[Festival de San Sebastián 2016]: ¡Paesa vive!

El espía español más escurridizo resucita. Y no sólo en 'El hombre de las mil caras'
[Festival de San Sebastián 2016]: ¡Paesa vive!
[Festival de San Sebastián 2016]: ¡Paesa vive!
[Festival de San Sebastián 2016]: ¡Paesa vive!

¿De qué se habla hoy en San Sebastián? De Francisco Paesa. De ese exquisito don de la oportunidad que le ha hecho reaparecer justo ahora que empieza el Festival. De sus pose de dandy octogenario en la portada de Vanity Fair, pañuelito en la chaqueta del traje, canas teñidas, gafas de espía, muequita con sonrisa, un poco más y lo vemos en la alfombra roja. De la exclusiva que le ha sacado el periodista David López porque “cree que hizo mal no hablando antes”. De sus primeras palabras después de tanto tiempo en paradero desconocido: “¡Me importa tres pepinos que no se pueda fumar! […] Yo cuando fumo no miento”. De que todo lo que dice, precisamente, suena a trola. De las verdaderas (y oscuras) razones que tendrá el espía más escurridizo de nuestra historia para hacer coincidir su aparición estelar con el estreno de El hombre de las mil caras, la séptima película de Alberto Rodríguez (La isla mínima) en la que Paesa ocupa un lugar fundamental.

¿Qué hemos visto? La PRECIOSÍSIMA Verano en Brooklyn, de Ira Sachs, una película-relato que es como volver a los 13 años, una versión brooklynita y moderna del Cuenta conmigo de Rob Reiner pasada por el filtro naturalista del director de El amor es extraño. Continuando la preocupación que el director mostraba en aquella con los alquileres neoyorquinos, Jake y Tony (Michael Barbieri, un pequeño Al Pacino, ojo con él) se hacen amigos durante un verano en Brooklyn mientras sus familias -inquilinos unos, caseros los otros- se enemistan. Reflexión también sobre cómo se hace un artista y los misterios de la interpretación, contiene un duelo de actores que es una de las mejores escenas del año.

Y El hombre de las mil caras, a día de hoy, la peli española de espías definitiva. Tras la sinuosa La isla mínima, con la que Alberto Rodríguez compitió hace dos años en el festival (no pudo ser, se llevó la Concha Carlos Vermut por Magical Girl), el director y su guionista habitual Rafa Cobos se atreven con uno de los episodios más pantanosos de nuestra historia reciente: la desaparición del ex guardia civil Luis Roldán (y sus dineros) por gracia y obra de un fumador compulsivo llamado Francisco Paesa.

Con un guión –inspirado en el libro de Manuel Cerdán Paesa: El espía de las mil caras– mucho más artificioso que en sus anteriores películas (también el naturalismo queda atrás), una estética más resultona –estilosos zooms como en los thrillers políticos de los 70, planos ralentizados a la manera de Il Divo, de Sorrentino…– y un lucido despliegue de localizaciones por medio mundo, Alberto Rodríguez inmortaliza al rey de los impostores. Un inmenso Eduard Fernández da vida a este traficante de armas, ex diplomático de países africanos, defraudador fiscal, playboy de la alta sociedad, impostor y colaborador del Estado en operaciones contra ETA que ahora ha tenido a bien volver a las portadas. Y, cosas del cine, la interpretación del actor es tan fina, una recreación tan inteligente, una plasmación de la leyenda tan bien hecha, que, por mucho que el de verdad haya vuelto, nos quedamos con el de Eduard. Como diría Tony Wilson: “Print the legend!”.

¿Qué hemos comido? Primer festival como celiaca. Y primera parada en Pollitena, un descubrimiento del insigne y resolutivo Pablo Maqueda. Merluza a la plancha y de entrante, almejas y alcachofas con jamón. ¡Un festín!

¿Qué nos hemos perdido? La doctora de Brest, película inaugural con una ¿desenfadada? Sidse Babett Knudsen (Borgen) que, al parecer, atendió a la prensa en playeras. Toni Erdmann, la joya de la corona, la peli que no deja a nadie indiferente. Intentaré recuperarla esta noche en los cines Antiguo Berri.

¿Con quién hemos hablado? Tras cruzarnos en el Kursaal, con Fernando G. Molina, director de Palmeras en la nieve, que presenta aquí algunos minutos del metraje de la esperada El guardián invisible. ¡Qué ganas! Y en un rato, con Michael Dudok de Wit, director de la preciosa La tortuga roja.

¿Qué esperas de la jornada de mañana? Espero que me guste (y mucho) María y los demás, ópera prima de Nely Reguera que concursa en Nuevos directores. Muero por ver las perlas Neruda, de Pablo Larraín, y por repetir con la bellísima El porvenir, de Mia Hansen-Love, y la concursante en Sección Oficial Nocturama, de Bertrand Bonello.

Conchómetro: Eduard Fernández (por su enorme Paesa) debería ser el nombre que resuena en las cabezas de los miembros del jurado del festival, comandados este año por el director Bille August.

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