[Opinión] Andrew Garfield, el mejor Spiderman posible

¿Saben Marvel y Sony lo que hacen al prescindir de un actor así? Defendemos a Garfield como el intérprete que más justicia le ha hecho al 'Trepamuros'.
[Opinión] Andrew Garfield, el mejor Spiderman posible
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[Opinión] Andrew Garfield, el mejor Spiderman posible

"¿Cuántos reboots puede soportar un solo personaje?": esa es la pregunta que ya se están haciendo muchos fans de Spiderman, tras constatar que el acuerdo entre Sony Marvel no sólo devolverá al Trepamuros a la Casa de las Ideas, sino que también dará lugar a otro relanzamiento de la franquicia arácnida. El tercero, de hecho, tras una primera trilogía obra de Sam Raimi (en la que todo salió bien... si descontamos la tercera entrega) y una segunda que quedará inacabada para siempre, después de que The Amazing Spider-Man The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro decepcionasen a casi todo el mundo. Por supuesto, ahora mismo internet está deshecha en dimes y diretes, no sólo por las alambicadas componendas entre empresas que han llevado a esta situación (el traspaso del personaje, recordemos, ha costado cero dólares), sino también porque los cazatalentos de turno andan a la busca de un actor que sustituya a Andrew Garfield. 

Dados los últimos resultados de 'Spidey' en pantalla grande, y contando con que el spin-off Los Seis Siniestros tampoco prometía demasiado, nosotros no vamos a decir que el acuerdo tenga resultados catastróficos... salvo si contamos con la pérdida de Andrew Garfield para el personaje: es cierto que el actor no debió ganarse muchas amistades al denunciar los tejemanejes de Sony en The Amazing Spider-Man 2, y que hallándose Emma Stone (su pareja en el mundo real) retirada de la franquicia, tampoco le deben haber dolido prendas en decir "ahí os quedáis". Máxime cuando Martin Scorsese ha contado con él para Silence. Pero a nosotros sí nos fastidia, porque Andrew Garfield ha sido el mejor Spiderman de cine. Con los respetos debidos a Tobey Maguire, y aun teniendo en cuenta la baja calidad global de los filmes, desde aquí declaramos que este chico de Los Ángeles logró hacerse con el rol de nuestro amigo y vecino, tal y como lo crearon Stan Lee Steve Ditko en 1962. ¿Tenemos argumentos para respaldar esta afirmación? Pues sí, y ahora vamos a mostrártelos.

Le gustan los cómics (y, sobre todo, 'Spidey')

Generalmente, las estrellas de Hollywood que fichan por películas de superhéroes suelen declarar un amor incondicional por las viñetas, o al menos cierto interés. Nada reprochable, porque les va el salario y la promoción en ello, pero generalmente esas declaraciones suenan más falsas que un euro de plástico. Entre los pocos actores que han dado pruebas de ser Marvel zombies con todas las de la ley destacan Samuel L. Jackson, Nicolas Cage (ay...), Vin Diesel... Y Andrew Garfield. Hablamos de un tío que describió The Amazing Spider-Man como "una oportunidad que llevaba 24 años esperando", que se presentó en la Comic-Con 2011 (¡y por sorpresa!) con el uniforme arácnido puesto y que, en definitiva, se toma al personaje en serio. Por si eso fuera poco, hasta ahora Garfield no sólo se mostraba interesado, sino también entusiasta, ante la idea de que Spiderman se incorporase al Universo Cinematográfico Marvel. Contando con esto, las novedades sobre el destino de la franquicia parecen un chiste malo.

Se ha puesto en la piel de Peter Parker

Tras verle en Spiderman 3, y sobre todo al recordar ese flequillo que obedecía a sus cambios de personalidad (similar a la mirada "ahora soy bueno - ahora soy rockero" de Bono en Muchachada Nui), es fácil cebarse con el pobre Tobey Maguire. Pero, una vez vueltos a nuestros cabales, seguimos llegando a la misma conclusión: Garfield le da sopas con onda, no sólo interpretando al Trepamuros, sino también a su álter ego. Sobre todo porque, mientras que Maguire se centraba en el aspecto del personaje como adorable empollón, Andrew conseguía darle más chicha a sus puntos menos amables: un mozalbete tirando a desastroso, aficionado a meterse donde no le llaman (normal que acabe haciendo carrera como periodista...) y al que nos creemos cuando se salta a la torera los consejos de tío Ben, hasta que la realidad desagradable asoma y elige convertirse en un héroe. Detalles como el dichoso skateboard o esa subtrama alambicada sobre sus padres admiten críticas, desde luego, pero en lo que a interpretación y dramatismo se refiere, nuestro chico ha conseguido que nos creamos aquello que decía Stan Lee sobre los "superhéroes con superproblemas". 

Gasta mejores bromas

¿Qué le ocurre a Peter Parker, ese pringao, cuando viste sus mallas rojas y azules? Pues que saca a pasear a su lado oscuro: mientras que su identidad civil es la de un imán para las collejas, sus actividades como Spiderman le dan la ocasión perfecta para reírse del mundo y, sobre todo, de esos villanos a los que convierte en blanco de sus burlas. Ya tenga delante a un chorizo vulgaris, ya se esté viendo las caras con el Doctor Octopus, 'Spidey' es un maestro en eso de añadir insulto al dolor. Un aspecto del personaje que, de nuevo, Andrew Garfield ha sabido materializar sin problemas. Aunque las películas de Marc Webb hayan renunciado al humor slapstick de Sam Raimi, escenas como el enfrentamiento con el ladrón de coches en The Amazing Spider-Man ("¡Mi punto débil son los cuchillos pequeños!") o el cachondeo a costa de los calzoncillos de Rhino en la segunda entrega hacen que el carácter malicioso (y en ocasiones cruel) del personaje resulte convincente. Pensar que jamás veremos al actor enzarzado en un duelo de pullas con el Tony Stark de Robert Downey Jr., o tomándole el pelo al Capitán América, da bastante rabia si tenemos todo esto en cuenta.

Es un hacha en las escenas de acción

En parte por el estilo de Sam Raimi, aficionado a los movimientos de cámara imposibles, y en parte por cosas de Tobey Maguire (el chaval había empleado cinco meses de su vida en criar músculo: tampoco le íbamos a pedir una agilidad felina), la primera trilogía de Spiderman se agarró a los efectos digitales como a un clavo ardiendo: de ahí que algunas de sus escenas, si bien espectaculares, hayan envejecido un poco mal. Los dos filmes de Marc Webb, por su parte, también han estado llenos de píxeles... pero han contado con un actor principal dispuesto a todo en el plató. Vídeos como el que puedes ver arriba revelan que Andrew Garfield no le ha hecho ascos a colgarse del techo (y no para besar a Kirsten Dunst, precisamente), quedar prendido de una maraña de cables, moverse en coreografías tirando a complejas cuando había que usar los puños, o ejecutar triples saltos mortales con cama elástica. Y, además, sin trampa ni cartón: en todos los momentos que hemos descrito, el actor aparece con el rostro descubierto.

Sabe sufrir

Andrew_Garfield_Amazing_Spider_Man

Descolgarse por los tejados de Nueva York mientras apalizas a los malos (y rapidito, que hay que mandar esas fotos al Daily Bugle) es divertido, a qué negarlo. Pero no nos engañemos: en el fondo, ser Spiderman es una putada. Y, en las cosas de la angustia y la depresión, Andrew Garfield es un maestro. Si, a la hora de contar con él para el personaje, los directores de cásting tuvieron en cuenta su desgarradora interpretación en Nunca me abandones, la verdad es que dieron en el clavo, porque el actor ha resultado tan convincente en sus momentos cómicos como cuando había que sacarle jugo a los lagrimales. ¿Un ejemplo? Lo tenemos fácil: aunque The Amazing Spider-Man: El poder de Electro dejase mucho que desear [SPOILERS] ¿de verdad te quedaste impasible viendo cómo el héroe reaccionaba ante la muerte de Gwen Stacey -Emma Stone-? [/SPOILERS]. En cualquier caso, y acabando ya con este lado de la cuestión, perder a Andrew Garfield es perder aquello que en jerga del oficio se llama "un actor completo", tan dispuesto a usar sus músculos como diestro en expresar emociones.

Tiene un potencial por descubrir

Tras este ditirambo, en el que hemos puesto de relieve todas las virtudes del Andrew Garfield arácnido, todavía nos queda por extraer la conclusión más lógica de tanta alabanza: lo que más duele de perder a este actorazo son las escenas que nunca llegará a rodar. Porque, cinemaníaco o cinemaníaca, ¿te imaginas lo que nuestro protagonista podría dar de sí contando con un guión bien imbricado en el Universo Marvel, unos compañeros de reparto motivados (es decir, más cerca de Tom Hiddleston como Loki que de Jamie Foxx como Electro) y a las órdenes de un director a quien de verdad le gustasen los cómics? Pensar en  Gardield trabajando mano a mano con los hermanos Russo, con James Gunn o incluso con Joss Whedon, si éste se lo piensa dos veces, es algo que nos llena de excitación... hasta que volvemos a la cruda realidad, y caemos en que éstos encuentros nunca llegarán a producirse. Una pena, porque, como nos han enseñado Capitán América: El Soldado de Invierno, Guardianes de la galaxia Los vengadores, una película de superhéroes sólo sale bien cuando sus responsables se la toman  como algo más que un trabajo mercenario. Ante el actual estado de cosas, sólo podemos desear que Spiderman no haya supuesto una losa en la carrera de Andrew Garfield: este chico todavía tiene mucho que ofrecer, aunque sea lejos de esas telarañas que tanto le gustan.

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