10 caballos que hicieron historia del cine

En espera de que este viernes se estrene 'Jappeloup', la película hípica y olímpica de Guillaume Canet, nosotros recordamos a nuestros personajes equinos favoritos. Por YAGO GARCÍA
10 caballos que hicieron historia del cine
10 caballos que hicieron historia del cine
10 caballos que hicieron historia del cine

Compañeros de la humanidad desde tiempos inmemoriales, símbolos de poder y nobleza, capaces del trabajo extenuante y de la gloria deportiva... Está claro que los caballos se prestan a muchos excesos poéticos, pero eso no quiere decir que su vida sea fácil: por ejemplo, en caso de que seas un equino esmirriado sin pedigrí ni currículum, vas apañado. Ahora bien, siempre se puede fijar en ti un jinete novato, pero de buen corazón, con el que protagonizar una historia como la que inspira Jappeloup, el filme que se estrena esta semana con Guillaume Canet, Daniel Auteuil y un auténtico héroe de cuatro patas como protagonistas. En espera de que la película llegue a los cines, nostros recordamos diez ilustres ejemplos de que, a veces, los relinchos han hecho historia del séptimo arte.

Seabiscuit

Le oímos relinchar en... Seabiscuit, más allá de la leyenda (Gary Ross, 2003)

Y le queremos porque... Pese a descender del mítico Man'o'War (uno de los caballos de carreras más famosos de la historia), Seabiscuit parecía demasiado débil, perezoso y arisco como para ganarse un nombre en la pista. Por eso su repentina serie de victorias le convirtieron en una celebridad en EE UU durante Gran Depresión, haciéndole merecedor, no de uno, sino de dos biopics equinos. El primero (A rienda suelta, 1949) contó como prota con una Shirley Temple ya crecidita, pero nosotros preferimos fijarnos en el segundo: con un reparto de campanillas (Jeff Bridges, Tobey Maguire, Elizabeth Banks), Seabiscuit (la película) fue nominada a siete Oscar, pero acabó siendo arrollada por El Señor de los anillos: El retorno del rey y no se llevó ni una sola estatuilla de vuelta al establo.

Perdigón

Le oímos relinchar en... Toy Story 2 (J. Lasseter, A. Brannon, L. Unkrich, 1999) y Toy Story 3 (L. Unkrich, 2010)

Y le queremos porque... A lo largo de este informe, nuestra cuadra se verá poblada por orgullosos purasangres, indómitos caballos salvajes y esforzadas bestias de tiro. En comparación con ellos, Perdigón puede parecer un animal de juguete (bueno, lo es) pero no te dejes engañar: bajo esa sonrisa dentuda, esos ojos saltones y esa crin de plástico se esconde un digno heredero de los grandes equinos del western, como Trigger (el compañero de Roy Rogers) y Topper, el semental árabe de Hopalong Cassidy. Vamos, que se trata de la montura ideal para que Woody cabalgue en pos de la justicia, tanto en el cuarto de Andy como fuera de él. A nosotros, el reencuentro del equino y su jinete en Toy Story 2 nos hace soltar una lagrimilla aún hoy.

Pirata

Le oímos relinchar en... Fuego de juventud (Clarence Brown, 1944)

Y le queremos porque... Cuando eres un caballo de cierta edad, y con reputación de intratable, puedes apostar lo que sea a que tu destino está en la carnicería o la fábrica de pegamento... Salvo si una Elizabeth Taylor adolescente se empeña en que tienes futuro en el deporte. Una vez que la moza se ha hecho contigo gracias a una rifa, no cantes victoria: resulta que ella quiere ganar el Grand National de Inglaterra subida a tu grupa, con lo cual un jockey fracasado (Mickey Rooney) se verá en el papelón de entrenarte, y tu propietaria deberá travestirse, porque la competición de marras no acepta amazonas. Menos mal que la historia tendrá un final feliz, la película será un éxito y, para colmo, la actriz de los ojos violeta acabará adoptándote tras el rodaje.

Hidalgo

Le oímos relinchar en... Océanos de fuego: Hidalgo (Joe Johnston, 2004)

Y le queremos porque... Cuando un cowboy de turbio pasado se presenta a lomos de Hidalgo para competir en una carrera en pleno desierto de Arabia, el jeque Omar Sharif no da un céntimo por él. Lo cual se revela como una imprudencia, por dos razones: para empezar, el equino de marras es un mustang, un caballo salvaje de las praderas, capaz de dejar con un palmo de narices a sus primos criados entre dunas. Y, para seguir, el jinete de marras es Viggo Mortensen. Entrañable y reivindicable, como suele pasar con los filmes de Johnston (Rocketeer, Capitán América), Océanos de fuego propició otra bonita historia de amistad caballo-jinete: T.J., uno de los equinos que corrieron en la película, es ahora propiedad del polifacético actor. Lo cual nos reafirma en la creencia de que Viggo mola mucho.

Spirit

Le oímos relinchar en... Spirit: El corcel indomable (K. Asbury, L. Crook, 2002)

Y le queremos porque... Tras hablar de un mustang de carne y hueso, ahora nos toca fijarnos en uno de animación, concretamente con el sello Dreamworks. Viéndoselas muy felices como líder de una manada salvaje, el pobre Spirit será enrolado a la fuerza en el ejército de EE UU, pero la vida militar no es lo suyo, y sus simpatías están más del lado de los indios (que, al fin y al cabo, son paisanos) que del de los humanos con casaca azul. Señalemos que, a diferencia de otros trabajos animados, el semoviente protagonista no suelta una palabra en toda la historia: aparte de sus relinchos, lo único que le oiremos será una narración en off y en primera persona con la voz (en inglés) de Matt Damon.

Pilgrim

Le oímos relinchar en... El hombre que susurraba a los caballos (Robert Redford, 1998)

Y le queremos porque... Según la biología y la etología, los caballos no son los animales más inteligentes del mundo, que digamos. Pero, ojo: su falta de neuronas no implica que carezcan de emociones o sensibilidad. Véase, sin ir más lejos, el caso de este caballo de monta, propiedad de una pijísima (y jovencísima) Scarlett Johansson y de su mamá Kristin Scott Thomas: tras un accidente que resulta en dos muertes y la mutilación de la adolescente, el pobre Pilgrim queda traumatizado, lo cual hace necesaria la intervención de lo que podríamos llamar un psicoanalista equino (el propio Redford, ¡faltaría más!). Por desgracia, la evolución del paciente queda pronto en segundo plano, relegada por una historia de amor adúltero y madurito entre Scott Thomas y el terapeuta.

Joey

Le oímos relinchar en... War Horse (Caballo de batalla) (Steve Spielberg, 2011)

Y le queremos porque... Adoptado por Jeremy Irvine, vástago de una familia muy traumatizada, la vida de este héroe de cuatro patas es un puro sufrir. Tras incorporarse a la fuerza en las filas del ejército británico durante la I Guerra Mundial, el pobre Joey pasa las de Caín mientras recorre los campos de Europa, pasando de bando en bando como la falsa moneda y comprobando a su pesar que, en tiempos de alambradas y ametralladoras, la caballería clásica se ha convertido en una reliquia. Todos los tormentos, en definitiva, que Spielberg gusta de mostrarnos cuando le da por ponerse serio y aspirar a los Oscar. En este caso, para variar, no hubo suerte: War Horse tuvo seis nominaciones (entre ellas Mejor Película), pero no ganó ninguna.

Secretariat

Le oímos relinchar en... Secretariat (Randall Wallace, 2010)

Y le queremos porque... Anda, ¿otro biopic de un caballo de carreras? Pues sí, fíjate. Aunque sus críticas no fuesen para tirar cohetes y no optase a ningún Oscar, Secretariat nos merece interés por dos razones: para empezar, el purasangre protagonista hizo historia al ganar la Triple Corona estadounidense (los derbys de Kentucky, Preakness y Belmont) gracias a los cuidados de su dueña (aquí, Diane Lane), un ama de casa sin experiencia en la materia. Para seguir, Secretariat desató una controversia furibunda en la prensa de EE UU cuando un crítico de la web Salon la acusó de racista: tal vez el periodista estuviera en lo cierto, o tal vez no, pero con frases tales que "propaganda de la 'raza superior' digna de Leni Riefenstahl" y "una de esas fantasías que le gusta imaginar al Tea Party", la tempestad estaba asegurada.

Sombragrís

Le oímos relinchar en... La trilogía El Señor de los anillos (Peter Jackson, 2001-2003)

Y le queremos porque... Como hemos dicho antes, Seabiscuit sufrió una aparatosa derrota en los Oscar cuando El retorno del rey le ganó por once cabezas (redondas y doradas). Lo que no señalamos es que la trilogía tolkieniana andaba sobrada de crines y cascos: amén de una de las cargas de caballería más épicas de la historia del cine, cortesía de los Rohirrim, podemos señalar a este corcel de formidable planta, uno de los míticos y casi divinos Mearas. Puestos a recorrer la Tierra Media como un señor, qué menos que contar con un semoviente capaz dejar pasmado a Legolas (Orlando Bloom), y al que su jinete habitual, el inimitable Gandalf de Ian McKellen, se refiere a él como "el señor de todos los caballos".

Negro

Le oímos relinchar en... El corcel negro (Carroll Ballard, 1979)

Y le queremos porque... 35 años después de Fuego de juventud, Mickey Rooney volvió a entrenar a un caballo temperamental, pero con grandes posibilidades, en esta adaptación de una saga novelística e hípica que comenzó en 1941 y llegó a sumar nada menos que 20 títulos. Además de procurarle al actor su cuarta nominación al Oscar, y de hacer llorar a muchos niños ochenteros merced a su tremebunda historia (con naufragio incluido), este filme cuenta con unos créditos muy interesantes: tenemos como guionista a Melissa Mathison (colaboradora de Spielberg y ex de Harrison Ford), a Francis Ford Coppola produciendo y a su papá Carmine firmando la banda sonora. Eso sí: el nombre del protagonista equino nos parece muy soso, máxime teniendo en cuenta que su primer propietario (un jeque árabe muy malo) le bautizó como 'Satán'.

Khartoum

Le oímos relinchar (o así) en... El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972)

Y le queremos porque... Por lo visto, a Coppola le costó mucho encontrar a un auténtico semental árabe para su versión de El corcel negro. Y no nos extraña, porque si nosotros nos dedicásemos a la cría de caballos, cerraríamos nuestra cuadra con doble llave en caso de que el genio italoamericano quisiera visitarla. ¿La razón? Pues cuál va a ser: la triste historia de Khartoum. Vale que su propietario, el magnate de Hollywood Woltz, no era ningún angelito, y que Don Vito Corleone necesitaba conseguirle ese papel al vivalavirgen de su ahijado Johnny Fontane. Pero nosotros sostenemos que el pobre caballo no tenía la culpa de nada, y que se merecía mejor suerte. Está claro que, de aquella manera, Khartoum es el protagonista de una escena memorable e histórica, eso sí.

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