Cinemanía nº 211

Robert Downey Jr. ¿adios a las armas? - Peter Dinklage sube la apuesta en 'Juego de tronos'
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Robert Downey Jr. ¿adios a las armas? - Peter Dinklage sube la apuesta en 'Juego de tronos'

Director´s Cut: Hemingway estuvo aquí

1. FINAL FELIZ. Da mucho miedo imaginarse a Ernest Hemingway el día en que los productores de Adiós a las armas, la primera de sus novelas llevada al cine y también su primera experiencia con aquellos extraños tipejos de Hollywood, allá por 1932, le dijeron que habían obligado al bueno de Frank Borzage a dirigir dos finales diferentes para la película: el The End tristísimo de la historia original y otro final feliz. Intuían esos linces que al público de, pongamos por caso, Boulder, Colorado, o de Lincoln, Nebraska, no le apetecería demasiado ver morir tras dar a luz a esa enfermera (Helen Hayes y su pelazo ondulado) que cuidaba del álter ego del propio Hemingway (más maquillado que su enamorada, pero Gary Cooper al fin y al cabo) en el frente italiano durante la I Guerra Mundial. El tío Ernest, que aparte de sobrevivir a una guerra, ya se había enfrentado a los Miura en los encierros de Pamplona, no se iba a dejar impresionar por la verborrea de unos ejecutivos de los grandes estudios: le iban a oír, esto no podía quedar así, no tenían ni idea de quién era él, ya podían ir eligiendo armas para el duelo…  “¿Hollywood? ¡Nunca más!”.

2. ¿NUNCA MÁS? Once años después, y suponemos que tras varios Show me the money! voz en grito, se estrenó la versión en pinturero Technicolor de sus aventuras en la Guerra Civil española, Por quién doblan las campanas, con Gary Cooper (otra vez) danzando por los montes pelados entre guerrilleros e Ingrid Bergman preparándoles el condumio. Por esas misma fechas, Mr. Hemingway, el tipo que había matado leones en África, esquivado balas en la batalla del Ebro y sobrevivido a los atracones de absenta en el París de los años 20, empezó a escribir el guión de Tener y no tener, el clásico de Howard Hawks. Con altibajos, su relación con el cine continuó y Hemingway siguió vendiendo a buen precio sus relatos a Hollywood.

3. ADIÓS A LAS...  ARMADURAS. Si no puedes con tu enemigo, únete a él, parece pensar desde hace algún tiempo Robert Downey Jr., al que no se ha visto correr por la calle Estafeta, pero que tuvo sus años de rebeldía hemingwayana. Como todo el mundo, sí, pero más. Mucho más. Una de las carreras más curiosas del cine norteamericano ha llegado a un punto de inflexión: “Me han vendido a Disney por 4.000 millones de dólares”, reconoce en nuestra entrevista un hombre que empezó en comedias adolescentes tipo John Hughes en los 80, tuvo su momento ‘Chico de Oro’ con Chaplin, flirteó con todos los géneros en los 90, de Asesinos natos a Ricardo III, pasando por Sólo tú y los despojos de la comedia romántica; y cayó a los infiernos de las adicciones y la lengua suelta, con peliculones como Jóvenes prodigiosos por en medio, hasta su actual renacimiento mainstream con el Iron man de Marvel. Downey pasó la depre a principios del siglo XXI, cuando era el Joaquin Phoenix zumbado del momento, pero ahora, tras el éxito universal, parece plantearse por segunda vez, y entre bromas, el futuro de su carrera. Cuando a Hemingway le llegó esa segunda crisis vital, en su apogeo literario, Nobel incluido, se voló la tapa de los sesos. Sin embargo, a Robert Downey le bastaría con abandonar en lo más alto a Tony Stark y gritar “¡Adiós a las armas!” a los extraños tipejos de Hollywood de 2013, los mismos que en 1932 le tocaban las narices al señor Hemingway.

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