Cartas cinéfalas: John Travolta a su representante

Los Ángeles,

11 de mayo de 1994

Estimado:

¡Me ha entusiasmado el guión que me enviaste! Sabes al que me refiero, ¿no? Ese donde se supone que tengo que hacer de un “muchachete” más bien “cortico”, que empieza la película  sentado en un banco diciendo cosas del estilo de: “La vida es como una caja de bombones: nunca sabes lo que te va a tocar”. No es que hable solo, como bien sabrás, lo que hace es pegar la hebra con desconocidos a los que cuenta su vida y bla, bla, bla. Estoy deseando hacerla, ojalá empezara mañana mismo el rodaje… Me muero de ganas por hacer las secuencias donde se pone a correr y a correr y a correr y a correr sin motivo aparente y así se tira muchísimo tiempo (incluso, parece ser, le crece una barbaza) y la gente se le va sumando (como a una especie de flautista de Hamelín) para después pararse de repente, así sin más, sin explicar qué pretendía al trotar. Cuento los minutos. ¿No tendrás ya el contrato preparado? Si es así, envíamelo, que lo voy a firmar sin leerlo siquiera. ¡Espera! ¡Si ahora que lo pienso tengo una pluma mágica! Le ordenaré que vaya volando hasta tu oficina, se cuele por la ventana y lo firme ella misma.

No sé si lo has notado, pero estaba siendo sarcástico. Sarcasmo Travolta lo llama mi mujer. Tío, ¿de verdad te creías que iba a hacer esta película? ¿Con qué John Travolta te crees que estás tratando? ¿Con el John ‘Rey del entretenimiento familiar’ Travolta que, para mantener su tren de vida, tuvo que decir que SÍ a Mira quién habla, tuvo que decir que SÍ a Mira quién habla también y tuvo que volver a decir que SÍ a ¡Mira quién habla ahora!? Si creías que estabas tratando con ese, tengo malas noticias, ha muerto. Se lo cargó Vincent Vega. ¡Me cago en la leche, Mike! Hazme un favor, oye. A partir de ahora, no me hagas perder mi jodido tiempo leyendo guiones de chichinabo, ¿de acuerdo? Gracias.

P.D.: Te envío unas fotos con varias opciones de peluquines, quiero saber tu opinión. A mí el que más me gusta es uno que parece una moqueta, pero a mi mujer no le termina de convencer. Ya me dices.