"Pues no era para tanto": 5 inventos que iban a cambiar el cine (y se quedaron en nada)

Rodando 'El Hobbit' a 48 fotogramas por segundo, Peter Jackson sólo ha logrado dejar frío al público de su presentación. ¿Engrosará su técnica esta lista de 'bluffs'? Por YAGO GARCÍA
"Pues no era para tanto": 5 inventos que iban a cambiar el cine (y se quedaron en nada)
"Pues no era para tanto": 5 inventos que iban a cambiar el cine (y se quedaron en nada)
"Pues no era para tanto": 5 inventos que iban a cambiar el cine (y se quedaron en nada)

Lo sentimos, Peter Jackson: no se puede tener todo. El director de El Señor de los anillos lleva mucho tiempo repitiéndonos que, además de ser la repanocha en cuanto a calidad y de devolvernos a la Tierra Media como Sauron manda, El Hobbit: Un viaje inesperado rompería todos los esquemas del cine proyectándose a 48 fotogramas por segundo en lugar de a la ratio habitual de 24. Dicha técnica, proseguía, aumenta la definición de la película y hace más espectacular el uso del 3D. El caso es que, el pasado lunes, 10 minutos de la película fueron proyectados por primera vez en Las Vegas... Y el público se quedó igual. Puede que fuese por el estado aún muy crudo del metraje (sin posproducción ni efectos especiales) o a que, sencillamente, la innovación es sólo perceptible para fanáticos de la calidad como el propio Jackson, pero las crónicas del evento pronostican una acogida fría, cuanto menos.

Sumemos a ello que la proyección a 48 fotogramas obligaría a las salas a cambiar sus proyectores, y que su empleo en los rodajes resulta cuanto menos limitado, y llegaremos a una conclusión: o Jackson y James Cameron (quien planea rodar las secuelas de Avatar a 60 fotogramas por segundo) dejan al público boquiabierto, o esta innovación engrosará la lista de inventos que iban a cambiar el cine y no llegaron a nada. Mientras el 3D y el IMax aguantan el tipo, y otras técnicas (como el Technicolor o el Cinemascope) han pasado a la historia del celuloide, todos estos prodigiosos artilugios han quedado como meras anécdotas. Descúbrelos con nosotros.

El cronófonocronofono

Año: 1910

¿En qué consistía? Si pensabas que los intentos por sonorizar el cine comenzaron en los años 20, estás muy equivocado: 16 años después de que los hermanos Lumiére estrenasen su primera película, el también francés Gaumont ponía a punto este invento pionero. El cronógrafo (llamado en España con el bonito nombre de "electro-cronógrafo cantante") estaba compuesto por dos platos en los que el sonido de la peli se reproducía en sendos discos de pizarra, y en dos enormes bocinas amplificadas por aire comprimido.

¿Por qué fracasó? Si para un DJ de hoy sincronizar dos discos es un trabajo complicado, imagínate el esfuerzo que debía suponer ajustar este trasto al desarrollo de una película. El cronófono no pasó de curioso experimento, y los cinéfilos tuvieron que esperar hasta 1927 para ver la primera película propiamente sonora, El cantor de jazz.

El Cineramacinerama

Año: 1957

¿En qué consistía? 2001, una odisea del espacio y La conquista del Oeste fueron dos de las películas presentadas en este formato, predecesor del Cinemascope. Los filmes en Cinerama se rodaban con tres cámaras sincronizadas y a una velocidad ligeramente superior a la convencional (26 fotogramas por segundo en lugar de 24), a fin de ser proyectados en una enorme pantalla panorámica. Un antepasado lejano del IMax, vamos.

¿Por qué fracasó? Como ya podrás suponer, trabajar con el formato Cinerama era una cruz: los proyectores podían perder la sincronía, y en los rodajes quedaba muy limitado el número de objetivos que los operadores de cámara podían utilizar. Para colmo, encuadrar a dos actores en el mismo plano resultaba difícil, cuando no imposible, y obligaba a trucos de diversa índole. La última película Cinerama se rodó en 1974.

El Sensurroundsensurround_terremoto

Año: 1974

¿En qué consistía? A fin de que la superproducción de catástrofes Terremoto impactase más a los espectadores, Paramount desarrolló este sistema de sonido... Que no se oía, sino que se percibía con una parte del cuerpo que no quisiéramos mencionar. El Sensurround obligaba a la instalación de altavoces de baja frecuencia (subwoofers, los llamaríamos ahora) que emitían tonos semejantes a los emitidos durante un temblor de tierra o una explosión. Puede que esta sea la innovación que más ha hecho vibrar al público, literalmente.

¿Por qué fracasó? Pese a la entusiasta acogida inicial, el Sensurround presentaba grandes problemas técnicos. Tan grandes como su precio, porque alquilar un equipo suponía unos 1.600 euros mensuales. Para colmo, el auge de las multisalas hacía que su uso resultase molesto para los espectadores de la pantalla de al lado (sin ir más lejos, amargó varias proyecciones de El Padrino II). Cuando George Lucas lanzó su sistema THX en 1983, este sistema era poco más que un recuerdo. Tal vez si lo hubiesen empleado en filmes más lucidos que Montaña rusa...

El Odoramaodorama_poliester

Año: 1981

¿En qué consistía? El hecho de que el cine sólo llame a dos de nuestros cinco sentidos es algo contra lo que muchos inventores han pugnado. Si el Sensurround (epígrafe anterior) buscaba producir sensaciones táctiles, el Odorama trataba de estimular el olfato del espectador, entrando por su nariz. Y era barato, además: sólo requería unas tarjetas con esencias diversas que, al ser rascadas por el público, inundaban la sala con el olor correspondiente.

¿Por qué fracasó? Bueno, fracasar, lo que se dice fracasar, no fracasó: el Odorama fue un invento del siempre genial John Waters, quien lo lanzó en su película Poliester (1981). La verdad es que el artilugio tenía su aquel, pero el empeño del maestro de Baltimore en usar fragancias tales que huevos podridos, pedos o pizza le quitó buena parte de su atractivo comercial.

El coloreado de películascasablanca_coloreada

Año: 1986

¿En qué consistía? Siempre avispado, Ted Turner (magnate de los medios de comunicación y marido de Jane Fonda) se frotaba las manos con este sistema que, pensaba, le permitiría sacar píngües beneficios reestrenando viejos filmes en blanco y negro. Sólo que, como ya habrás adivinado, repletos de colorines gracias a la por entonces novedosa tecnología digital. Suena disparatado, pero algunos grandes de Hollywood, como Cary Grant o Frank Capra se entusiasmaron con el proceso.

¿Por qué fracasó? Para empezar, el coloreado de películas monocromas era por entonces carísimo, y lo sigue siendo. Para seguir, el sistema provocaba arcadas en otros titanes como John Huston (quien, en comandita con su hija Anjelica, llegó a los tribunales para impedir que coloreasen La jungla de asfalto) y un Orson Welles que, antes de morir, suplicaba: "¡Por favor, que no pintarrajeen Ciudadano Kane!". Entre el vil metal y el rechazo de los viejos maestros, Turner desistió en su propósito. Menos mal.

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