Chicos de alquiler: 10 gigolós de cine

Una colección de mercenarios del sexo, mucho más apetecibles (la mayoría) que John Turturro y Woody Allen en 'Aprendiz de gigoló'. Por YAGO GARCÍA
Chicos de alquiler: 10 gigolós de cine
Chicos de alquiler: 10 gigolós de cine
Chicos de alquiler: 10 gigolós de cine

No es ninguna novedad, pero la coyuntura está muy mal. Tan mal, de hecho, que más de un cinemaníaco podría estar planteándose la posibilidad de emular a John Turturro: el que fuera actor fetiche de los hermanos Coen y Spike Lee está pasándolas tan canutas, pese a su talento, que ahí le tenemos, convertido en todo un Aprendiz de gigoló y siguiendo los consejos de Woody Allen (vaya tela) en el oficio más antiguo del mundo. Nosotros, que ya dedicamos un reportaje a los prostíbulos más famosos del cine, hemos decidido ilustrar a nuestros lectores sobre esos varones que se dedicaron al sexo mercenario de celuloide: tanto si quieres seguir sus pasos como contratar sus servicios, esta lista te será muy útil.

American Gigoló (Paul Schrader, 1980)

El 'profesional': Julian (Richard Gere), tiburón sexy vestido de Armani y dispuesto a complacer a la alta sociedad de Miami.

Tarifa: Altísima, como corresponde al no va más del sexo de pago masculino y ochentero. Las damas de alcurnia que contratan los servicios de Julian tienen derecho a gozar tanto de su cuerpo serrano (espectacular, según demuestra un desnudo integral cotizadísimo en la época) como de veladas con clase, distinción y música de Blondie en las que charlar sobre el cine de Robert Bresson y las quisicosas del amigo Martin Scorsese, para quien Schrader escribió el guión de Taxi Driver. Ahora bien, en casos muy especiales (el de Lauren Hutton, por ejemplo) nuestro hombre no sólo trabaja gratis, sino que también se enamora un poquito.

Cowboy de medianoche (John Schlesinger, 1969)

El 'profesional': Cuando Joe Buck (John Voight) emigró de Texas a Nueva York, pensaba que iba a darse la vida padre. Angelito...

Tarifa: Más bien económica. Según señalábamos, Joe no deja de ser un paleto en la gran ciudad, con lo que su falta de contactos y su escaso saber estar le condenan a olvidarse de las señoras millonarias y a centrarse en trabajos más sordidos, con clientela masculina. Sumemos a ello que su único amigo (Dustin Hoffman) es un mendigo tuberculoso, y tendremos una historia más triste que una canción de Harry Nilsson. Pero mucho ojo, porque tanta miseria convirtió a Cowboy de medianoche en la única película clasificada 'X' que ha arrasado en los Oscar: el filme se llevó las estatuillas de Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guión Original.

Dulce pájaro de juventud (Richard Brooks, 1962)

El 'profesional': Chance Wayne (Paul Newman) quería ser actor, pero tuvo que conformarse con ejercer de gigoló a sueldo de estrellas de cine entradas en años y en copazos.

Tarifa: Todavía elevada, pero en recesión. Aun sin saber cuánto apoquinará exactamente Alexandra Del Lago (Geraldine Page) por la compañía de Chance, tenemos claro que la suma no compensa la sordidez extrema de este filme, en el que el director de A sangre fría adapta la obra homónima de Tennessee Williams. Para colmo, resulta que nuestro antihéroe no ha olvidado todavía su puro y juvenil amor por Shirley Knight, la hija de un politicastro local: sus intentos por recuperar a la chica podrían tener consecuencias desastrosas, bien en forma de paliza épica o (en la versión teatral) de mutilación a la altura de la entrepierna.

Gigoló (Mike Mitchell, 1999)

El 'profesional': Limpiador profesional de acuarios, Deuce Bigalow (Rob Schneider) acaba vendiendo su cuerpo por culpa de un sandwich de queso.

Tarifa: Esto... Dejémoslo en que, como es bien sabido, Rob Schneider sigue rodando películas debido a su amistad con Adam Sandler, y no le demos más vueltas. Lo que resulta innegable, pese a todo, es que su personaje en este filme sabe complacer a sus (peculiares) clientas en términos más espirituales que carnales, y que el guión sabe sacar partido a esas formas extremas de comicidad derivadas de los guiños referenciales, de la vergüenza ajena o de la repulsión pura y dura. Eso sí: la secuela Deuce Bigalow: Gigoló europeo (2005) es una de esas películas que deberían pagar al espectador, y no al revés.

Hotel y domicilio (Ernesto del Río, 1995)hotel_domicilio_jorge_sanz

El 'profesional': Bruno, chico de agencia interpretado por un Jorge Sanz en plena posesión de sus facultades como sex symbol ibérico.

Tarifa: Dicen que, en España, los 90 fueron una época de bonanza económica. Y, como el forense Santiago Ramos está muy necesitado de sacudirse de encima la crisis de la mediana edad, suponemos que se gasta lo suyo a cambio de la compañía de Bruno. Ahora bien, dado que intimar con el chico conlleva ponerse en el punto de mira de un ex policía (José Manuel Cervino) con gatillo fácil y pocos escrúpulos, lo mismo el cliente haría bien pidiendo una rebajita.

Mi Idaho privado (Gus Van Sant, 1991)

Los 'profesionales': ¿Un solo mozo de buen ver te sabe a poco? Descuida, aquí llega un menú doble formado por nada menos que Keanu Reeves y River Phoenix. ¡Que no falte de na!

Tarifa: Pese a la apostura de la pareja, y a que esta película es nada menos que una adaptación encubierta del Enrique V shakespeariano (ojo: sólo de la primera parte), nuestros mozos cobran lo justo para ir tirando. El desvalido Mike (Phoenix) viene del arroyo y padece de una apremiante ingenuidad, además de una narcolepsia que le lleva a quedarse roque en los lugares menos indicados. Por su parte, Scott (Reeves) es un niño pijo que se da a la mala vida para fastidiar a su papá político. Sí, el New Queer Cinema de los 90 tenía estas cosas.

Mysterious Skin (Gregg Araki, 2004)

El 'profesional': Desde que tiene uso de razón, Neil (Joseph Gordon-Levitt) sabe que es gay. Ahora bien: detrás de su predisposición al fornicio pagado se halla una historia tirando a terrible.

Tarifa: Dejémonos de bromas, por una vez, y asumamos un hecho cierto: al igual que ocurre con muchas prostitutas, la mayoría de los chaperos y gigolós cargan con trasfondos muy desagradables en los que se aunan la pobreza material, las familias rotas, la drogadicción o, como en este caso, los abusos infantiles. Si Neil está dispuesto a hacérselo con cuantos más hombres mejor (preferiblemente, maduritos con un punto psicótico) cobrando estipendios de miseria, se debe a que su psique alberga cicatrices que no le desearíamos ni a nuestro peor enemigo.

Hung (Superdotado) (serie, 2009-2011)

El 'profesional': Ray Drecker (Thomas Jane) no se ajusta al perfil que uno imagina para un gigoló de lujo. Pero resulta que tiene grandes aptitudes para la profesión. Enormes, de hecho.

Tarifa: En lugar de centrarse en los aspectos erótico-festivos de su historia (qué demonios, para eso ya está Californication), este serial de la HBO optó por abordar el quid del asunto: la economía. Y es que Ray no se dedica al oficio más antiguo del mundo por afición, sino por su condición de padre de familia con dos hijos adolescentes (y gemelos), una ex mujer insoportable (Anne Heche) y una mala suerte patológica. Así las cosas, al pobre no le queda otra que ponerse en las manos de la proxeneta Jane Adams y alternar su oficio de entrenador de basket infantil con otros menesteres más carnales.

Flesh (Paul Morrissey, 1968)

El 'profesional': Joe D'Allessandro, chulazo por excelencia de la Factory de Andy Warhol, ejerciendo como tal.

Tarifa: Tal y como están las cosas, Joe tampoco va por ahí pidiendo fortunones. No sólo porque la Nueva York en la que se mueve sea la misma de Cowboy de medianoche (lo cual ya sería un motivo), sino también porque tiene prisa por acumular dinero: la novia de su mujer necesita pagarse un aborto, y él es el único miembro de la familia con ingresos fijos. Sí, habéis leído bien. Y es que, cuando Warhol (aquí, productor) andaba de por medio, cualquier sordidez era permisible.

Under the Cherry Moon (Prince, 1986)

El 'profesional': Pues nada menos que el mismísimo Genio de Minneapolis, aquí en el rol de Christopher Tracey, gigoló de alto standing que trabaja en la Costa Azul.

Tarifa: Al estar especializado en señoras millonarias y ricas herederas (como Kristin Scott Thomas), y luciendo además un ego inversamente proporcional a su diminuta estatura, Christopher-Prince va por ahí alardeando de amasar millonadas timando a sus incautas clientes. Pero ya será menos, porque Under the Cherry Moon fue un fracaso comercial clamoroso, y se ganó las iras de unos críticos que la consideraron una horterada clamorosa pese a que su BSO (recogida en el álbum Parade) contó con éxitos de la talla de Kiss. Y pensar que el músico contaba con Martin Scorsese, nada menos para dirigir su proyecto...

Todos los días, a todas horas, noticias de cine y series de televisión en CINEMANÍA

Mostrar comentarios

Códigos Descuento