OPINIÓN

La esperanza de Tonucha

La esperanza de Tonucha
La esperanza de Tonucha
La esperanza de Tonucha

El actor se asomó al patio de butacas y echó un vistazo.

¿Habría venido Tonucha?

Tonucha era Tonucha Vidal, directora de casting de Globomedia. Al igual que los conciertos sorpresa de los Rolling Stones, nunca sabías dónde iba a aparecer. Si tenías suerte, y eras uno de los afortunados que se encontraba en el teatro, microteatro, café teatro, microcafé teatro, cabaret, andén de metro o estanque del Retiro donde esa noche Tonucha había decidido acudir, tu vida podía cambiar de la noche de la mañana.

“La esperanza de Tonucha”.

Para un actor o una actriz, estas cuatro palabras lo eran todo.

Tonucha... ¿Habría venido Tonucha?

Todos en el camerino se preguntaban lo mismo. Según uno de ellos, Álex, iba a venir. Pero seguro. Fijo. Que sí, que se lo había dicho un amigo suyo becario de producción que se había cruzado en el comedor de Globo con Andrés Cuenca que estaba hablando por teléfono con alguien, Tonucha seguramente, a la que le estaba diciendo que él no podía ir esa noche a la sala Tú a ver esa obra tan buena con esos actores tan talentosos de la que le habían hablado tanto pero que intentaría ir otro día porque seguro que allí se podía “descubrir” a muchos y muy buenos actores y que ya le contara si eso.

Tonucha viene. FIJO.

Todos callaron. Y se concentraron. Esa noche tenía que ser especial. Esa noche podía ser LA noche. El momento que recordarían años más tarde, cuándo estuvieran posando para una sesión de fotos El País Semanal de cara a un reportaje titulado “El futuro del cine español es suyo”. Si se daban prisa y les descubrían ya todavía podían llegar a tiempo para la tercera parte de Ocho apellidos vascos. Bueno, tranquilos, si no para esa seguro que llegaban para la trigésimo séptima parte de Torrente.

Y siempre estaba Garci, claro.

Una de las actrices no podía ocultar su nerviosismo. POR FIN había llegado el día que tanto tiempo estaba esperando. Había luchado TANTO por ese momento. Había tragado tanta quina. ¿Cuánto tiempo llevaba LUCHANDO? ¿A qué estábamos? A julio. Pues... Cuatro meses por lo menos. Desde que llegó a Madrid desde su Santander natal. Cuatro meses de agobio, de tensión, de pasarlas canutas. ESTE era su momento y ninguno de los niñatos y niñatas que se agolpaban nerviosos y sudorosos en ese infecto camerino de dos metros cuadrados se lo iba a arrebatar.

Masculló una excusa por lo bajo (“Voy a hacer unos ejercicios de respiración al baño”) y se escabulló sinuosamente. Corrió hacia el hall de entrada y se apostó detrás de uno de los carteles publicitarios. Desde allí podría vigilar sin problema la entrada de Tonu. Mentalmente ya la llamaba así. En su cabeza se había creado una tierna fantasía en la que ella y Tonu se hacían superamigas desde el mismo momento en el que la directora de cásting descubría a la joven actriz a los ojos del mundo. Qué bonito sería cuándo la entrevistaran en CINEMANÍA cuándo fuera al festival de San Sebastán a presentar su película de debut: Almendras amargas, la nueva película de Icíar Bollaín, una historia superchunga pero esperanzadora de mujeres súper mega majísimas enfrentadas a los absurdos conflictos súper mega tochos de unos hombres idiotas.

Esto era la guerra. Y en la guerra no le enseñas las cartas al enemigo. Erais todos muy amigos, claro que sí, pero el que quería ese papel en la nueva serie de Globomedia eras TÚ. “La nueva serie de Globomedia…”. Para un actor o una actriz, estas cuatro palabras también lo eran todo. O quizás ya no. Ahora Bambú pegaba fuerte. Jo, si te cogieran para la serie nueva que estaban preparando, esa de los refugees... La putada es que se iba a rodar en inglés. Y tú de inglés poco. “Yes”, “Muffin” y poco más. Qué rabia. ¿Por qué no habías estudiado inglés? Si no hubieras perdido tanto tiempo haciendo aquellos cursos en los que te enseñaban a abrirte como una flor...

La actriz saca su móvil. En el peor de los casos si, por lo que sea, no consigue que Tonucha la descubra, al menos intentará sacarle una foto. Foto que colgará ipso facto en su página OFICIAL (falsa) de Facebook. Ojo, no falso en el sentido (malo) de que lo que cuelga ahí es falso. No, falso en el sentido de que nada de lo que cuelga ahí es verdad. A ver, es oficial, sí, pero porque ella, la actriz, lo ha puesto. Igual que es ella la que escribe todos los comentarios (oficiales) y pone todas las fotos de los supuestos photocalls (oficiales) a los que acude (falsos) y la que se responde ella misma (de forma oficial) a los comentarios (falsos) que ella misma pone (oficiales) y la que...

Pero Tonucha no aparece. Ni Andrés. Ni Luis. Ni Juana. Ni Carmen...

¡Un momento! Esa que entraba no era... Na, era tu madre. Puta mierda.

La actriz guardó el móvil y volvió al camerino. Allí, sus compañeros terminaban de vestirse y maquillarse. Les dijo que no había visto a Tonucha. No la creyeron. ¿Por qué iban a hacerlo? Podía estar engañándolos para que no dieran lo máximo de ellos mismos. Cómo ella misma había dicho antes, esto era la guerra. Tonucha podía estar ahí mismo, camuflada bajo una bufanda (raro, porque estábamos en verano) o bajo un fular, atenta a todos y cada uno de ellos. Escrutando. Analizando. Decidiendo en segundos el reparto de la nueva serie de Globo. La serie que les llevaría a todos al siguiente nivel...

¡Qué ganas tenían todos de decir a sus amigos y compañeros cuándo estaban de cañitas por La Latina que no podían quedarse a tomar la última porque al día siguiente tenían que madrugar para “rodar seis”!

(Mientras tanto, en ese mismo momento, Tonucha Vidal cenaba en su casa).

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Alberto López (@alberto2) es guionista. Su película favorita es La fiera de mi niña. Odia a Damon Lindelof.

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