¿Una buena película o una cena con el mejor surtido de quesos? Con la siguiente lista de secuencias queseras que hemos elaborado, no hace falta que elijáis.
“¿Es eso queso de cabra?” Cómo olvidar ese momento en el que George Clooney pregunta por los aperitivos a John Malkovich. No sabemos la dolencia exacta que sufre su personaje (¿intolerancia a la lactosa o reflujo ácido?), pero el queso no le sienta muy bien. ¿O será el remordimiento de conciencia por estar manteniendo un affaire con la mujer de Malkovich?
Clooney no ha sido el único que ha padecido cierto malestar a causa del queso en el cine. Y si no que se lo pregunten a Meg Ryan. Lo que mejor recordamos de su viajecito a Francia es el apretón que le da tras mofarse (y degustar algunos) de los 452 tipos de queso del país galo. Después de semejante atracón, como para no aquejarse de dolencia estomacal.
Y en un apartado como este, no podemos obviar los famosos sándwiches de queso de Carl Casper, que abandona el lujoso restaurante donde trabajaba por un puesto de comida ambulante cubana. Eso sí, con la inestimable ayuda de Sofía Vergara como pinche.
“Cualquier plato sin queso es como un pájaro que no puede volar”, canta Asterix durante sus aventuras con Cleopatra, mientras rueda encima de un queso. Pero todo está dentro de la mente de Obelix, que aquejado de un hambre insoportable, sueña con comida.
Si existe un chef al que le gusta experimentar con los sabores más variopintos en el cine, ese es Remy. ¿Una de sus ocurrencias? Mezclar queso con fresas, y a juzgar por su cara de satisfacción, sabe mejor de lo que suena. Incluso se lo hace probar a Emile. Receta apta sólo para ratas sibaritas.
Puede que el sueño de la joven Paula sea ser cantante (o al menos tenga futuro en la industria musical), pero eso no significa que mientras tanto no le toque arrimar el hombro en las labores del hogar. Bueno, en su caso más bien de la granja. Y eso incluye vender el queso de su familia en la feria.
Sacha Baron Cohen como Borat equivale a "se avecina catástrofe". Así que no es de extrañar que el reportero, en su visita a Estados Unidos para rodar un documental pedagógico, acabe por desquiciar al encargado de un supermercado con sus preguntas sobre todos los quesos de la estantería. Una pena que estos hilarantes minutos hayan pasado a formar parte de las escenas eliminadas de la película...
En la pequeña pantalla, el queso ha hecho también las delicias de la familia mafiosa más famosa de todas. Tony Soprano echa mano de un joven camarero y unos pedazos de queso esparcidos por el suelo para sacar de quicio a Silvio. El pobre chico que intenta barrer el queso a sus pies, por petición de Tony, se lleva un buen rapapolvo, con un no muy afable “¡Deja el puto queso ahí, me gusta tener queso en los pies!” incluido.
El cometido de Marshall en la cocina empieza y termina en la selección del queso. Por eso, no es de extrañar que el marido de Lily insista tanto (hasta la saciedad) en que sus invitados engullan ese gouda que le ha costado sudor y lágrimas elegir. ¿Quién quiere más gouda?, ,
Mucho pan, leche de cabra y queso. De eso se alimentan Heidi y su abuelo en los Alpes. ¡Hasta para desayunar! El abuelo coloca un trozo de queso en un tenedor de hierro sobre el fuego hasta que se va deshaciendo. Tanto corretear por la montaña con su perro Niebla y Pedro abre el apetito a cualquiera.