CINEMANÍA nº250

Especial 250
CINEMANÍA nº250
CINEMANÍA nº250
CINEMANÍA nº250

251, 252, 253...

1. ELIGE EL CINE. ¿Cómo sería? ¿Choose cinema? ¿Choose movies? Renton y sus colegas dirían “Choose flicks” o algo así en argot, casi un estornudo que, entre el colocón y ese acento escocés a borbotones que manejan, no entendería ni Dios. Es lo único que le faltó al manifiesto de Trainspotting que encabeza nuestra declaración de amor. Elegimos el cine, cumplimos 250 números y queremos celebrarlo a lo grande. ¿Qué podíamos hacer? Por lo numérico, lo más cinemaníaco que se nos ocurría llegaba sólo hasta 221. El 221 B de Baker Street, do mora Sherlock Holmes, el personaje de ficción off Bollywood que según la leyenda aparece más veces en pantalla. Con las efemérides lo teníamos chungo para unir el “hace 250 años” y el cine: aunque, en 1766, el motín de Esquilache inspiró a Josefina Molina para poner en aprietos al Carlos III de Marsillach (Esquilache, 1989) y un barco británico la lió para siempre fundando un pequeño puerto en las islas Malvinas, herida que deja interesantes pelis argentinas. ¡Nah! Lo más evocador que podíamos conseguir de semejante cifra lo dejó Jean Claude Carrière, inmenso guionista, íntimo de Buñuel, con aquello de que entre la casa donde nació y el cementerio donde descansará hay un viaje vital de tan sólo 250 metros, pero con todo eso no llenábamos 150 páginas.

Para qué huir de nosotros mismos. Nos gustan las listas. Elegimos el cine y escogemos nuestras razones para amarlo. ¿Amor? Sí, amor. Es cierto que nos da un poco de pudor abrir nuestro corazón y, sobre todo, resultar cursis. Pero durante este mes hemos desarrollado un superpoder, el de convertir lo pasional en razonada ley general, y hemos perdido la poca vergüenza que teníamos para dar la vuelta a Blaise Pascal como un calcetín. El corazón siempre tuvo razones que la razón desconoce. Y viceversa. Choose movies, Choose cinema, Choose flicks. Ahora que lo pienso, esa banda de heroinómanos habría gritado Choose porn sin dudarlo. Cabrones. Pues os vais a joder, porque también el porno está en nuestra lista. No somos tan cursis.

2. LA LISTA DE NUNCA ACABAR. La primera mujer a la que amé en secreto fue Olivia Newton-John en Grease. Mi primer amor verdadero tuvo la mala suerte de que la invité al cine dos veces seguidas: una, en grupo, a ver Instinto básico, que nos flipó pero nos puso colorados en las escenas de sexo. La otra, en pareja, Sirenas, un desastre de Cher que Bob Hoskins se empeñaba en salvar y que nos pareció, tórtolos, la apoteosis del encanto. Ella supo perdonarme, pero aún me lo recuerda. El amor intelectual llegó con Juliette Binoche en Azul de Kieslowski. ¿O fue Irène Jacob en Rojo? Y el flechazo cinematográfico eterno cayó con Rachel Weisz en Enemigo a las puertas. Esta lista de ridículos es precisamente lo que queríamos evitar. Demos un paso más. Elegimos el cine como pasión y como forma de vida, con el corazón y también con la cabeza. Por eso esta lista tiene truco: nos declaramos al cine, pero también os servimos 250 razones para que nos améis a nosotros. Y oculta una segunda trampa saducea: os ofrecemos esta lista para que propongáis la vuestra y nos pongáis a parir. ¿Qué os falta? ¿Qué no encontráis? Yo mismo estoy que trino porque, como a Sabina, nos sobran los motivos: teníamos razones para parar un tren (el de los Lumière entrando en La Ciotat).

3. ¿VERDAD O LEYENDA? Aquí va una propuesta al azar: una lista que se me quedó fuera: 1. La escena de la cremallera en Su juego favorito; 2. Ver el logo de The Archers antes de las películas de Powell y Pressburger; 3. Los tanques (y los lingotes) de Los violentos de Kelly; 4. Antonio Resines, que me cae fenómeno; 5. El encuentro de Mastroianni y Troisi, padre e hijo en ¿Qué hora es? de Ettore Scola; 6. El único equipo de fútbol que ha ganado un Oscar, el Sporting de Gijón por Volver a empezar de José Luis Garci; 7. El chicle de Robert Redford en el póster de El candidato; 8. Los farsantes de Mario Camus; 9. La nuca de Russell Crowe en El dilema de Michael Mann; y 10. Aki Kaurismäki, todo él. A lo Groucho, si no os gustan mis razones, tengo otras igual de válidas que las vuestras. Si otras veces nos debatimos entre publicar la verdad y publicar la leyenda, esta vez, con Tom Doniphon de El hombre que mató a Liberty Valance como testigo entre los 250, hemos hecho las dos cosas. Publicamos nuestra verdad y sólo así estamos seguros de haber impreso la leyenda. Felices 250, cinemaníacos.

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