Los directores más infravalorados (I): Neil Jordan

Comenzamos un serial que rescatará a esos maestros del cine que precisan de una reivindicación urgente. El autor de 'Juego de lágrimas' y 'Entrevista con el vampiro' protagoniza nuestra primera entrega. Por YAGO GARCÍA
Los directores más infravalorados (I): Neil Jordan
Los directores más infravalorados (I): Neil Jordan
Los directores más infravalorados (I): Neil Jordan

Los fastos de los Oscar han pasado, y los ganadores se han ido a sus casas con la estatuilla correspondiente, todos ellos esperando un año más en el que la prensa de cine volverá a repetirnos lo buenos que son. Especialmente los directores, esos señores (y señoras) que se parapetan tras la cámara para dar la cara sólo en la temporada de premios. Pero, lectores, sinceramente, ¿no estáis un poco cansados de leer siempre los mismos nombres? Seguro que sí: por cada Spielberg, Abrams, Haneke, Fincher y similares, hay docenas de grandes cineastas que, pese a haberse llevado a veces algún trofeo, no suelen estar en boca de todo el mundo. Para ocupar el lugar que les corresponde, estos auteurs precisan del apoyo de sus fans... O de reportajes como los que CINEMANÍA les dedicará a partir de hoy, en un serial que dedicamos a los directores más infravalorados del cine.

Aquí habrá espacio para todo el mundo, desde los amigos de lo culto hasta los currantes de la serie B, pasando por algún cineasta de mérito perdido en la marea de Hollywood. De modo que, para echar a andar, hemos decidido centrarnos en la carrera de alguien que reune un poco de todos esos rasgos. Nacido en Sligo (Irlanda) en 1954, este director se ha caracterizado por proporcionar nominaciones a mansalva (y alguna victoria que otra) a los actores que han trabajado a sus órdenes, pero, lo que es él, sólo tiene un Oscar... Y es como guionista. Además, sus filmes nunca se han caracterizado por ser grandes éxitos de taquilla, y muchas veces son tan raros que ni el público generalista ni los críticos más sesudos saben qué hacer con ellos. ¿De quién estamos hablando? Pues del cineasta hetero más gay del mundo: nada menos que del gran Neil Jordan.

En compañía de lobos (1984)

¿Por qué nos gusta? En su primer filme, Danny Boy, Jordan ya apuntaba maneras, pero fue en este trabajo cuentista y siniestro donde demostró hasta dónde podía llegar. Adaptando el libro de relatos La cámara sangrienta, con guión de su autora Angela Carter, Jordan construyó un filme que puede leerse como una serie de revisiones del cuento de Caperucita Roja en clave licántropo-feminista, más próxima a Hellraiser que a ciertos intentos recientes con Amanda Seyfried. Además, salen Angela Lansbury (la abuelita) y Terence Stamp encarnando al mismísimo Satán. Ya tardas en verla.

Momento cumbre: Una de las mejores, y más multitudinarias, transformaciones en hombre-lobo de toda la historia del cine. Aprendan, señores de Crepúsculo...

Mona Lisa (1986)

¿Por qué nos gusta? Si quieres más pruebas de que el Jordan de los 80 estaba sembrao, aquí las tienes. Porque en esta casa pensamos que Michael Caine es buenísimo cuando es bueno, pero cuando es malo es aún mejor (es decir, inconmensurable), y es todo un gustazo verle dar vida a Mortwell, maligno mafioso londinense que pone a su subordinado Bob Hoskins a trabajar como chófer de una prostituta de lujo, la guapísima Cathy Tyson. Por supuesto, el matón y la pilingui no tardarán en trabar amistad (y puede que algo más), con lo que la tragedia estará asegurada.

Momento cumbre: La pelea en el ascensor. Larguísima, desagradablemente realista, y con Hoskins sacando a la bestia que su personaje lleva dentro, ganándose de paso una nominación al Oscar.

Juego de lágrimas (1992)

¿Por qué nos gusta? Si sólo te suenan los nombres de dos películas de Neil Jordan, es muy probable que una de ellas sea esta. Tras un par de trabajos de encargo (como Nunca fuimos ángeles, en la que trabajó con Sean Penn y Robert De Niro), el cineasta se reune con su fiel Stephen Rea para retomar dos de sus temas habituales: las acostumbradas neuras psicológico-sexuales y el conflicto en Irlanda del Norte. Por supuesto, si has oído hablar de esta historia de amor y traición protagonizada por un terrorista (Rea) también habrás oído hablar de su giro argumental más importante... Que no pensamos desvelar aquí. Tan bien salió la cosa, que Jordan se llevó su único Oscar (como guionista) gracias a esta película.

Momento cumbre: Más que el antedicho giro de guión, preferimos acordarnos de las conversaciones entre Rea y ese soldado secuestrado al que encarna Forest Whitaker.

Entrevista con el vampiro (1994)

¿Por qué nos gusta? La reputación de Juego de lágrimas procuró a Jordan un segundo pasaporte a Hollywood... Que, al fin y a la postre, no fue para tanto, pero que le dio pie a dar pie a este desparrame hemoglobínico protagonizado por unos Tom Cruise y Brad Pitt con colmillos (y con una sexualidad bastante ambigua). La transformación del incauto Pitt en chupasangres es todo un alarde de efectos especiales old school, Cruise saca partido de ese registro histriónico que tan buenos frutos le daría en un futuro, y todo en el filme hace lamentar que el resto de adaptaciones de las novelas de Anne Rice no llegaran a filmarse. No, la muy pocha La reina de los condenados (rodada en 2002) no cuenta.

Momento cumbre: La niña vampiresa Kirsten Dunst prueba la sangre por primera vez. Su susurrante "¡Quiero más!" aún nos da pesadillas (muy monas, eso sí).

El fin del romance (1999)

¿Por qué nos gusta? Para Jordan, la segunda mitad de los 90 fue irregular cuanto menos, alternando entre la épica de gran estudio (Michael Collins), proyectos indie en su nativa Irlanda (Contracorriente) y regresos a su registro noir (Dentro de mis sueños). Pero el director se despidió de la década por todo lo alto apelando a un género tan ajeno a sus postulados como el drama romántico. Claro que si dicho drama romántico está basado en una novela de Graham Greene y lo protagonizan Ralph Fiennes y Julianne Moore (nominada al Oscar) el punto de partida es prometedor cuanto menos. Ojo: este filme es uno de esos que provocan enormes lagrimones.

Momento cumbre: El amante Fiennes encuentra el diario de Moore, mujer adúltera... Y su punto de vista sobre el romance de marras cambia por completo. El del espectador, también.

Desayuno en Plutón (2005)

¿Por qué nos gusta? Dejando claro que El buen ladrón, La extraña que hay en mí y Ondine nos parecen muy reivindicables, escogemos esta maravilla colorista como ejemplo del mejor Jordan del siglo XXI. Porque, si ser una chica transexual es difícil, ser una chica transexual en el Ulster durante los años 70 era algo cercano al infierno... Pero el director y su estrella Cillian Murphy consiguen convertir esas premisas en una historia llena de comicidad y momentos memorables. Sumemos a ello la intervención de un Liam Neeson pletórico (¡haciendo de cura!) y un ritmo frenético, y tendremos entre manos una pequeña obra maestra.

Momento cumbre: Interrogado por la policía británica, que le acusa de trabajar para el IRA, Murphy nos cuenta las delirantes Aventuras de la Superagente Kitten.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento