6 películas de animación que NO quieres ponerle a tus hijos

¿Pensabas que 'La fiesta de las salchichas' era el filme de animación más inapropiado para los peques? Échale un vistazo a esta lista...
6 películas de animación que NO quieres ponerle a tus hijos
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6 películas de animación que NO quieres ponerle a tus hijos

Alertados por el estreno hace unos meses de La fiesta de las salchichas, y sabiendo que una buena parte del público sigue identificando el cine de animación con un producto exclusivamente infantil, hemos preparado esta lista de películas ante los cuales un progenitor sensato debería estar siempre en guardia. Y, si no lo está, que no nos venga luego con las facturas de los psicólogos infantiles...

El gato caliente (Fritz the Cat) (Ralph Bakshi, 1972)

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¿Cuántos inocentes papás picaron el anzuelo, llevando a sus pequeños a ver esta salvajada? Suponemos que pocos, porque estamos hablando de la primera película de animación clasificada 'X' en Estados Unidos. Aun así, no nos confundamos: aunque sus dosis de sexo son considerables Fritz the Cat no sólo está llena de ñogo ñogo entre animales antropomorfos, sino también de la misantropía y la escatología características del gran Robert Crumb, cuyos cómics adapta al cine. El dibujante, por cierto, detestó la película.

Heavy Metal (G. Potterton, 1981)

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Producida por Ivan Reitman (el futuro director de Los Cazafantasmas), Heavy Metal podría ser descrita sin muchos problemas como la película de animación occidental más macarra de la historia. ¿A qué se debe eso? Pues a que sus sketches adaptan las historietas de la revista de cómics homónima, conocida como Métal Hurlant en Europa. Partiendo de los dibujos de Moebius, Richard Corben, Berni Wrightson y otros señores de mal vivir, la película se muestra generosa en monstruos primigenios, bárbaras macizas ligeras de ropa (¡y cabalgando sobre un pterodáctilo!), mutantes caníbales y otras criaturas por el estilo. Ahora bien: material apto para menores, poco o ninguno.

South Park: Más grande, más largo y sin cortes (Trey Parker, 1999)

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Cuando las aventuras de Kenny, Stan, Kyle Cartman aún llegaban a España exclusivamente a través de los canales de pago, South Park era aún una serie relativamente desconocida por estos lares. Pero, una vez que este filme hubo llegado a los cines, los cuatro chavales más garrulos de Colorado se ganaron en nuestro país un fandom digno de Terrance y Philip. No sabemos qué fue más responsable de aquella fiebre: si las canciones (¿alguien ha olvidado Eres un cabrón hijoputa Es Canadá tras haberlas escuchado una sola vez?), si ese Satán sodomizado por Saddam Hussein o si aquella Winona Ryder fascinando a los soldados con el truco de las pelotas de pimpón.

Historias de amor y masacre (Jorge Amorós, 1979)

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Una vez más, nos remitimos a un filme originado en el mundo del cómic. En este caso, en el del cómic español más cafre y politizado de la Transición, porque los episodios que componen Historias de amor y masacre fueron pergeñados por Ivá (Makinavaja), Óscar (El profesor Cojonciano), Miguel Gila y otros burrifacios de la viñeta, con nada menos que Vázquez marcándose una parodia de Walt Disney en funciones de presentador. Historias como la del albañil obsesionado con ligarse a una sueca en la Costa Brava, o la del ciego y la deficiente mental que se alivian mutuamente las calenturas sexuales, son puras estampas de la España más lamentable.

Una mirada a la oscuridad (Richard Linklater, 2006)

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¿Están ya tus pequeños lo bastante espabilados como para ver Blade Runner sin traumatizarse? Si la respuesta a esa pregunta es "no", ni se te ocurra exponerlos a esta película. Y, si es "sí", piénsatelo dos veces, porque Linklater adaptó aquí una de las novelas más complejas (que ya es decir) de Philip K. Dick sin cortarse un pelo en lo tocante a las drogas, a la metafísica chunga o a la depresión existencial. Aun así, tal vez esta advertencia sea ociosa: ningún padre responsable, que sepamos, les pondría a sus hijos un filme con un Keanu Reeves rotoscopiado de protagonista.

Orejas largas (Martin Rosen, 1978)

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Seguramente, la reina de las películas animadas que parecen aptas para niños, pero que, en realidad, son fábricas de traumas y pesadillas. Porque, al igual que la novela a la que adapta (La colina de Watership, de Richard Adams), Orejas largas retrata con mucha fidelidad la vida de unos lindos conejitos. Es decir, que describe sin ambages el miedo constante y la violencia perenne que envuelve a unos animales condenados a huir sin descanso de los depredadores, y a luchar continuamente entre ellos por el territorio, el alimento... y las hembras. El libro, por cierto, será adaptado de nuevo por Netflix en una serie con las voces de John Boyega, James McAvoy Ben Kingsley.

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