Las películas más extrañas que puedes ver gratis en YouTube

Extrañas, abstractos, divertidos, terroríficos... Todos estos clásicos del cine experimental están disponibles en la web de vídeos de forma libre y gratuita. Por CINEMANÍA
Las películas más extrañas que puedes ver gratis en YouTube
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Las películas más extrañas que puedes ver gratis en YouTube

Como ya sabes, al equipo de CINEMANÍA nos encanta hurgar en los archivos de YouTube y otros vídeos de streaming para buscar películas de dominio público, libres de copyright, que puedes ver y descargarte legalmente y sin pagar un céntimo. De este modo, te hemos ofrecido antologías de clásicos del cine, thrillers y películas de terror, y cortos de animación stop motion. Pero este fin de semana nos sentimos misteriosos y esotéricos, así que nos hemos lanzado a lo raro de verdad: los clásicos del cine experimental. Es decir, a películas que le parecerían raritas hasta a David Lynch, que ya es decir.

Todos los filmes que te ofrecemos a continuación tienen algo en común, y es que no se parecen a ninguna otra película (ni siquiera a ellos mismos, en algunos casos). Además, lejos de ser aburridos o pretenciosos, suelen mantener un divertido y saludable cachondeo, o un amor por el misterio más cercano al cine de género de lo que pudiera parecer. Si sigues leyendo, cinemaníaco, te adentrarás en un territorio en el que pocos se atreven a entrar: las películas más raras que puedes ver de forma gratuita.

Sinfonía diagonal (Viking Eggeling, 1924)

¿Por qué nos gusta? Porque demuestra que las posibilidades del cine de animación están muy lejos de ser llevadas al límite, por mucho que Pixar haga lo suyo. Ya en los primeros tiempos del celuloide, el dadaísta Eggeling se marcó un pequeño prodigio de formas y movimientos, en tan sólo siete minutos y (ojo al dato) usando tijeras y papel recortado. Más de un director moderno daría lo que fuese por obtener los mismos resultados con un ordenador superfashion.

Anémic Cinéma (Marcel Duchamp, 1926)

¿Por qué nos gusta? Dos años después que su amigo Eggeling, pero también en el terreno de la animación, el hombre que convirtió un urinario público en obra de arte cotizadísima se marca otro maravilloso cortometraje. Con el sencillo procedimiento de pegar dibujos y composiciones de letras a un tocadiscos, Duchamp firmó este trabajo al que cabe calificar, sin cortapisas, de hipnótico. Si no nos crees, dale al play... Y atente a las consecuencias.

El hombre de la cámara (Dziga Vertov, 1929)

¿Por qué nos gusta? Con los años, la cámara oculta se ha convertido en un recurso para realities y programas de cotilleos. Pero, cuando el muy revolucionario Vertov se sacó el truco de la manga en 1929, lo empleó para algo muy distinto: rodar escenas del día a día en una ciudad soviética. ¿Suena a peñazo? Pues todo lo contrario: jugando con la velocidad y el ritmo de las imágenes, el amigo Dziga obtuvo un filme sin argumento, sin guión y sin actores que (además de ser apasionante) nos cuenta su propio proceso de producción, desde el rodaje hasta un primer pase ante un público que se lo pasa pipa. Y, de postre, algunos momentos apabullantes de animación stop motion.

Meshes of the Afternoon (Maya Deren, 1943)

¿Por qué nos gusta? Seguramente, porque cuando uno ve Meshes of the Afternoon ("Las redes de la tarde", aproximadamente), lo primero que se imagina es a David Lynch tomando notas furiosamente. Una de las películas experimentales más importantes creadas tras la II Guerra Mundial, esta cinta protagonizada por la propia Deren (guapísima, por cierto) y su esposo Alexander Hammid no tiene un argumento concreto, ni un desarrollo inteligible. Pero, por eso mismo, provoca la misma angustia que una pesadilla. Y, qué duda cabe, termina como si fuese una.

Fireworks (Kenneth Anger, 1947)

¿Por qué nos gusta? Según su autor, Fireworks contiene "todo lo que hay que decir sobre tener 17 años, la Marina de EE UU, la navidad y el Cuatro de Julio". En cristiano, que un Anger adolescente (tenía, efectivamente, 17 años cuando rodó la película) firmó aquí una de las primeras películas abiertamente gays de la historia. Jugando con metáforas visuales de obvio significado, y con unos marineros de permiso como estrellas invitadas (no, no cantan como Village People, pero poco falta), esta película puede sonrojar aún hoy a más de un espectador, así que ni que te contamos la que se armó en el año de su estreno: sólo se salvó de la quema mediante la intervención de Jean Cocteau (La bella y la bestia) y del sexólogo Alfred Kinsey.

Fuego en Castilla (José Val del Omar, 1960)

¿Por qué nos gusta? Tras abandonar España echando chispas huyendo de la dictadura, el granadino Val del Omar volvió a su país, para seguir ganándose a pulso el título de director más inclasificable de la historia de nuestro cine. El cineasta expuso aquí uno de sus inventos, la Tactil-Visión, para ofrecernos un vistazo "desde el páramo del espanto" de la Semana Santa castellana. Si te gusta, échale un vistazo a Aguaespejo granadino y Acariño galáico, las otras dos entregas de su Tríptico elemental de España, también en YouTube.

Dog, Star, Man (Stan Brakhage, 1961-65)

¿Por qué nos gusta? A los más puretas les sonará su título por el disco homónimo de los Suede, pero el caso es que Dog, Man, Star no tiene nada que ver con el glam rock y sí mucho con la magia negra, el arte abstracto y, sobre todo, con la paciencia del espectador. Subtitulado "El arte de ver con los propios ojos", este serial en tres partes comience mostrándote una pantalla en negro, persevera: a los pocos minutos podrás ver imágenes que el común de los mortales sólo experimenta tras probar sustancias prohibidas. Y, aquí, sin efectos secundarios.

La sociedad del espectáculo (Guy Debord, 1971)

¿Por qué nos gusta? ¿No querías copyleft? ¡Pues toma tres tazas! De Nicholas Ray, John Ford y Orson Welles a noticiarios de televisión, pasando por películas pornográficas y noticiarios de TV, el filósofo Debord emplea esta película para ilustrar su legendario libro de 1966 sobre los medios de comunicación. Su teoría: que todos vivimos inmersos en "una negación de la vida que se ha hecho visible", donde las imágenes son más importantes que las personas. El resultado es una película que podría haber sido dirigida ayer.

Leo es Pardo (Iván Zulueta, 1976)

¿Por qué nos gusta? Con una cámara Super 8, el Metal Machine Music de Lou Reed y otros discos selectos (todos ellos, por supuesto, empleados sin pagar un duro) como banda sonora y mucha paciencia, el autor de la magistral Arrebato probó su capacidad para generar mal rollo en un apartamento en el que los muebles cobran vida y las sombras te sujetan de la mano. Quienes defienden que Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón es la primera película punk hecha en España deberían ver Leo es Pardo y (con todos nuestros respetos para Almodóvar) comerse acto seguido sus palabras.

Gently Down The Stream (Su Friedrich, 1981)

¿Por qué nos gusta? Como ya vimos en el caso de Fireworks, el cine de temática gay siempre ha tenido un refugio en el underground y lo experimental. Aunque esto haya cambiado, y para bien, en el último par de décadas, es interesante revisar este experimento en el que la directora Su Friedrich compuso un diario sobre sus sueños. Algunos podrían señalar el parecido de Gently... con Espejo, padre, espejo (la obra maestra creada por la profesora de Thora Birch en Ghost World), pero sus imágenes en tormentoso blanco y negro tienen mucho de poema, y poco de onanismo mental.

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