Duesenberg fue una compañía de automóviles de lujo estadunidense que supuso la réplica americana a Rolls-Royce, Hispano-Suiza o Mercedes-Benz y cuyo modelo J Murphy tuvo mucho éxito entre las estrellas del Hollywood clásico: Greta Garbo, Mae West, Dolores del Rio, Marion Davies, Gary Cooper, Tyrone Power, Clark Gable tuvieron este señorial coche que también apareció en la gran comedia romántica de los años 30, La alegra divorciada (1934). Lujo de ensueño que llegó a alcanzar los 2.365 millones de dólares cuando se subastó en 2013 en la casa Gooding and Co. (Monterey, California).
Gregory Peck, Ava Gardner, Fred Astaire y un estupendo Ferrari 750 Monza protagonizaban el largometraje postapocalíptico de Stanley Kramer La hora final (1959) sobre la amenaza de la nube atómica en un mundo donde la humanidad vive recluida en Australia. Astaire era el propietario del vehículo de carreras, pintado de blanco para la película, en el que fue su primer papel dramático en el que ni cantaba ni bailaba. El Ferrari acabó vendiéndose en agosto de 2011 por 2,5 millones de dólares en RM Auctions.
Propiedad del piloto Jo Siffert, este prototipo de Fórmula 1 tuvo unos cuantos cameos en la famosa Le Mans (1969) de Steve McQueen. Pero no dando vueltas por la pista de competición, para tristeza de los aficionados, sino como atrezo de la más mítica película sobre Fórmula 1. Es uno de esos bólidos míticos de la alta competición y se vendió en noviembre de 2014 en Londres por 2,185 millones de libras (3,4 millones de dólares) a través de la casa de pujas Bonhams.,
Cary Grant y Katharine Hepburn fueron una de las grandes parejas románticas del cine de los años 30 y enamoraron a miles de espectadores con trabajos como La fiera de mi niña o Historias de Filadelfia. Su primera aparición juntos en pantalla fue en La gran aventura de Silvia (1935) que se atreve a jugar con la confusión de identidades sexuales y que incorporaba a su reparto el robusto y elegante Mercedes Benz S 26/180 que llegó a ser propiedad de Zeppo y Chico Marx. Su preció alcanzó 3,7 millones de dólares cuando se pujó en agosto de 2010 también por RM Auctions.
El Aston Martin del James Bond de Sean Connery fue durante la década de los años 60 uno de los coches más famosos del mundo entero. Modificado por Q (Desmond Llewelyn) para ser un automóvil extremadamente armado, es también uno de los iconos más reconocibles asociados al agente 007, que vio la luz en pantalla en Goldfinger (1965). Da igual que en el futuro condujera otros coches de categorías más altas: Bond es Aston Martin. Se dio por él hasta 2,9 millones de libras esterlinas (unos 4,595 millones de dólares) en una subasta realizada en octubre de 2010 en Londres por RM Auctions.
Otro coupé clásico de colección que en esta ocasión rivalizaba en elegancia con Sofía Loren y Marcello Mastroianni: la berlinetta de Ferrari de 1954 tuvo un cameo en La suerte de ser mujer (1956), de Alessandro Blasetti, un filme sobre los amarguras y los peligros del estrellato y la fama. El Ferrari es uno de esos bólidos exclusivos que sólo podremos contemplar en sueños (o en el cine) y por esta razón se vendió en agosto de 2010 por 4,6 millones vía RM Auctions (Pebble Beach, California).
En 1955 la compañía Ford fabricó el prototipo de un coche llamado Lincoln Futura, uno de esos vehículos retrofuturistas del boom de la posguerra que jamás llegaron al mercado. El automóvil original cayó en manos privadas hasta que en agosto de 1965 un grupo de productores televisivos le pidieron al propietario que transformara el Futura en el coche de unos nuevos superhéroes de cómic que acabarían convirtiéndose en leyendas catódicas: nacía el Batmóvil. Es el coche más mítico de la pequeña pantalla y en enero de 2013 se subastó por 4,6 millones de dólares en la casa de pujas Barrett-Jackson (Scottsdale, Arizona).
El simpático escarabajo Herbie tuvo que vérselas con este Ferrari 250 GT LWB Berlinetta de 1956, entre muchos otros coches, en su debut cinematográfico Ahí va ese bólido (1968). Algo que, sin embargo, no acobardaba al entrañable Wolkswagen blanco que, como todos sabemos, siempre acababa vencedor. En el mundo real, no obstante, los coleccionistas apostaron antes por este deportivo rojo de líneas clásicas de los que sólo se fabricaron nueve en todo el mundo y conocido fuera del ámbito cinematográfico como Ferrari Tour de France: en la carrera que comparte nombre con la competición ciclista se coronó como vencedor durante siete años seguidos. Alcanzó la millonaria cifra de 6,7 millones cuando se subastó en agosto de 2012 en RM Auctions (Monterey, California).
En su día fue el coche estadounidense más caro vendido en una subasta y no es para menos porque tras de sí tiene un historial de leyenda: fue el primer bólido americano en batir a un Ferrari en una competición de la F.I.A. (en julio de 1965) y lo utilizó Howard Hawks en Peligro… línea 7000, curiosa incursión del cineasta -que en su día fue piloto de carreras- en un género en boga esos años y cinta reivindicada por Bogdanovich o Tarantino. El Daytona se vendió por 7,6 millones de dólares en agosto de 2009 a través de Mecum Auctions (Monterey, California).
Lo condujo Steve McQueen, el rey del cool, en Le Mans (1971), fue de los primeros vehículos en utilizar fibra de carbón para ser más rígidos y ágiles a la vez, y es el coche cinematográfico más caro jamás vendido en una subasta. De color azul claro, el Ford Gulf GT40 1968 alcanzó la mareante cifra de 11 millones de dólares cuando se subastó en agosto de 2012 en RM Auctions (Monterey, California).