Cinemanía nº 202

ICE AGE 4 - ESPECIAL ANIMACIÓN
Cinemanía nº 202
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ICE AGE 4 - ESPECIAL ANIMACIÓN: LOS DIBUJOS ANIMADOS QUE CAMBIARON NUESTRA VIDA

Director´s Cut: ¿QUÉ HAY DE NUEVO, VIEJO?

1. SAYONARA, BABY. Cuando todo lo demás falla, Hayao Miyazaki: “Si la animación tradicional se muere, ¿qué puedo hacer yo? La civilización evoluciona. ¿Dónde están hoy los pintores de frescos? ¿Y los paisajistas? El mundo cambia y yo soy afortunado por haber podido dedicarme a esto durante 40 años”. Detrás de la aparente nostalgia de un tiempo mejor de las palabras (y de la obra, ahí está el vuelo de Porco Rosso, ese anarquista bellotero) del maestro japonés de la animación, se abre una gran esperanza. Es cierto que los dibujos animados han cambiado: la genialidad, que antes estaba en manos de artesanos, está ahora en plena efervescencia digital. De acuerdo. Pero sigue siendo genialidad. Las películas dibujadas no se han resentido, antes al contrario, cada día hay más variadas y mejores muestras de cine animado, y lo que comenzó como un pasatiempo para niños en cartoons ha derivado en un fenómeno para el que no hay edades y en el que la expresión “para todos los públicos” se ha reinventado. El abanico tiene 360 grados. Ya no se busca sólo distraer a los más pequeños. La animación es una posibilidad expresiva más al alcance de los cineastas. Hasta aquí, el futuro parece espléndido, siempre que sigamos la línea del talento y la filosofía (casi zen) de creadores como Miyazaki: “Hazlo todo a mano, incluso cuando uses el ordenador”.

2. AÚN HAY MÁS. La sombra que se cierne sobre el cine como fenómeno social, el viaje a las salas como lo conocíamos hasta ahora corre peligro. El consumo cambia, la sociedad se acomoda, la piratería acecha, los estrenos rutinarios se suceden, y los chavales van menos al cine. La animación, en plena edad de oro, se erige en la única apuesta real de futuro de uno de los fenómenos culturales clave de nuestra civilización: ir al cine. Seguiremos llevando a los niños a las salas mientras haya buenas películas de dibujos animados. Transmitiremos de generación en generación esa experiencia con los miyazakis y lasseters del futuro mientras el cuerpo y la imaginación aguanten. La ventaja es que la animación permite que lo popular maride perfectamente con el talento para generar varios niveles de lectura. Porque los adultos también quieren disfrutar de los colorines en la gran pantalla. Y colorín colorado, el cine está salvado.

3. HEMINGWAY NUNCA RODÓ AQUÍ.  Pero dejó su sello, nos vinculó a la aventura y a la vida, y se trajo a su amigo Orson Welles a España. Hasta ahí, la leyenda. La realidad es que Hollywood nos eligió por todo aquello que ahora aborrecemos de nosotros mismos. Éramos pobres, incultos y taurinos. Y baratos, también éramos muy baratos, por eso Bronston y cía. se aprovecharon para traer aquí su circo. Por eso hoy, entre anécdotas sobre cómo conseguir chinos para rodar 55 días en Pekín en 1962 e imágenes que evocan un universo perdido (el Hollywood clásico y aquella España murieron juntos), nos quedamos, además de con las cenizas de Welles reposando en Ronda junto a su amigo torero Antonio Ordóñez y con la estatua de Ava Gardner en Tossa, con lo que viene. Ahora que ya no somos baratos, lo que queda de Hollywood sigue viniendo de vez en cuando a rodar en España. Lo bueno es que sabemos que si nos eligen es porque no hay otro lugar mejor.

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