#HoudiniMdT El Ministerio del Tiempo: viaje mágico a Nueva York con Houdini y Argamasilla

Con el episodio 14, Tiempo de magia, dirigido por Paco Plaza, viajamos al Nueva York de 1924, el de la Ley Seca y los antros ilegales donde Pacino se choca con un desconocido Clark Gable, el de  J. Edgar Hoover (alias Magneto que el epi es muy X-Men) queriendo hacerse con el Ministerio, el de Amelia engañando a Houdini (“Rosabelle Believe”) y Houdini engañándolos a ellos (se cierra el telón), el de Argamasilla (Miki Esparbé quédate) viendo a través de los objetos, el hombre con rayos X en los ojos. Tanto en tan poco tiempo. La realidad supera a la ficción en esta mágica historia en la que hemos aprendido una gran palabra: metasomoscopia. Para Alonso "pura brujería". Nadie podría definir mejor al escéptico. El escritor Valle-Inclán (“Un esperpento. El reflejo deformado de lo que debía ser. Esa es hoy nuestra patria”) fue valedor (también con Ramón y Cajal) del vidente español Argamasilla que decía ver a través de los objetos y que acabaría (ojo) siendo director general de cinematografía. Comienza el episodio con una sesión de espiritismo en la que Amelia quiere saber de Julián. Una que no puede olvidar. Ya queda menos Amelia, dont worry, que para eso eres la única que domina el inglés. Madre mía. Argamasilla es agente del Ministerio, “un vendemotos; el menda lerenda, amos no me jodas”, según Pacino, que acabará creyendo como todos al comprobar sus poderes (algo que no pasó en la historia original) y pasará de Pacino-Chapino a llamarse El gran Benito. Perpetuo gag el de saber todo lo que va a pasar tocando sólo la cabeza o imitando al John Travolta de Grease. Y mucho humor a costa de indirectas geniales. El aura… ¿de Aura Garrido? El password “swordfish”, un guiño a la película Plumas de caballo (1932) de los hermanos Marx. Amelia haciéndose pasar por periodista firmando, como mujer, con pseudónimo y afirmando tajante: “¿Por qué los hombres creéis que todas las mujeres tenemos como único objetivo el amor o el matrimonio?". Gran episodio, excelentemente dirigido y muy divertido, un cruce entre el cómic y las historias de Agatha Christie, con un Hugo Silva absolutamente crecido. Viajar fuera de España le ha venido pero que muy bien al Ministerio del Tiempo. Y queremos más.