OPINIÓN

Ocho antifaces raros

Ocho antifaces raros
Ocho antifaces raros
Ocho antifaces raros

Aún no he visto Ocho apellidos vascos. Sí, era yo. Supongo que ésa es la razón por la que la gente me mira por la calle. Sin embargo, estuve a punto hace un par de semanas. Fue en los multicines Bages Centre, de Manresa, adonde acudí con el dictador cinéfilo de tres años que vive conmigo, que es quien decide ahora el menú audiovisual en casa. Qué bonito momento de complicidad entre su madre y yo, sentados en las butacas, a punto de ver Río 2, añorando nuestras antiguas discusiones habituales entre ir a ver un thriller o una de superhéroes. Me disperso. Perdón. Vuelvo. Río 2 no era la película que íbamos a ver. Habíamos manipulado al pequeño comisario cultural para que quisiera ver la última de los Teleñecos (al contar con Tina Fey, Ricky Gervais y Ty Burrell albergábamos la secreta esperanza de recibir una dosis un poco mayor de comedia para adultos). Sin embargo, en el momento de comprar las entradas, el taquillero nos informó de que habían retirado a última hora nuestra película para dar cabida a otra copia de Ocho apellidos vascos. Tal era el aluvión de público que iba a ver la comedia española.

En ese contexto pude escuchar la siguiente conversación entre el gentío:

—¡Madre mía, cómo está el cine!

— No lo veía así desde Las Tortugas Ninja.

¡Desde Las Tortugas Ninja! ¡El referente me pilló por sorpresa! Teenage Mutant Ninja Turtles. 1990. Claro que sí. Unas tortugas mutantes ninja con antifaz. Dato importante, ¿para qué demonios el antifaz? ¿Para diferenciar su personalidad secreta nocturna de “tortugas–ninja-mutantes-que-luchan-contra-el-mal” de su personalidad socialmente aceptada diurna de “tortugas-mutantes-que-trabajan-en-una-oficina-de-seguros”?

Reconozco que con las tortugas ninja no llama demasiado la atención el tema del antifaz, porque hablamos de engendros genéticos monstruosos, como si se quieren poner una peineta. Pero, por favor, pensad un momento: ¿el antifaz como método para camuflar tu identidad y/o imponer respeto entre los malhechores? ¿En serio? ¿Dónde? ¿En el Carnaval de Venecia?

Los que escogen el antifaz siempre son los héroes más excéntricos de todos. El más famoso, Robin, es un auténtico despropósito a nivel estético. A casi nadie le llama la atención su antifaz tras haber reparado en los pantalones cortos, las medias, los botines y la capa por encima del culo. Se insiste en subrayar que proviene del circo, como para intentar justificar que vista como un payaso. Siempre segundón, obviamente. Imposible competir contra la elegancia del negro.

¿Quién más? Green Lantern, el Zorro y Mister Increíble. No voy a entrar al análisis. Sólo diré que quita el aliento que el que parece más real de los tres es el que se hace llamar increíble y está generado por ordenador. Y he descartado al Guerrero del Antifaz por demasiado obvio. Lo siento, pero no confío en un héroe que lleva en el nombre una parte de su vestuario. Demasiado superficial para mi gusto. Es como que te venga a rescatar el Justiciero de las Mallas. No, gracias, déjeme caer del edificio.

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