Helen Mirren cumple 76 años: 10 razones para hacerte su mayor fan

Desde 'Excalibur' a 'Red': la actriz británica se merece que la llames 'La reina'.
10 razones para hacerte fan de Helen Mirren
10 razones para hacerte fan de Helen Mirren
10 razones para hacerte fan de Helen Mirren

Como fans que somos de Helen Mirren, quizás la actriz británica más versátil de su generación, no queremos perder la oportunidad de celebrar su cumpleaños dándote motivos para unirte a nuestra causa Échale un vistazo a estas 10 razones, y tú también acabarás gritando "Dios salve a 'La Reina" cada vez que la veas en una película.

Porque es clásica y atrevida a la vez

Con ese empaque que tiene en la pantalla, y ese aura british que la envuelve, no es ninguna sorpresa decir que Helena Lydia Mironova se estrenó en las cosas de la interpretación por la vía de Shakespeare. Y así fue: de jovencita, esta londinense fue reclutada por la mismísima Royal Shakespeare Company, hinchándose a interpretar obras del Bardo. 

Cosa que no le impidió criticar acerbamente al establishment del teatro británico cuando le daba la gana, y tampoco le puso óbices a la hora de colaborar con majaras de la escena como el director Peter Brook, así como intervenir en musicales, pasearse por los escenarios de Broadway (ganándose con ello dos nominaciones a los premios Tony) y darse, en general, a cosas esperables en una dama del teatro muy talentosa y con un punto excéntrico. 

Esta faceta de su carrera ha dejado testimonios audiovisuales, entre ellas una versión televisiva de El sueño de una noche de verano que protagonizó en 1968 junto a la muy tremenda Diana Rigg. Pero, si tuviéramos que quedarnos con un ejemplo, nosotros optaríamos por su desquiciante Hamlet dirigido en 1976 por el español Celestino Coronado: una película tan, pero tan mareante, que en ella lo de "ser o no ser" es la menor de las cuestiones.

Por sus orgías romanas

Calígula de Tinto Brass ha pasado a la historia por ser la película porno más cara jamás rodada, y también por un rodaje pesadillesco en el que mediaron los egos del director, del guionista Gore Vidal, del productor Bob Guccione y de un reparto que incluyó a titanes como Malcolm McDowell, Peter O'Toole, John Gielgud... y la propia Helen Mirren. 

Interpretando a Cesonia, hermana incestuosa del emperador protagonista, nuestra heroína se muestra tan baja en modestia como alta en joyerío, poderío y zorrerío. Según ha confesado la Mirren , tanto ella como McDowell (con quien ya había trabajado en Un hombre de suerte, a las órdenes de Lindsay Anderson) procuraron mantenerse al margen de las tribulaciones del filme, concentrándose en en pasarlo lo mejor posible. No te culpamos, Helen.

Porque es una gángster

Aclarémoslo desde ya: El largo viernes santo (1980) es una de las mejores películas del cine negro británico, y del noir europeo en general. Y en ello intervienen tanto la presencia de un Bob Hoskins empeñado en ser Tony Soprano antes que Tony Soprano (por la barriga, la calva y la propensión a meter la pata), como la de una Mirren muy puesta en su papel de dama criminal, calculadora y vulnerable a la vez. 

Algo que no excusa la presencia de escenas de un erotismo subido, aunque éste sea sólo verbal la mayor parte de las veces. Hay que decir, visto lo visto, que el perfil cinematográfico de Helen en los 70 y los 80 fue el de una 'loba' de mucho cuidado...

Porque nos hechiza

"Anál nathrach, orth’ bháis’s bethad, do chél dénmha"... Memorizad estas palabras, jovenzuelos, pero no oséis pronunciarlas en voz alta: en ellas está contenido el Hechizo de la Creación, ese que un Merlín con el rostro feroz de Nicol Williamson (uno de los más grandes actores británicos de la historia, y también uno de los más bandarras) usaba en Excalibur para convertir en rey al pánfilo de Arturo (Nigel Terry), muy a pesar de una Morgana muy céltica, muy estupenda y encarnada por una Mirren en el ápice de sus capacidades como pendón desorejado del abismo. 

Si has visto este filme de John Boorman, tan desquiciado como fiel a los mitos artúricos, reconocerás que Helen encarnó en él a una de las villanas más memorables del cine ochentero, a fuerza de seducciones, incestos e invocaciones a las potencias innombrables. ¿La Cersei de Juego de tronos? Una aficionada...

Porque le debemos a Liam Neeson

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Interrumpimos nuestro repaso a la carrera de Helen Mirren para entrar en territorios más personales, amén de irlandeses e imponentes. Porque, durante el rodaje de Excalibur, la actriz conoció a cierto jovenzuelo que intervenía en el filme haciendo de Sir Gawain, y que pugnaba por abrirse camino en la escena inglesa tras haberse ganado una buena reputación en el Abbey Theatre de Dublín. 

Pese a llevarse con él casi una década de edad, Helen acogió a dicho jovenzuelo bajo su ala (por así decirlo), llevándoselo a vivir a su casa, ayudándole a conseguir un agente y todas esas cosas... La relación entre ambos acabó a finales de los 80, pero Neeson sigue refiriéndose a la Mirren con respeto y agradecimiento. Ahora bien: si queremos entrar en detalles anatómicos, nos tememos que nuestra heroína no suelta prenda. Qué lástima.

Porque es una gourmet

Entre trabajos teatrales e incursiones en televisión, Mirren dejó una huella cinematográfica muy irregular, pero muy interesante, durante los 80. Ahí quedan para probarlo La costa de los mosquitos (donde interpretaba a la mujer de un Harrison Ford inventor y demente) y, sobre todo, El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante. Ya con la década a punto de terminar, Helen se puso a las órdenes de Peter Greenaway para asumir el protagonismo en una de las películas más morbosas y crueles de su director, que ya es decir. 

El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante es todo un festín de crueldades, esteticismo y alta gastronomía, apto sólo para paladares fuertes, y con un giro final de los que no olvidas nunca, por desgracia para tu estómago. Uno de esos filmes, en suma, que parecían hechos para poner de los nervios a Margaret Thatcher.

Porque nos tiene la mansión como un jaspe

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La verdad sea dicha, no es que Helen Mirren echase el resto en el cine durante los 90: que si un psychothriller morboso a las órdenes de Paul Schrader (El placer de los extraños), que si unas cuantas miniseries interpretando a la detective Jane Tennyson, que si un remake de Hamlet en plan vikingo y con Christian Bale... Ahora bien: su entrada en la siguiente década fue de aúpa, y eso que le supuso competir con un reparto tan coral y tan lucido como el de Gosford Park. 

En dicho filme, la última obra maestra firmada por Robert Altman, Mirren se codeaba con Maggie Smith, Michael Gambon (el futuro Dumbledore de Harry Potter), Clive Owen, Derek Jacobi y otros grandes interpretando a la señora Wilson, una de esas amas de llaves británicas a las que puede confiarse el gobierno de cualquier mansión señorial. Que las chicas de Downton Abbey tomen nota.

Porque conoce la vida, el universo y todo lo demás

De acuerdo: la versión fílmica de La guía del autoestopista galáctico (2005) no fue como para tirar cohetes, si excusamos las presencias de Martin Freeman, Sam Rockwell, Zooey Deschanel John Malkovich, amén de las canciones de Neil Hannon (The Divine Comedy) y el cachondeo esperable en una adaptación de la obra de Douglas Adams. Pero ojo, porque (gracias al voice acting de rigor) en ella pudimos escuchar a Mirren interpretando a la computadora Pensamiento Profundo. 

Y, debido a ello, pudimos recibir de sus labios la respuesta a la Gran Pregunta que desvela todos los secretos del cosmos. La respuesta, por cierto, es "42". No, nosotros tampoco sabemos a qué viene la cifra de marras, pero tal vez eso se debe a que nadie ha podido averiguar aún en qué consiste la dichosa pregunta...

Porque no es una reina, sino varias

Empecemos por lo más conocido: en 2006, Helen Mirren protagonizó La reina, una película de Stephen Frears (con guión del viperino Peter Morgan) que la desafiaba a encarnar a la soberana británica durante la crisis ocasionada por la muerte de Diana de Gales. Gracias a una interpretación más grande que el sombrero de un picador, Helen se llevó su único Oscar hasta la fecha, y se ganó un apodo para los restos, codeándose con Michael Sheen (un Tony Blair de lo más rastrero) y ese James Cromwell que, en su papel de Felipe de Edimburgo, no paraba de llamarla "repollito". 

Lo que no resulta tan del dominio público es que, un año antes, la actriz había protagonizado Elizabeth I, miniserie de dos episodios en la que daba vida a la antepasada más ilustre de su personaje más famoso, con un tronío que le habría dado miedo hasta a Felipe II y una soltura ejecutando católicos comparable a la Glenda Jackson de Elizabeth R. Creednos: esto último son palabras mayores.

Porque sabe disparar (¡y cómo!)

Cuando recibimos las primeras noticias sobre el cásting de Red, nos llevamos las manos a la cabeza: ¿qué demonios hacía doña Helen codeándose con cachocarnes como Karl Urban y, sobre todo, Bruce Willis? Pues, como comprobamos al estrenarse la cinta, lo hacía todo: puede que ni el guion ni la puesta en escena fueran para tirar cohetes, pero ver a la Mirren al lado de un Willis que recuperaba sus maneras de comediante, y de un John Malkovich desatadísimo, justificaba el precio de la entrada presentándonos una ración de risas aliñadas con adrenalina (¿o era al revés?). 

La secuela Red 2 tampoco era de Oscar, por supuesto, pero en ella la actriz tenía todavía más protagonismo y más oportunidades para mostrarnos los extremos a los que podía llegar la inefable Victoria, esa espía a la que los años no impedían seguir ejerciendo como mujer fatal. 

Vin Diesel, que sabe lo que le conviene, se tomó bien en serio este historia y unas declaraciones de Mirren en las que deseaba incorporarse a la familia Fast & Furious y fue dicho y hecho: la matriarca de los Shaw hizo sentir su poderío en las dos últimas entregas de la saga.

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