La pasada noche, la del 2 de julio de 2016 un tuit de Thierry Fremaux, el director del Festival de Cannes, anunciaba su muerte.
No se sabe exactamente cuál es la causa de su muerte, ni tampoco el lugar. Como todo en su vida el final también ha sido un misterio. Había nacido en 1939 o quizá no, dependía de quién le preguntara, fue cineasta casi toda su vida y al final de ella novelista, era hombre y al mismo tiempo también una mujer. O eso sospechamos con sus últimas apariciones en Cannes y en Venecia. Nunca desmintió nada por pura pereza: "Todo lo que se dice de mí no son más que tonterías". Así que todos pudimos seguir imaginando lo que nos diera la gana.
Lo que sí que fue Ciminio es un director inclasificable, un ambicioso artista que comenzó escribiendo guiones como Naves misteriosas o Harry el fuerte y debutó con un western en el que dirigió a Clint Eastwood, Un botín de 500.000 dólares. Fue tal éxito que para su siguiente película no tuvo problema en contar con los mejores actores del momento, con Robert De Niro, Christopher Walken, Meryl Streep, John Savage y John Cazale. Cimino dirigió El cazador, probablemente la mejor película que se haya hecho nunca sobre la amistad. Una cinta que habla de tres amigos, de Vietman y de la imposibilidad de ser feliz cuando a la vida le da por jodernos. Una obra maestra que catapultó al Nuevo Hollywood, que dio alas para que la industria cambiara para siempre su destino como máquina de entretenimiento y se convirtiera en un lugar destinado al puro arte cinematográfico.
Sin embargo, esto nunca ocurrió y quizá fue por culpa de Cimino, su siguiente película, La puerta del cielo, arruinó a United Artists. La cinta tuvo un problemático rodaje y fue editada por el estudio. Fue un fracaso de crítica y de público. A nadie le gustó y Cimino perdió para siempre su toque mientras Hollywood se acomodaba en el éxito de otro estilo de obras maestras como Tiburón o Star Wars. El Nuevo Hollywood que soñaron Warren Beatty, Dennis Hopper, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese o Hal Ashby terminó para siempre.
Desde entonces Cimino no fue Cimino, o lo fue más que nunca. Con películas pequeñas apoyadas por productoras pequeñas su último éxito fue su novela, Big Jane, y la versión de La puerta del cielo que se mostró en el festival de Venecia en 2012. 216 minutos de una obra maestra que levantó a todo el público. Cimino no se sorprendío en absoluto, él tenía muy claro la película que había hecho, dijeran lo que dijeran.
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