlas, y hoy la que se llevó toda la mañana (por el chequeo de seguridad que obligaban las circunstancias) fue Michelle Obama. Después nos han explicado muy amablemente el pedazo de fiesta que ha montado Showtime para promocionar su próxima serie Roadies, creada por Cameron Crowe, y producida por J. J. Abrams (¿qué no?).

A Iggy Pop y Pee-wee. La pareja de la grima. Y volver a casa. Ya me toca. Aunque el fin de semana de música prometía.