Kristin Scott Thomas se retira del cine

Tras treinta años de carrera, la actriz británica ha decidido dejar de hacer películas. "Me aburre, así que voy a parar", afirma, volviendo a una decisión que ya se planteó en los noventa. Por CINEMANÍA
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En los últimos años, hemos disfrutado de Kristin Scott Thomas en una amplia variedad de papeles y películas muy distintas. Poco tienen que ver sus personajes intensos, sufridores y descarnados de Hace mucho que te quiero (Philippe Claudel, 2008) y En sus manos (Lola Doillon, 2010) con los romances de Partir (Catherine Corsini, 2009) y La pesca del salmón en Yemen (Lasse Hallström, 2011) o los dramas de época y corsé Las hermanas Bolena (Justin Chadwick, 2008) y Bel Ami, historia de un seductor (Declan Donnellan & Nick Ormerod, 2012). Por no hablar de cómo fue la tía de John Lennon en Nowhere Boy (Sam Taylor-Johnson, 2009), su presencia misteriosa en La mujer del quinto (Pawel Pawlikowski, 2011), la galerista frustrada de En la casa (François Ozon, 2012) o, sobre todo, esa matriarca despiadada de lengua viperina que interpreta en Sólo Dios perdona (Nicolas Winding Refn, 2013). Si algo nos dice esa diversidad de interpretaciones y filmes en tan sólo seis años de carrera (y nos hemos dejado algunos más en el tintero) es la eficacia que la actriz demuestra en cada papel y lo mucho que trabaja.

Puede que hasta ahora. En una entrevista con el diario The Guardian, Scott Thomas ha anunciado que lo deja."No puedo hacer frente a una película más", dice la actriz de 53 años antes de explicar que tomó la decisión en septiembre. "Me di cuenta de que he hecho lo que se me da bien tantas veces en idiomas distintos, y de repenté pensé que ya no puedo hacerlo más. Me aburre, así que voy a parar". De momento, tiene algunos títulos con rodaje finalizado pero todavía pendientes de estreno: The Invisible Woman, donde su amigo Ralph Fiennes la dirige en un episodio de la vida de Charles Dickens; Suite française, un drama romántico de Saul Dibb (La duquesa) en la Francia ocupada por los nazis; y My Old Lady, una dramedia parisina donde es la hija de Maggie Smith. Más allá, la británica, que vive en París desde los 19 años y trabaja tanto en inglés como en francés, ha decidido no hacer ninguna película más.

Parece que todo el proceso de filmación cada vez le resulta más molesto. "Normalmente, el tipo de películas que hago se despachan rápido y siempre parece que haya algo de lío. Me gusta rodar, pero no soporto tener que reorganizar cosas y reescribir escenas. No quiero que me molesten", confiesa la actriz. Tampoco está muy contenta con algunas de las películas que ha hecho últimamente y la facilidad que tienen muchos agentes de cásting para encasillarla. "La gente sabe lo que puede hacer, así que les alegra verme hacerlo. Pero no quiero fingir infelicidad nunca más... lo que es principalmente algo infeliz". Antes, había confesado otro inconveniente con el que se ha encontrado recientemente: "De vez en cuando me llaman para dar peso a lo que de otra forma sería una producción endeble. Básicamente, me necesitan por motivos de producción. Así que me dan un papel pequeño en algo que saben que voy a ejecutar bien, saber lo que hacer, cuándo llorar y estar en el lugar adecuado. No debería morder la mano que me da de comer, pero estas cosas sigo haciéndolas por otra gente y el año pasado decidí que la vida es demasiado corta. No quiero hacerlo más".

No es la primera vez que Scott Thomas anuncia su retirada. Durante la segunda mitad de los noventa, dejó de trabajar con tanta fruición durante una temporada, después de que el éxito de Cuatro bodas y un funeral la catapultara hacia superproducciones como Misión: Imposible, El paciente inglés (por la que fue nominada al Oscar) o El hombre que susurraba a los caballos. En aquella época, además de lo inconveniente que le resultaba viajar a EE UU con su entonces marido e hijos en Europa, ya se sentía incómoda con los plazos de rodaje. "No aguanto todas las chorradas de las grandes películas. No soporto estar sentada sin hacer nada varias horas en una caravana lujosa, esperando aburrida. Solía hacer tapicería. Sí, estaba rodeada de cojines", recuerda.

Al final de la entrevista, todavía un pequeño rayo de esperanza para todos los que disfrutamos con el trabajo cinematográfico de Scott Thomas. Es posible que vuelva a hacer más películas, pero sólo aquellas a las que no se pueda resistir realmente. Ahora sólo hace falta que algún director o guionista esté a la altura del reto.

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