OPINIÓN

'Skinheads': los nazis más penosos de la historia del cine

'Skinheads': los nazis más penosos de la historia del cine
'Skinheads': los nazis más penosos de la historia del cine
'Skinheads': los nazis más penosos de la historia del cine

Se viene advirtiendo desde hace años. Vuelven los 90, y efectivamente, ya comienza a aparecer la nostalgia noventera. ¿Nos traerá esto también un regreso de los skinheads, que tantos reportajes de alarma social protagonizaron en Antena 3? Desgraciadamente, la skinexploitation se quedó solo en los malos de algún capítulo de Médico de Familia, porque la skinexploitation se quedó en cuatro cositas y nada. La más destacada, el dichoso libro Diario de un skin… y esta maravillosa película de auténtico cine chatarra.

SKINS

Greydon Clark, guionista y director especializado en entretenidas caspas, era un auténtico aguililla, capaz de detectar modas y nichos de mercado con rapidez.  Guionizó pelis de moteros malos con Los sádicos de Satán (Al Adamson, 1969), inventó el rollito Predator dirigiendo Llegan sin avisar (Without Warning, 1980), explotó la popularidad de las recreativas en Joysticks (1983) y, en pleno 1989, oyó hablar de un movimiento juvenil denominado “skinheads”, seguidores de Hitler y con tendencias violentas, y vio claro que ahí tenía los villanos perfectos para acojonar al personal. Y de esto se dio cuenta en pleno 1989.

La visión de Clark de los skinheads es como la de los ángeles del infierno de los 70 o los punks de principios de los 80: jóvenes muy malos y muy locos, que hacen la puñeta por que sí, los villanos perfectos para un montón de películas de serie B como las que ya había hecho anteriormente. En su mente, no hay tanta diferencia entre los malvados de Curso de 1984 y estos cabezas rapadas que pintan la “A” de anarquía, atracan a la gente y, en general, se dedican a hacer la puñeta porque pueden. Las modas cambian, pero siempre habrá un colectivo pintoresco de jóvenes con los que acojonar al ciudadano medio.

El film es pura exploitation a la antigua usanza: el único objetivo del director es mostrar el mayor número de actos violentos, humillar a sus héroes, hacerlos sufrir todo lo posible, y molestar al mayor número de colectivos posible. Da igual su raza, sexo u orientación sexual… los malvados skins odian a todos y los maltratan por igual. Todo vale para aumentar la tensión y luego hacer pagar a los malvados en una catárquica matanza final… ¿o no?

skin02

Los skinheads son los auténticos protagonistas del film y no se escatima recursos para que los odiemos. En apenas los cinco primeros minutos de la película ya hemos tenido un montón de chistes racistas y antisionistas, matado a un pobre tendero judío, pegado una paliza a un niño negro y matado a un amigo suyo.

El grupo de skins lo componen seis individuos: un líder guiado por las enseñanzas de Mein Kampf: su novia, una skingirl siempre frustrada sexualmente; un loco violento;  otro skin enorme pero con algún tipo de retraso mental;  un nuevo recluta, que no tiene las cosas tan claras, y a través de cuyos ojos veremos cómo funciona esta particular familia de psicópatas violentos.

SkinHeadsAnarquistas

Los skins llegan a una estación de servicio a echar gasolina y comer alguna cosilla. Irrumpen en el pequeño restaurante con sus habituales maneras: maltratando a los clientes que están por ahí, insultando a los negros y a los judíos, metiéndose con el personal y todo eso. En menos de lo que tarda un gallo, ya se han cargado a un par de jóvenes que andaban por ahí tranquilamente. Sorprende por qué no están entre rejas ya: es ver un negro y les entran ganas de matarlo.  ¿Cuánto tiempo llevarán con semejante actitud?

Cuando el resto de jóvenes intentan escapar, los malvados fascistas les persiguen en la Nazi-Neta, una furgona decorada con calaveras, esvásticas y símbolos de anarquía. Huyendo de ellos, nace el amor. Y de paso, se enfrentan a un oso que anda dando vueltas por ahí, para variar un poco la causa del peligro y tal.

OSO

En fin: por suerte los nazis vuelven pronto a entrar en escena, y durante el resto del film, se dedicarán a aterrorizar por el bosque y en una cabaña a los jóvenes supervivientes. ¿Se van a salir con la suya? Un veterano de la 2ª Guerra Mundial, que vive apartado del mundo en la cabaña, les ayuda a escapar, aunque

Y además,  de las formas más crueles: empalamiento, disparo con una recortada a bocajarro. Como decía La Trinca en su tema “lo más cachondo es que toda esa gente muere merecidamente”.

Skinheads contaba con algo de star power, al menos para el público americano. El veterano ayudante aquí era el actor Chuck Connors, y la propietaria de la gasolinera, una avejentada Barbara Eden, a la que podéis recordar por aquel Espacio 1999 junto a Martin Landau. Aunque su nombre aparezca segunda en el reparto, apenas estará cinco minutos en pantalla.

SK3

SkinHeads es cine chungo de la clase más pura y sin adulteras. Un empresario buscando sacar pasta como sea, buscando un tema de boda y apelando a los bajos instintos… ¡y encima haciéndolo mal! Al espectador se le niega en buena medida su justa venganza. Los skins no son aniquilados por la furia vengadora de los héroes, sino que acaban siendo víctimas de la psicosis de su líder, que les mata a tiros, a hostias, o incluso les crucifica (¡!) por su poco compromiso con la causa.

Lejos de esas catarsis vengativas que presentan clásicos del género como Defiende tu vida (Fight for your life, 1977, Robert A. Endleson), el ajusticiamiento de los villanos se resuelve de manera blanda e insatisfactoria. Por suerte para el lector de Crítico de Mierda, el film tiene una cualidad redentora: el número de escenas hilarantes que contiene. Diálogos gilipollescos o mega racistas a cargos de unos actores MUY MALOS, montaje brusco, peleas ridículas y situaciones absurdas con osos y serpientes, unida a su temática totalmente única,  lo convierten en un film que al menos merece un divertido visionado.

Skins3

La película no funcionó especialmente. Es obviada en cualquier entrevista al propio Greydon Clark, y como él indica es su recomendable biografía, no tuvo una buena distribución y fue poca gente la que la pudieron disfrutar. Y olvidad el boca a boca: como digo, la falta de sangre y un clímax satisfactorio le roba muchos puntos. Es lógico que no apareciera ninguna copia ni película parecida.

Sorprende que un tipo como Clark, curtido en esto de la exploitation, fracasara al ofrecer los ingredientes que valoraba el espectador de este tipo de films. Tras este fiasco, se puso a las órdenes de Menahem Golan para hacer Lambada: El baile prohibido que fue igual de mal. O peor. Los días del grindhouse habían pasado. A los skins, eso sí, les quedaba todavía mucho carrete. Que se lo digan a Edward Norton, el actor antes conocido como Hulk.

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