¿Es feminista Lisbeth Salander?

Con los nuevos rasgos de Rooney Mara, la detective 'hacker' de Stieg Larsson vuelve a los cines en 'Los hombres que no amaban a las mujeres'. ¿Estamos ante una heroína de nueva generación, o de una 'sex symbol' para varones 'frikis'? Por YAGO GARCÍA
¿Es feminista Lisbeth Salander?
¿Es feminista Lisbeth Salander?
¿Es feminista Lisbeth Salander?

Es dura. Es inteligente y está llena de recursos. Es la heroína del siglo XXI por antonomasia, o eso piensan muchos, y no nos cansamos de leer sus aventuras y de verlas en la pantalla, grande o pequeña. Estamos hablando de Lisbeth Salander, la hacker gótica y perforada que creó Stieg Larsson para sus novelas de Millennium, y que ha vuelto esta semana a nuestras pantallas con el rostro de Rooney Mara en la nueva versión de Los hombres que no amaban a las mujeres. En CINEMANÍA, este no-remake de la historia, con David Fincher a la dirección, nos ha gustado tanto o más que el filme sueco de Niels Ander Oplev, pero ante la ola de salanderitis que nos invade queremos plantearnos algunas preguntas: ¿es Lisbeth Salander una fantasía friki de mujer chunga y urbana para el consumo masculino? Y, derivando de esto, ¿son las nuevas heroínas del cine de misterio y acción personajes femeninos 'redondos', o sólo viejos estereotipos con trajes nuevos (y escasos)?

"Millennium sería una novela como cualquier otra si [no fuera por] Lisbeth", escribe Beatriz Preciado. Con poco tiempo para atendernos ("me pilláis entre dos seminarios"), esta filósofa especialista en rooney_mara_lisbeth_salanderdinamitar las ideologías de la sexualidad y el género nos permite extraer citas de un ensayo escrito para la revista Parole de Queer, y que deja clara su postura frente al personaje. La cual es, cuanto menos, muy positiva. La autora de Testo Yonqui, Pornotopía y Manifiesto contrasexual señala que la investigadora de Larsson no sólo es revolucionaria por su carácter, sino sobre todo porque "sabe que no es ella la enferma". Recordemos que Lisbeth Salander está legalmente tutelada por el estado sueco, y que esa clasificación la pone en manos de personajes despreciables. Mostrándonos sus contundentes actos de resistencia, el escritor (y ahora Fincher) nos informan, según nuestra consultada, de que "la auténtica perversión no está en la homosexualidad ni el fetichismo, sino en las estructuras de poder".

Preciado, profesora en la Universidad de París-VIII , es consciente de que el personaje de Stieg Larsson ha despertado reacciones muy negativas en círculos feministas "por su violencia". O, mejor dicho, "porque esta violencia venga ejercida por un cuerpo de mujer". "Alérgica a la pareja, casada únicamente con su ordenador y adicta a las motos de gran cilindrada", escribe, Lisbeth rompe con la mayoría (si no con todas) las preconcepciones sobre la mujer, en la literatura y el cine mainstream, despojándola de un lado sumiso y demostrando que "no hay agresores ni víctimas naturales, sino convenciones sociales aprendidas" sobre "la sumisión y la resistencia".

Salander contra la 'mujer fálica'"Soy fan de Lisbeth Salander", reconoce Asunción Bernárdez, directora del Centro de Estudios Feministas de la Universidad Complutense. Y, un poco en oposición a las palabras de Preciado, afirma que Lisbeth sí se ajusta a algunos postulados del feminismo: "Representa un poco lo que se ha dado en llamar 'la tercera ola feminista', mujeres que no están interesadas en la teoría pero sí en la práctica". ¿Cómo se traduce esto? Pues según Bernárdez, que enseña Semiótica de los Medios de Masas, "pese a sus circunstancias Lisbeth tiene poder, su cuerpo no se ajusta a los modelos patriarcales de belleza y no espera a que un hombre la rescate siempre". Claro que, añadimos nosotros, si ese hombre fuera el bueno de Blomqvist (Craig), apañada estaría.

rooney_mara_lisbeth_salanderBernárdez añade que otro de los puntos interesantes de Lisbeth es su alejamiento de lo que llama "mujer fálica, hermosa según los cánones convencionales y revestida de atributos masculinos", como las pistolas. Algo que nos recuerda, y mucho, a la que se armó cuando Zack Snyder estrenó Sucker Punch, y blogueras y críticas de todo el mundo le acusaron de vendernos una colección de barbies armadas hasta los dientes so pretexto de una epopeya girl power. Mientras que estas heroínas, o la Angelina Jolie de Tomb Raider, "siguen siendo productos para hombres, que atraen por su forma física y su belleza", Asunción Bernárdez admira a Lisbeth porque sus valores son "la inteligencia, la resistencia y la lucidez", más que un cuerpo diez o su habilidad con las armas de fuego.

"A mí me puede poner Lara Croft, pero puedo entender también que es un estereotipo vendible", señala por su parte Raquel Platero. Al igual que Beatriz Preciado, que también tiene buenas palabras para la arqueóloga sexy en su artículo, esta activista, psicóloga y profesora nos dice que "el cine no representa la realidad, sino que cuenta historias: yo no necesito que Lisbeth me represente, ni hace falta ser una mujer bisexual para identificarse con ella, igual que no sólo los chicos se identifican con los héroes masculinos". Y, por su parte, Platero disfruta de un personaje y unas historias que, según explica, "rompen con la convención de que la chica mala tiene que acabar trágicamente, como Thelma y Louise". Así como nadie espera que Indiana Jones la palme cuando acaba una de sus aventuras, Platero afirma que "Lara Croft no tiene por qué morir al final". Ni Lisbeth tiene que salir escaldada de sus peripecias.

¿Una fantasía para hombres?Las cosas, como son: Stieg Larsson escribió las novelas de Millennium en privado y para divertirse, y no se sabe a ciencia cierta si pensaba publicarlas antes de morir. Lo cual nos crea una sospecha: ¿es posible que Lisbeth Salander sea otro tipo de fetiche sexual para hombres? Los tiempos han cambiado, y ahora la figura de una mujer que se eriza el cuerpo con piercings y que vive pegada a un portátil puede ser tan atractiva para algunos chicos, o más, que Zoë Saldana en Colombiana o la Milla Jovovich de Resident Evil, con sus curvas y sus ropas reveladoras. Para colmo, cuando Fincher inició la promoción de su peli, la principal piedra de escándalo fue un pezón de Rooney Mara mostrado en el cartel. Asunción Bernárdez nos aconseja prudencia: "No todos los autores proyectan una mirada patriarcal", afirma primero. Y después comenta que tanto las formas de poder proyectadas por Lisbeth, por la Uma Thurman de Kill Bill o por la propia Lara Croft pueden ser positivas, "pero la cuestión es ver si tienen un efecto en las chicas jóvenes". rooney_mara_lisbeth_salander

Antes, Raquel Platero ha comentado con humor que las heroínas de acción le recuerdan al vídeo Telephone de Beyoncé y Lady Gaga, "que las muestra en el papel de chicas duras y portándose mal". Y ahora, admitiendo que "a los chicos les gusta ver a una heroína con una vida sexual propia, porque les excita", le da la vuelta a la tortilla con una pregunta: "¿por qué tenían tanto éxito las películas de Schwarzenegger entre los hombres, si él es un tío cachas y guapo?". Pues, responde, debido a algo que también toca a Daniel Craig cuando se reviste con los poderes de James Bond: "Porque sus personajes hacen cosas que sus espectadores no pueden hacer, y eso tiene un componente de deseo hacia ellos, de homoerotismo". Platero señala que "otra cosa es el heterosexismo obligatorio en esas películas. Y por supuesto que esto se puede aplicar a las fans femeninas".

Está claro que Stieg Larsson rompió muchos tabúes y se enfrentó a muchos estereotipos creando a Lisbeth Salander, algo que también hicieron los responsables de los filmes suecos y que ahora repite, desde su óptica, David Fincher. Según Beatriz Preciado, el problema no está en esta creación, sino en las interpretaciones de ella: según señala, Lisbeth no aspira tanto a ser una figura realista como "una mega-metáfora de la subversión". Y el peligro viene de "su falta de proyecto político, que permite que los lectores conservadores puedan fácilmente [...] estetizar y consumir lo que fueron signos de lucha". En ese momento, concluye, "nos hará falta crear otros mitos, inventar otras Lisbeth".

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