Escalofríos de autor: lo mejor del terror 'gafapasta'

A veces, los cineastas con prestigio y derecho a Palma de Oro también sienten ganas de asustarnos. Aquí te lo recordamos. Por YAGO GARCÍA
Escalofríos de autor: lo mejor del terror 'gafapasta'
Escalofríos de autor: lo mejor del terror 'gafapasta'
Escalofríos de autor: lo mejor del terror 'gafapasta'

No, no es una alucinación: Jim Jarmusch, ese estandarte vivo del cine indie, el mismo autor que nos dio Vacaciones permanentes y Mystery Train, estrenará un nuevo filme la semana que viene... Y es una película de vampiros. Sólo los amantes sobreviven, es su título, y la protagonizan dos de nuestros actores de cabecera: Tilda Swinton y Tom Hiddleston, ambos ejerciendo de sanguijuelas existencialistas cuyo romance peligra por culpa de la suculenta Mia Wasikowska. Mucho ojo, porque aunque el filme se atenga al estilo pausado y reposado de su director (el cual llegó a cortar escenas, no para simplificar la película, sino para hacerla menos accesible), Jarmusch ya ha hecho sus pinitos en otros géneros populares: evasiones carcelarias (Bajo el peso de la ley), western (Dead Man) e incluso un megamix de gangsters y artes marciales (Ghost Dog).

Y no sólo eso: aunque algunos de sus fans prefieran olvidarlo cuando discuten en cineclubs y otros cenáculos, algunos de los auteurs más prestigiosos de la historia del cine también han sentido deseos de asustar a su público. Compruébalo con este listado de películas y directores, todos ellos con un prestigio cultural acrisolado... y también con grandes películas de terror en sus filmografías.

Vampyr, la bruja vampiro (Carl Theodor Dreyer, 1932)

Más conocido por sus profundas reflexiones sobre la religión y sus cosas (La pasión de Juana de Arco, La palabra) o sobre las angustias inherentes al matrimonio (Gertrud), el noruego Dreyer era también un admirador del Drácula de Todd Browning y del mundo de los chupasangres en general. De modo que, cuando le tocó rodar su primer filme sonoro, decidió adaptar dos relatos del especialista George Sheridan Le Fanu, con su mecenas Julian West (en realidad, el barón Nicolas de Gunzburg) en funciones de protagonista.

Pero, ¿da miedo, o no? Por supuesto que sí: tras ver Vampyr, coincidirás con nosotros en que la harina puede ser un elemento tan terrorífico como la sangre, siempre que caiga en las manos adecuadas. Ahora bien, la crítica de entonces la puso verde, y el batacazo en taquilla fue tal que Dreyer tuvo que esperar 11 años antes de volver a rodar su siguiente largometraje, Dies Irae.

El más allá (Masaki Kobayashi, 1963)

Tras firmar una obra maestra del género bélico (la trilogía La condición humana), y de poner en solfa el honor de los samuráis (Harakiri, 1962), el ya veterano Kobayashi decidió tirarse a la piscina de hemoglobina mediante este filme, cuyos cuatro episodios están basados en otras tantas leyendas niponas recopiladas por el escritor Lafcadio Hearn. Con una fotografía y unos decorados que quitan el hipo, y una banda sonora a cargo de Tôru Takemitsu (palabras mayores), El más allá es uno de esos filmes a los que la palabra "fascinante" les viene al pelo.

Pero, ¿da miedo, o no? Variada y multiforme tanto en su guión como en su puesta en escena, El más allá contiene momentos muy emotivos (el episodio La mujer de nieve), otros que a estas alturas no impactan demasiado... Y algunos (Oichi, el desorejado) cuya capacidad para provocar respingos en la butaca no ha menguado con el tiempo.

La hora del lobo (Ingmar Bergman, 1968)

Sí, ya sabemos que el ídolo sueco de Woody Allen era fan de La jungla de cristal (y que tenía por yerno a un titán del thriller como Henning Mankell). Pero lo que no suele sacarse a colación es que Bergman cuenta en su filmografía con una película tan terrorífica como esta. Protagonizada por un artista en horas bajas (Max von Sydow, quién si no), La hora del lobo no tiene nada que ver con los licántropos, pero sí mucho con la locura, los asesinatos en serie e (insinuadamente) con el vampirismo.

Pero, ¿da miedo, o no? Las aptitudes malrollistas de Bergman y su actor fetiche deberían quedar fuera de toda discusión: por algo se inspiró Wes Craven en El manantial de la doncella para rodar La última casa a la izquierda. Pero, en todo caso, el dúo se tomó aquí muy en serio las cosas del horror surreal. Échale un vistazo al vídeo de arriba si quieres comprobarlo.

Vampir Cuadecuc (Pere Portabella, 1971)

Atención, cinemaníacos, porque aquí estamos ante una colisión de genios: mientras nuestro añorado Jess Franco filma El conde Drácula (1970), el futuro autor de El silencio antes de Bach y sus secuaces Joan Brossa y Carles Santos se dedican a rodar un making of... O algo que debería serlo: ganándose su puesto como uno de los cineastas más inclasificables de la Península, Portabella manipula y deconstruye las imágenes del rodaje para sembrar el desconcierto en la platea.

Pero, ¿da miedo, o no? Pues la verdad es que no demasiado... Al menos hasta que uno entra en su juego y empieza a sentirse mareado por las mareantes maniobras de Portabella. Por otra parte, la escena en la que el mismísimo Christopher Lee nos lee unos párrafos de la novela de Bram Stoker debería poner los ojos húmedos a cualquier aficionado al terror clásico.

Saló o los 120 días de Sodoma (Pier Paolo Pasolini, 1975)

¿Qué ocurre cuando un director de por sí turbio, como Pasolini, se lanza a adaptar a otro señor de moral cuestionable, el Marqués de Sade? Pues que obtienes una película con un lugar reservado tanto en los más exquisitos tratados de cinematografía como en las enciclopedias del género gore. Un título precursor de ese torture porn que tanto le gusta a Eli Roth (Hostel) pero cuyo elaborado trasfondo intelectual sólo contribuye a volverlo más desasosegante.

Pero, ¿da miedo, o no? Ay, si sólo fuese miedo... El visionado de Saló provoca una mixtura de reacciones entre las que caben el asco, la indignación, la rabia y el puro y duro terror. No está nada mal, firmándola el mismo tipo de La pasión según San Mateo...

El resplandor (Stanley Kubrick, 1980)

¿Es Kubrick un director propiamente gafapasta? Pues qué vamos a decir nosotros, si los adalides de la crítica más sesuda todavía no lo tienen claro. Lo que sí podemos asegurar es que esta película tan silente, tan cerebral y al mismo tiempo tan acongojante sólo la podía haber dirigido él, manque le pese a Stephen King. Es decir, que en El resplandor se hacen notar esas constantes autorales que imperan en obras maestras como Barry Lyndon, 2001: Una odisea del espacio y Senderos de gloria.

Pero, ¿da miedo, o no? Si las palabras "No por mucho madrugar amanece más temprano" te dejan frío, sólo caben dos opciones: o bien tienes unos nervios de acero, o todavía no has visto esta película. Si se trata de lo último, hazte un favor a ti mismo y corre al videoclub.

Tras el cristal (Agustí Villaronga, 1986)

¡Científicos nazis! ¡Pedofilia! ¡Un pulmón de acero! ¡Marisa Paredes [SPOILER] ahorcada con una cortina en el hueco de una escalera! [/SPOILER] Estos mimbres le sirvieron al director mallorquín para trenzar un debut tan único en su género como controvertido e inolvidable. Tras exponerte a sus imágenes, entenderás nuestro alborozo y nuestro pasmo cuando Villaronga se hinchó a ganar premios Goya con Pa Negre.

Pero, ¿da miedo, o no? No te confundas, lector: tal vez los materiales empleados por Villaronga en Tras el cristal fueran puro pulp, y que su tenebrista puesta en escena le deba mucho a Dario Argento, pero escenas como la de la inyección de gasolina atacarán directamente las partes más sensibles de tu estómago.

Funny Games (Michael Haneke, 1997)

Admitámoslo: en este informe tenía que aparecer el nombre de Haneke por algún lado. De hecho, podría salir varias veces, porque el austríaco maligno ya había rodado una película sobre asesinos en serie (El vídeo de Benny) antes de filmar esta barrabasada, y en 2003 volvería a pisar terrenos similares con la postapocalíptica El tiempo del lobo. Ahora bien: de todos sus trabajos, este es el más propiamente adscrito a las premisas del género.

Pero, ¿da miedo, o no? Sí, y mucho. Algo que, nos tememos, no le hace demasiada gracia a su director: Haneke planeó Funny Games (y su remake estadounidense de 2007, con Naomi Watts) como una crítica feroz tanto al cine de terror como a sus fans. Ahora bien, cuesta pensar en ello y, a la vez, recordar ese uso peculiar del mando a distancia...

Carretera perdida (David Lynch, 1997)

Otro director que no podía faltar en este reportaje, y otra película de esas que se resisten a cualquier clasificación. Dejémoslo en que, escaldado por el batacazo de Twin Peaks: Fuego camina conmigo, Lynch se soltó aquí su abundante pelazo con esta historia surrealista de viajes en el tiempo, asesinatos conyugales, y rituales misteriosos. Todo un festín de tropos de terror, agitados y revueltos hasta lo irreconocible.

Pero, ¿da miedo, o no? Lo que es a nosotros, es recordar los cameos de Robert Blake y Marilyn Manson, y entrarnos sudores fríos. Por otra parte, conviene recordar que Carretera perdida contribuyó a poner de moda las canciones de un grupo alemán, por entonces desconocido, de nombre Rammstein...

Anticristo (Lars Von Trier, 2009)

Controvertida con ganas (¿es misógina? ¿o es directamente misántropa?) y recortada para posibilitar su estreno en EE UU, Anticristo es una película muy seria en apariencia, pero que en realidad permitió a Von Trier recuperar el gamberrismo de trabajos juveniles como El elemento del crimen y la serie The Kingdom. Y, además, sale un zorro que habla: jugada redonda.

Pero, ¿da miedo o no? Entre las automutilaciones genitales de Charlotte Gainsbourg y frases como aquella de "La naturaleza es templo de Satán", por no hablar de las neuras y comeduras de cabeza propias del danés, Anticristo puede asustar o no asustar, pero nunca dejará de inquietarte. A ver cómo le va ahora a Lars en ese filme de acción que nos ha prometido...

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