[Gijón 2015] Días 5 y 6: El arte de narrar sin palabras, y el mejor steampunk cinematográfico

El FICX coge color y fuerza pasado su ecuador y, ya sí, encontramos propuestas sólidas en varios frentes.
[Gijón 2015] Días 5 y 6: El arte de narrar sin palabras, y el mejor steampunk cinematográfico
[Gijón 2015] Días 5 y 6: El arte de narrar sin palabras, y el mejor steampunk cinematográfico
[Gijón 2015] Días 5 y 6: El arte de narrar sin palabras, y el mejor steampunk cinematográfico

¿De qué se habla hoy en Gijón? De que pasada la mitad del festival, empiezan a asomar la cabeza películas de gran vuelo artístico o, como poco, con algo de interés a lo que agarrarse. Ha ocurrido en sección oficial, donde ha habido un salto adelante a nivel cualitativo, mientras que Animaficx sigue en la misma línea (positiva) y Convergencias sigue sumando propuestas valiosas. Han sido dos jornadas realmente buenas, de esas que justifican estar en la ciudad y acercarse a los cines. Ojalá todo siga en esta línea en lo que resta de certamen.

¿Qué hemos visto? Dentro de la sección oficial, películas de contrastes. Por un lado la rumana Aferim!, de Radu Jude, nos devuelve la fe en el cine de aventuras europeo con una producción cuidadísima que se ambienta en siglo XIX y gira en torno a la esclavitud y a su modo, en los códigos éticos del western. Con una magnífica fotografía en blanco y negro que evoca al cine clásico de la forma correcta, lo más importante de la película es cómo pese a los temas que aborda nunca da la sensación de tomarse muy en serio, algo que la beneficia al ser así una pieza más distendida, con un humor especial pero bien medido. Jude se confirma además como un autor capaz de darle importancia a los espacios para definir no sólo el plano sino también aquel estado de ánimo que busca transmitir, siendo el paisaje una extensión de la forma en la que los actores llevan a cabo su trabajo. Muy interesante. Por su parte, un film como Neon Bull siempre despierta interés, y es que Gabriel Mascaro (director de ésta y de Vientos de agosto, estrenada en España hace un par de meses) sabe cómo contar la historia de varios personajes de una familia -profesionalmente hablando- sin apenas hacer esfuerzos. Él admitía en su presentación que en realidad lo que íbamos a presenciar eran secuencias más o menos independientes de cada uno de ellos y su apuesta era sobre algo en lo que no pasaba "nada". Es decir: película cotidiana donde lo que ocurre es simplemente... eso, normal, e incluso vulgar. Neon Bull tiene momentos de interés, eso es innegable, pero también habría funcionado mejor si tuviera un centro sobre el cuál orbitar. Lo único incuestionable es que Diego García, director de fotografía de Apichatpong y Reygadas, aquí vuelve a hacer un trabajo muy atractivo.

Animaficx vuelve a ser el espacio al que acudir cuando se buscan grandes películas, y rara vez falla. Tras la magnífica Tout en haut du monde, que ganó el premio del público en Annecy, tocaba ver el film que se llevó el galardón máximo en el festival francés, otra producción local que se ha confirmado como otra excelente muestra de que a nivel de animación, a día de hoy, Francia puede hacer tanto o más en el medio como los mejores estudios del mundo. April and the Twisted World (en original, Avril et le monde truqué) es la película steampunk que merecía la Historia del Cine, un trabajo espléndido a nivel puramente artesanal, narrada como las mejores películas de aventuras de siempre, con personajes fuertes y un mundo creíble, bien presentado y del cual se saca todo el partido posible. Es cine de antes hecho ahora, que no oculta sus deudas (del Miyazaki de El castillo en el cielo a Tintín de Hergé), sino que las toma como base para construir algo redondo. Es una película excelente.

Los méritos de Psiconautas, los niños olvidados de Pedro Rivero y Alberto Vázquez no llegan tan lejos, todo sea dicho, pero el film se empeña en ser relevante y es incuestionablemente uno de los trabajos animados más personales y meritorios hechos en España en los últimos tiempos. Rivero y Vázquez presentan un universo de personajes infantiles con ideales adultos, con un estilo visual que atrapa lo naif en territorio peligroso, para construir una historia de huída en varias direcciones: una física, de unos jóvenes que buscan algo mejor que lo que tienen, y otra espiritual, de un personaje cuyo demonio interior amenaza con salir fuera y arrebatárselo todo. Es un cine valiente y valioso, muy bien ilustrado, y que afronta de forma directa temas tabú en este cine. No lo hace con la mayor de las sutilezas y quizá el film carece de un hilo conductor más sólido (el recurso de los flashbacks para presentar a cada personaje es algo anticlimático, pero se entiende por la estructura partida), pero se ve y se disfruta. Más animación así hace falta en España, y lo mejor es que supone un salto de gigante para sus directores, que ya habían colaborado juntos en la insufrible La crisis carnívora (que jugaba a lo mismo pero lo hacía todo infinitamente peor).

Por otro lado, nos seguimos asomando a la sección Convergencias, en la que hemos podido ver dos películas que por sus méritos podrían haber estado perfectamente a competición y habrían dejado en ridículo a las presentadas hasta el momento. Por un lado, Risttuules (In the Crosswind) supone el debut de Martti Helde, y nadie lo diría teniendo en cuenta la belleza de sus imágenes, la fuerza de su narración y su capacidad para emocionar sin apenas esfuerzo. Contando la historia del Holocausto llevado a cabo por Stalin en los años 40, la apuesta de Helde es la de los 'tableaux vivants', es decir, congelar la imagen y dejar que sea la cámara la que vaya construyendo la historia con deslizamientos mientras que el plano se va abriendo, un poco en la medida en que lo hacía hace unos años El molino y la cruz de Lech Majewski. La narración es puramente visual pero se apoya también en varias cartas que una mujer envía a su marido tras ser ambos separados en el asalto a su ciudad, y a medida que avanzan los minutos es un film desasosegante, realmente valioso.

Para cerrar la crónica es imposible no hablar de Test de Alexander Kott, producción rusa que ahonda en la vida de tres personajes en la estepa rusa, durante los años 40, en el contexto en el que la URSS preparaba sus pruebas atómicas. Contada sin palabras y gracias a una extraordinaria fotografía de Levan Kapanadze, Test es una película íntima, que extrae poesía de cada una de sus imágenes y prescinde de la palabra durante sus 90 minutos de duración, confiando en que su reparto (liderado por una angelical Elena An) sea suficiente para mantener la atención. No sólo cumple con nota, sino que hace algo aún más difícil: contar una historia anecdótica en primer plano y dejarse la que otros directores habrían narrado en un segundo (o tercer) plano. No hay una explicación del contexto, es algo que hay que observar, fijándose en los detalles, y es lo que la hace realmente tan valiosa. Una película extraordinaria, bellísima, que debería haber corrido mejor suerte en las múltiples ventanas de exhibición que existen a día de hoy.

¿Qué nos hemos perdido? The Magic Mountain de Anca Damian (Crulic), un film que mezcla varios estilos animados para contar la historia del escalador y fotógrafo Adam J. Wrinkler. También otras cosas que, por lo que se escucha aquí, bien perdidas están: las indias Fly Away Solo (Masaan) y Umrika. Curiosamente el año pasado ganó el festival una película del país, así que la doble apuesta por la cinematografía india parece seguir en esa línea de descubrir a las nuevas voces del cine local más allá del mercado de Bollywood.

Termómetro: Toca sumar varios nombres en una quiniela que quizá no sea acertada en su totalidad, pero sí en lo más importante: las películas premiadas. Aferim! tiene todas las posibilidades de llevarse el precio principal e incluso el de fotografía, es de hecho lo mejor que se ha visto ahora mismo en la sección oficial. También Black parece haber obtenido el favor de la crítica, por lo que podría colarse en el FIPRESCI o como opción para premio a sus actores, algo que ocurre igualmente con Neon Bull, que cuenta con un buen trabajo a nivel interpretativo.

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