Ellas también cuentan

Carla Simón, Nely Reguera, Elena Martín, Andrea Jaurrieta y Meritxell Colell. Celebramos el Día Internacional de la Mujer repasando los proyectos de estas jóvenes cineastas
Ellas también cuentan
Ellas también cuentan
Ellas también cuentan

“Ojalá este premio no existiese”, dijo muy agradecido y sonriente uno de los productores de La puerta abierta en el Festival Opera Prima, en el que la película de Marina Seresesky se llevó una mención especial a la “mejor directora”, otorgada por el Área de Asuntos Sociales y Mujer del Ayuntamiento de Tudela. Compitiendo contra otras seis películas, todas ellas dirigidas por hombres, la cosa sonaba tan rara como que no hubiese más óperas primas con una mujer al frente o, ya puestos, como este reportaje sobre directoras y sus primeras películas. Pero todo esto, al parecer, es algo que está a punto de cambiar.

Hace una semana la presidenta de Lucasfilm Kathleen Kennedy explicaba en una entrevista a Variety que, a pesar de su voluntad de colocar a una mujer al frente de la saga Star Wars, no estaba siendo capaz de encontrar a directoras con la suficiente experiencia para afrontar esa responsabilidad. Por muy cuestionables que sean estas declaraciones viniendo de una industria que, precisamente, pone sus franquicias millonarias en manos de directores casi nóveles, el dato de la escasez de mujeres con experiencia no deja de ser real. No hace tanto, de hecho, del alarmante informe realizado por el guionista y productor Stephen Follows, aireado en un preclaro artículo de The Guardian, en el que, tomando las películas más taquilleras de 1994 a 2013 (2000 filmes), se establecía que las mujeres que habían trabajado en ellas sólo sumaban un 23 % sobre el total y, peor aún, que durante estos 19 años la situación no había mejorado sino que había empeorado –de un 22.7% en 1994 a un 21,8% en 2013–. Para rematar, en 2013 sólo un 2 % de los directores fueron mujeres. Poco más que añadir a un panorama que incluye un solo Oscar (de 88) a la mejor dirección ganado por Kathryn Bigelow y, en el caso español, tres premios Goya para mujeres entre los 30 que se han repartido.

maria-y-los-demas-largometraje-2

Evidentemente, en esa galaxia muy muy lejana que es España la situación no iba a ser mejor. De los 1876 profesionales que trabajaron en las 143 películas que se hicieron en 2015 –datos facilitados por CIMA a falta de que salgan los de 2016 – sólo 493 eran mujeres. De esas 143 películas, el 19 % fueron dirigidas por mujeres, entre ellas, cineastas con una consolidada trayectoria como María Ripoll (Ahora o nunca), Gracia Querejeta (Felices 140) o Isabel Coixet (Nadie quiere la noche). 2015 fue también el año en el que debutaron como directoras Manuela Moreno (Cómo sobrevivir a una despedida), Leticia Dolera (Requisitos para ser una persona normal) o Lara Izaguirre (Un otoño sin Berlín) y el año de la consolidación de Paula Ortiz (La Novia).

original

En 2016 repitieron algunas de esas directoras (Spain in a Day, Rumbos, No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas…) y se sumaron otras consagradas como Inés París (La noche que mi madre mató a mi padre) o Iciar Bollain (El olivo), así como potentísimas óperas primas como Las amigas de Ágata, La puerta abierta o la mitad de La próxima piel correspondiente a Isa Campo. Mientras que en el Festival de San Sebastián sólo una mujer (Emmanuelle Bercot) figuraba en la Sección Oficial, en la paralela Nuev@s Director@s, seis mujeres presentaron sus proyectos muy esperanzadoramente. Entre estas cineastas estaba Nely Reguera, cuya ópera prima María (y los demás), estrenada el pasado septiembre y nominada al Goya a mejor dirección novel, nos pone sobre la pista de unas cuantas directoras a punto de debutar: Andrea Jaurrieta, Carla Simón, Elena Martín o Meritxell Colell son algunas de ellas.

(Nely Reguera en el rodaje de María (y los demás).

“Cada vez hay más mujeres que dicen ‘Yo quiero ser directora’. Dirigir es decir lo que uno piensa y quizás antes no nos sentíamos legitimadas para hacerlo. Ahora, sí”, reflexiona desde Avalon María Zamora, productora ejecutiva de los proyectos de Carla Simón y Nely Reguera. “Había por mi parte una intención de producir a mujeres, pero también es algo que ha surgido de manera natural porque me siento más conectada con sus historias”, recuerda sobre dos guiones a los que tuvo acceso gracias a CIMA Mentoring, el programa de la Asociación de Mujeres Cineastas orientado a asesorar a mujeres en la financiación de sus largos. “Recuerdo que, en el rodaje de La vergüenza, de David Planell, me quejaba con Natalia Mateo de que no me llegaban guiones escritos por mujeres y que echaba en falta esa mirada femenina”, explica Zamora, cuya observación fue el punto de partida de los dos cortos de la actriz (Ojos que no ven y Qué divertido) producidos por Avalon.

Nely reguera (y las demás)

María (y los demás) es una historia generacional, la de una treintañera (Bárbara Lennie) que sueña con publicar una novela mientras su mundo familiar se desmorona. “María se siente frustrada porque no ha conseguido lo que se supone que tendría que haber conseguido, pero ni siquiera se ha planteado si lo quiere de verdad”, cuenta Nely Reguera, su directora y, antes de eso, ayudante de dirección de Tres días con la familia y Blog, de Mar Coll y Elena Trapé, dos pioneras en esto de sacar adelante películas en un panorama ampliamente masculino. “Después de la ESCAC [Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya] no tenía mucha prisa por dirigir, me apetecía hacer otras cosas. Al trabajar como ayudante de dirección de Mar y de Elena aprendí mucho y me entraron más ganas de dirigir un corto. Rodé unos meses después”, cuenta sobre Pablo, cortometraje en el que ya estaban José Ángel Egido y Pablo Derqui, dos de los actores de María (y los demás) y en el que la espinosa incidencia de una enfermedad mental en la familia se veía a través de los ojos de un personaje femenino.

(Verano 1993, de Carla Simón)

La colaboración de Nely Reguera con otras mujeres cineastas no es algo anecdótico. La solidaridad y la colaboración entre las directoras debutantes españolas –trabajan como actrices o ayudantes de dirección en las películas de sus colegas– es algo que ha ido unido a las cineastas –Alice Guy, Lois Weber, Elena Cortesina…– desde los inicios del cinematógrafo. Así lo defiende la historiadora Barbara Zecchi en sus estudios sobre las pioneras del cine, una labor de rescate y reapropiación con la que intenta que “las cineastas ahora se sientan más fuertes sabiendo que tienen un legado, que nadie les pueda decir que están haciendo un trabajo de hombres porque hubo muchas mujeres dedicadas a esta profesión”. Sin planearlo de manera consciente, estas nuevas directoras se rodean para afrontar sus óperas primas de otras mujeres. Es el caso de Belén Funes, que antes de dar el salto al largometraje (actualmente en vías de financiación), fue script en Todos queremos lo mejor para ella (Mar Coll) y María (y los demás), y en cuyos cortos ha trabajado a su vez Nely Reguera. Se entiende, por tanto, que sean equipos más femeninos que masculinos, como el de Verano 1993 –“cuando nos dimos cuenta pensamos que igual teníamos que meter a un hombre. Menos mal que está Santiago Racaj como director de fotografía”, exclama Carla Simón– o el de Ana de día, de Andrea Jaurrieta, cuyo equipo técnico está formado por un 85% de mujeres.

“Cada vez habrá más mujeres, es algo orgánico y natural”, dice Nely Reguera que, además, reconoce, nunca ha tenido la sensación de tener que luchar más por ser mujer. Tampoco Carla Simón, autora de los cortos Lipstick, Las pequeñas cosas y Born Positive, documental sobre los estigmas del VIH en tres jóvenes londinenses. Tras pasar por la London Film School, volvió a España y dirigió su ópera prima autobiográfica Verano 1993, que se verá en el próximo Festival de Málaga, también producida por María Zamora y triunfadora en la reciente Berlinale. “Cuenta un verano en la vida de Frida, una niña de siete años que acaba de perder a su madre y se muda a un pueblo con sus tíos y su prima pequeña”, explica esta cineasta que se resiste a la etiqueta de “cine de mujeres”. “Creo que las dificultades a la hora de dirigir tu primera película son las mismas para ellos que para nosotras –razona–. Yo nunca he sentido algo como ‘yo no me atrevo por ser mujer’, para mí prima la necesidad de contar la historia que quiero contar”.

E48_4_3

En esto coincide Meritxell Colell, para la que su condición de mujer nunca ha supuesto un problema ni en su trabajo como montadora (La ciutat de fang…) ni en su debut en la dirección, Tierras de soledad [arriba], la historia de una coreógrafa que vuelve a su pueblo natal ante la grave enfermedad de su padre. “Cuando llega, ha muerto y su madre le pide que se quede con ella hasta que logre vender la casa. La película se centra en la relación entre madre e hija, casi dos desconocidas que tienen que volver a conocerse”, nos cuenta esta cineasta barcelonesa graduada por la Pompeu Fabra y por la Universidad de Buenos Aires en Comunicación Audiovisual y experimentada en el documental (Manuscrito a la ciudad). “El proceso ha sido muy largo, son casi seis años de trabajo y cuatro de búsqueda de financiación, pero hacer cine, seas hombre o mujer, es verdaderamente complicado en este país”, explica Colell para la que fue determinante ser seleccionada por El Atelier del Festival de Cannes para que el proyecto se hiciese realidad.

“La película nace de un impulso muy personal: filmar el pueblo de mi familia materna y hablar de las distancias emocionales. Se trata de una película íntima, pequeña, que quiere reflejar la cotidianidad de las relaciones”, explica Colell sobre Tierras de soledad que comparte con las otras historias de este reportaje ese gusto por lo cercano, por lo intimista y lo doméstico. “Suelen ser historias muy personales y muy generacionales”, opina María Zamora de la temática y la naturaleza de estos primeros largos. “Pienso que el tema no está en las historias que se cuentan sino en el punto de vista desde el que se cuentan. Al final como espectadora lo que busco es honestidad en la forma de contar las historias. Siempre que una película es honesta, el retrato de sus personajes (masculinos o femeninos) es complejo y rico, singular. Eso permite conectar con su historia y enriquecer el universo del espectador”, afirma Meritxell Colell.

Las mujeres, protagonistas

Tanto Verano 1993, como María (y los demás) o Tierras de soledad tienen mujeres como protagonistas, un detalle al que sus directoras no prestan demasiada atención. “Hacer una peli con una mujer de protagonista fue una cosa que surgió de forma natural, porque soy mujer y treintañera, era lo que me salía contar”, explica Nely Reguera, que sí percibía que en España, a excepción de 3 bodas de más –dirigida y escrita por hombres, recordemos–, escasean las películas sobre mujeres de esta edad. “Mi historia podría ocurrirle perfectamente a un hombre”, responde Andrea Jaurrieta sobre Ana de día, su ópera prima financiada por crowdfunding, y sobre el personaje al que interpreta Ingrid García Jonsson, una chica que descubre que su vida ha sido usurpada por un clon que la libera de todas sus obligaciones. “¡Se da cuenta de que por primera vez es libre! Es una visión nada angustiosa del mito del doppelgänger”, explica esta directora, que, a diferencia del resto de las entrevistadas, sí siente que el género ha sido un factor determinante a la hora de financiar su primer largo. “En los cortos ni me lo planteaba, la igualdad entre hombres y mujeres era total. Pero en el salto al largo, y sobre todo, a la hora de financiarlo, creo que sí que influye que seas mujer”. “Faltan productoras, programadoras, gente que toma decisiones en los comités, en las teles… –coincide María Zamora–. Puede haber productoras, que es un filtro importante, pero luego si esa otra barrera que es encontrar la financiación casi siempre depende de hombres… Es más complicado que apuesten por mujeres, se sienten más identificados con las historias de los hombres de manera natural”.

Andrea-Jaurrieta-Ana-debut-viento_TINIMA20160722_0076_3

“El que te da el dinero todavía es machista –remarca la navarra Andrea Jaurrieta, autora de los cortos Algunas aves vuelan solas o Los años dirán [arriba con Ingrid García Jonsson]–, ese que piensa que el cine de mujeres es para mujeres o que te piropea por tu aspecto físico y te llega a preguntar en una entrevista si tienes pensado ser madre”. Algo que, evidentemente, jamás le preguntarían a un hombre, pero que, como nos contaba Isabel Coixet en una entrevista el año pasado, va íntimamente ligado a ser mujer. “¿Tú crees que a algún director de cine le han preguntado alguna vez: ‘Oye, y cuando ruedas, ¿qué haces con tu hija?’. Yo llevo 18 años contestando a esa pregunta. Pues mira, yo con mi hija he hecho lo que he podido en cada momento. En A los que aman me la llevé al rodaje, que ni siquiera andaba… Luego tengo que oír lo de que mis personajes son heroínas y mujeres fuertes…”, contaba la directora que, a través de su productora Miss Wasabi Films, está apoyando a directoras como Julia Solomonoff (Nadie nos mira), Elena Trapé (Quisiera matar el tiempo) o Liliana Torres (¿Qué hicimos mal?).

“Puede que siendo mujer tengas que ponerle más empeño y carácter si quieres dirigir”, coincide Elena Martín, actriz de la deslumbrante Las amigas de Ágata, cuyas directoras eran compañeras suyas en la Universidad Pompeu Fabra –no es casual; todas las “nuevas directoras” consultadas han pasado por alguna escuela de cine o facultad–. Júlia ist es su ópera prima, historia protagonizada por ella misma y con tintes autobiográficos en la que recrea de manera realista su experiencia como Erasmus en Berlín. “Nos interesaba hablar de la incapacidad de estar sola de una chica que se va de casa por primera vez. Creo que hay que reivindicar los personajes femeninos perdidos, que se equivocan y aprenden. Esas historias de mujeres protagonistas a mí alguna vez me han ayudado a darle sentido a algo que me había ocurrido pero a lo que no conseguía encontrarle un lugar”. ¿Una historia femenina, como ocurría en Las amigas de Ágata? “Sí que es una historia femenina –cuenta la directora catalana a la que también veremos en Tierras de soledad, de Meritxell Colell–. Uno de los ejes que más nos interesaban era la incapacidad de estar sola de la protagonista. Muchos conflictos tienen que ver con los chicos porque no se atreve a estar sola ni a verse perdida. Cosas que, por desgracia, hemos hecho todas con esta idea con la que hemos crecido del romanticismo por encima de todo”.

cftv16072

(Júlia ist, de Elena Martín)

Aunque Elena Martín y sus colegas de profesión son sensibles a los datos y saben que todavía falta mucho por hacer para igualar el número de hombres y mujeres directores, prima entre ellas el optimismo. “Ahora se están produciendo más películas dirigidas por mujeres –cuenta–. Nosotros lo notamos cuando estábamos buscando montadora. Buscábamos un tipo de montador o montadora que pudiese entender nuestra historia de determinada manera y nos dimos cuenta de que todos esos montadores o montadoras estaban ocupados y ocupadas con historias parecidas”. “A pesar de los problemas coyunturales, a nivel creativo el cine español está en un momento interesante. Hay pelis muy interesantes aunque muchas de ellas no se nominen en los Goya. Y de estas, cada vez hay más dirigidas por mujeres”, afirma Nely Reguera convencida de que la mayor presencia de mujeres en el cine no debería ser noticia. Aunque para eso todavía falte tiempo, algún premio y unos cuantos reportajes.

 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento